“No pretendemos ser dueños, tenemos un vínculo ancestral con el territorio”
por Revista CítricaFotos: Jaime Carriqueo
01 de octubre de 2024
La machi Betiana Colhuan Nahuel, autoridad espiritual en el territorio donde Prefectura asesinó a Rafael Nahuel, hizo una declaración en el juicio por usurpación con el peso de su saber ancestral. Compartimos sus palabras.
Mi nombre es Betiana, cumplo el rol de machi, de guía espiritual de mi comunidad y de mi pueblo mapuche. Me reconozco como mapuche, ésa es mi identidad. Cumplo un rol espiritual, ceremonial, pero también soy la que lleva adelante la salud física y espiritual de mi comunidad y de mi pueblo. Yo atiendo a pacientes mapuches, doy medicina, lahuen, y trato pacientes de distintas enfermedades.
Cumplo un rol espiritual de este lado de la cordillera, el Puel mapu, mal llamado Argentina para nosotros, un pueblo preexistente. Cumplo un rol sagrado y espiritual que en este lado se había terminado. Los machi oficiales fueron encarcelados, murieron y lamentablemente es parte de una historia que nos atraviesa como pueblo preexistente, originario, como pueblo mapuche al que pertenezco; historia que reconozco y que todos reconocemos.
Parte de la historia de esta creación, de esta Nación argentina, está manchada de sangre de los pueblos originarios y de sangre mapuche. Mis abuelos, mis abuelas resistieron como pudieron, mantuvieron su idioma, su cultura. Algunos mapuches, algunas comunidades resistieron más, otros menos. Otros perdieron su cosmovisión, su cultura, su idioma.
En específico, esta comunidad y esta familia, esta gran familia mapuche que somos, porque lamgen es hermanos en nuestro idioma: todos somos hermanos, todos somos hijos de la tierra, eso significa; en esta comunidad hay un proceso de fortalecimiento espiritual y un levantamiento de un rewe de una machi que llegó a la orilla del lago Relmu Lafken, más conocido como el lago Mascardi, de Villa Mascardi. La machi Teresa Painequeyen vino e hizo una ceremonia en la comunidad Wiritray, una ceremonia que se hizo antes de que yo naciera y la que fue partícipe mi mamá.
Nosotros conocíamos a miembros de esa comunidad, también venimos militando y participando. Yo me crié, crecí en ceremonias de distintas comunidades de fortalecimiento de mi pueblo. Con esa base me formé como machi. Así como en esta sociedad occidental cada persona forma lo que va a ser de su vida, distintos cargos, como usted, juez, se formó para su trabajo que tiene hoy; yo también me formé para ser machi.
Estudié durante más de seis años este rol, me formé con conocimientos mapuche, con medicina y también me formé como persona, como mujer. Hoy también soy madre y tengo un vínculo, al igual que mis hijos y nosotros como mapuche, al territorio, y en específico al territorio de Relmu Lafken, que es más conocido como Villa Mascardi, y del Winkul.
En ese territorio, espiritualmente, nosotros tuvimos un vínculo. Yo me crié y crecí en ese espacio, en ese territorio que no queda muy alejado de lo que en mi documento dice que nací, acá en Bariloche; queda a 40 kilómetros de Bariloche aproximadamente. Nosotros visitábamos ese territorio porque ahí era cuidador mi abuelo, él era cuidador ahí y falleció. Toda su vida cuidó ese espacio, entonces yo crecí teniendo un vínculo con ese espacio, con ese lago, con esa montaña y nosotros tuvimos un vínculo.
Hablando de personas, no había nadie viviendo ahí, en ese espacio. Antiguamente, hubo gente mapuche que tuvo sus espacios ceremoniales sagrados, sus rewes. Cada comunidad tiene su rewe, su lugar espiritual donde tiene un vínculo con sus antepasados y con el territorio. No se compara con una iglesia, pero más o menos podemos decir que como la gente va a la iglesia a tener su espiritualidad, nosotros tenemos nuestra espiritualidad y nos vinculamos con nuestros antepasados a través del rewe.
Cada comunidad tiene un rewe (algunas sí, algunas no), pero en específico este rewe tiene la característica de ser un rewe de machi, con un rol de medicina, un lugar donde se vincula la medicina y la salud de las personas, de mis pacientes. Yo ya me preparé como machi, ya me recibí con otro machi y sigo en formación, en crecimiento, porque no lo sé todo, porque aprendí de mis conocimientos, de mi cultura y sigo teniendo el acompañamiento de muchas comunidades de acá, del Puel mapu, muchas comunidades que formaron y fueron partícipes del vínculo de nuestra comunidad con ese territorio.
En ese territorio también hay un vínculo con nuestros hijos, porque en ese territorio yo parí a mi hijo, ahí dejé la placenta de mi hijo. Es un territorio que me vio crecer y que tengo un vínculo sagrado y espiritual que va con nuestra cosmovisión, que va con nuestra cultura. Este rol yo no lo elegí ser, uno no puede elegir ser, como elige ser maestro o ser doctor, ser machi. Yo con este rol nací y me descubrió otra machi que llegó a ese lugar antes de que yo naciera y fueron testigos abuelas, abuelos que aún viven y que tienen en la actualidad 80 años, 90 años. Ellos fueron testigos de eso y desde el vientre de mi madre tuve este rol designado.
Crecí, fui una niña como cualquier otra y cuando llegó el momento determinado, empecé a formarme para mi rol, a desarrollar el espíritu, porque dentro de mí ya nació este espíritu conmigo y creció conmigo también este espíritu. Es algo que yo no puedo negar y no puedo desconocer, voy a morir con este espíritu de machi porque es parte de mi ser, de mi esencia y de mi cosmovisión y de mi cultura desde el pueblo al que pertenezco.
Nosotros no somos dueños del territorio, no somos dueños de la tierra, no pretendemos serlo jamás. Hoy el Estado genera si tenés título o no, pero en realidad nosotros no buscamos tener un título o ser propietarios de una tierra para posteriormente venderla o ganar algún tipo de cuestión económica, sino que nosotros lo que buscamos es tener un vínculo con ese territorio, ser parte en nuestra vida, lo que nos queda de vida, cuidar ese espacio, resguardar ese espacio, proteger ese espacio, tratar de ser armonioso con ese espacio, no avasallar. No buscamos talar, vender leña, tener proyectos turísticos ni explotar el territorio; buscamos mantener un equilibrio y un resguardo con ese territorio para cuidarlo, protegerlo, para vivir, convivir con ese espacio sagrado, ceremonial, pero no buscamos ser dueños de ese espacio, no vamos a ir por la vida buscando eso.
Yo en lo personal no tengo otra carrera, no me he formado de otra cosa, solo cumplo este rol y voy a morir con este rol porque es algo espiritual, es una promesa de vida. Como las monjas van a ser monjas por siempre, yo no soy, no es lo mismo, pero voy a ser machi por siempre, voy a dedicarme a la salud y a la medicina, a la espiritualidad de por vida. Ése es mi compromiso y dentro de este territorio, donde me vinculé con un rewe, con un espacio ceremonial sagrado único para mí y que es de por vida único, así como también para mi hijo y para muchos de los niños que nacieron en ese espacio.
Yo literalmente parí ahí y mis hijos tienen ese vínculo con ese espacio también, va a ser de por vida. No es algo que uno puede ver o tocar, sino que es algo que se vincula así y que va a ser así por siempre, pero no quiere decir que nosotros nos queramos apropiar de ese espacio y que estemos cerrados a poder conversar. Todo lo contrario, hemos expuesto nuestra cultura a la persona no mapuche, hemos explicado, estamos abiertos a dialogar.
Teníamos un vínculo previo con las comunidades aledañas, no con todos los miembros, obviamente, pero sí con parte de esos miembros. También entender que nosotros no queremos ser dueños de este espacio específico, que el rewe marca un lugar, pero no es un todo. No es toda la montaña, todo el lago, nosotros tenemos un lugar ya determinado y hemos levantado nuestra ceremonia, y para seguir fortaleciendo nuestras ceremonias en ese espacio, si bien ahora no estamos ahí, el vínculo va a seguir estando.
Por eso nosotros seguimos yendo, yo sigo yendo, porque en eso está la salud. En el momento que a mí me sacan de ese espacio ceremonial fui expuesta a dos operaciones de extrema gravedad donde peligró mi vida... (Se quiebra en llanto.) por el vínculo mío con ese espacio. Y es muy grave porque para mí es algo de por vida (El llanto se profundiza, le cuesta seguir.)... y ese espacio a mí me va a dar la vida y me da la vitalidad para caminar, para seguir, para ayudar, porque mi misión de vida es poder atender, es ayudar con la medicina.
Inclusive me he estado formando con la medicina occidental y si es eso acaso lo que me da la garantía para poder ejercer la medicina libremente, también estoy dispuesta a hacerlo, porque es éste mi propósito de vida y de mi comunidad; no solo de mi comunidad, sino de mi pueblo, porque voy a cumplir un rol de medicina para mi gente y de determinadas formas de salud. Voy a dedicarlo a la gente mapuche, a atender en el campo, a atender en distintos territorios, ayudar con la medicina de mi pueblo.
Mi rol dentro de este territorio es poder fortalecer la salud para todas esas personas que requieran de mi ayuda, de mi acompañamiento como machi, como médica. No es que para nosotros sea un capricho o una cuestión de poder, de empoderarnos. No es que vamos a andar por la vida tomando tierra para venderla, sino que es específicamente el vínculo con este espacio, que no viene de hoy, de ayer, de un año, de dos años, de siete años, sino que es un vínculo de toda la vida. El vínculo que tienen mis hijos hoy, con seis años ahí.
Con 23 años que tengo, crecí, tengo esto en mi memoria, en fotos, en momentos, en las personas. No puedo desconocer la comunidad que vive ahí porque yo he estado ahí con la machi que ahora falleció, machi Teresa, que estuvo ahí y dijo que yo era machi, que iba a ser machi. Y me formé como corresponde, con toda la seriedad, con todo el sacrificio, porque es impresionante el sacrificio que hemos hecho, que he hecho. Pero no me queda otra, porque cuando a mí me sacaron de ese territorio, cuando me desvinculé con ese territorio, peligró mi vida y va a peligrar, porque ésta es la designación que tengo de vida y de mi gente. Las comunidades, el pueblo mapuche que me acompaña, sabe que es así.
Entonces queda vincularse con el territorio, con el rewe, con el compromiso que uno tiene de vida. Es como si un pastor se fuera, perdiera todo por completo. ¿Qué sería de ese pastor? Para mí esto es perder mi vida, si yo dejo este rol voy a morir, me muero. Es mi ser, mi existencia, es la existencia de mi gente, de mi vínculo. Nací con dos tumores, luché toda mi vida por aferrarme a la tierra y cuando encontré mi lugar de sanación y el lugar de sanación para mi pueblo, para acompañar a mi pueblo, resulta esto: estamos atravesados de un parque nacional.
Que se entienda que nosotros no queremos apropiarnos de ese espacio y estamos dispuestos, como se hizo en la mesa de diálogo, a ceder muchas cosas, a vincularnos, a ser una personería jurídica. A decir que no queremos títulos, no vamos a ser dueños, pero tener acceso al rewe. Es la importancia de vida nuestra, de mis hijos, y es eso o morir. Para nosotros es total el vínculo con ese espacio, es nuestra vida, nuestra existencia, nuestra vitalidad, mi vitalidad, mi compromiso. Que se entienda que somos un pueblo con una cultura.
Uno quiere ser fuerte, ¿no?, pero la verdad es que yo soy de carne y hueso. (Se quiebra nuevamente.) He sufrido mucha violencia de parte de la sociedad, tengo que caminar por las calles, y sí, es exactamente así por ser mujer, por ser madre. He sufrido mucho, he estado encarcelada, he estado expuesta a un montón de cosas. Voy a seguir siendo mapuche hasta que me muera y voy a ver la forma de estar vinculada con mi rewe, con mi espacio ceremonial sagrado, hoy también por mis hijos y porque yo di vida en ese espacio.
Como mapuche igual quiero que nuestros derechos sean respetados, entiendo que es difícil una convivencia con todo esto que nos atraviesa, occidental. Entender que hay muchas cosas aparte, muchos intereses; entender que por la base de esa espiritualidad que fortalecimos, que no es de un día para el otro, que fueron años, que fueron meses. En ese lugar donde se levantó el rewe estamos hace no seis años o siete meses, no desde que fue la Policía; estábamos mucho tiempo antes, era un lugar que estaba inhabitado. No vamos por la vida diciendo “vamos a apropiarnos de esto”, es un vínculo especial con ese espacio, con ese rewe, que para nosotros es un valor no monetario, ni económico, ni buscamos enriquecernos, ni nada; ni explotar ese espacio por su belleza, por turistear, por hacer una cabaña, por hacer un camping, por sacar madera. El aserradero está ahí a pocos metros.
No es nuestra intención. Nuestra intención como mapuche es vincularnos con ese espacio, tener ese espacio para poder tener ese vínculo como mapuche, fortalecer a las otras comunidades espiritualmente y ver a nuestros hijos correr en un espacio con aire puro. Siempre entendiendo que es un compromiso, que mientras nosotros estemos ahí vamos a comprometernos como nos comprometimos cada año que estuvimos ahí a juntar cada papel higiénico de toda la gente que va a cagar en el lago, que va a quemar, que incendia nuestros bosques.
Nosotros nos comprometemos a limpiar, a ayudar a proteger ese espacio.
“Rafael Nahuel luchó por su tierra y su familia”
A cinco años del asesinato de Rafael Nahuel en la Lof Lafken Winkul Mapu, Lautaro González Curruhuinca, principal testigo de los disparos del grupo Albatros, reivindica la lucha mapuche por los territorios y afirma: “no voy a negociar con el sistema judicial sin importar las condiciones”.
"Quiero que los padres de Rafa sepan cómo murió"
Compartimos parte del testimonio de Lautaro González, uno de lxs testigos clave del violento operativo donde asesinaron a Rafael Nahuel el 25 de noviembre de 2017 en la Lof Lafken Winkul Mapu. Ante los jueces, relató cómo intentaron salvarle la vida al joven mapuche y dio detalles del procedimiento represivo de Prefectura. Cobertura colaborativa con Infoterritorial y Radio Zona Libre.
Rafael Nahuel: un fusilado que vive
Una reconstrucción minuciosa para entender por qué el joven estaba junto a la comunidad, y por qué la Prefectura llevó adelante un brutal operativo de tres días en el lof Lafken Winkul Mapu Lago Mascardi, donde recuerdan lo que gritaban los efectivos para arengarse: "¡Maten a un indio!"