La despedida de Nora Cortiñas es una mezcla de dolor social por la pérdida y compromiso militante por su legado de lucha. Miles de personas buscaron en su memoria el recuerdo personal con esta Madre todoterreno y convirtieron su funeral en un acto político cargado de emociones. Hasta la victoria siempre, Norita.
A los 94 años partió de este plano de la existencia Nora Irma Morales de Cortiñas. Nora Cortiñas. Norita.
Nos quedamos huérfanos de Madre en un momento en que las intemperies argentinas parecen multiplicadas. Tal vez su corazón a prueba de toda inclemencia humana no haya podido dar respuestas a tanta violencia que sufre en el presente el pueblo al que Norita tanto amó y defendió. O tal vez, sencillamente, esta mujer de cuerpo pequeño y coraje inmenso nos haya regalado un guiño para la eternidad: ahora les toca seguir sin mí.
Ojalá no olvidemos sus premisas indispensables.
Hasta la victoria siempre. Venceremos.
Nos sacudió la noticia porque desnudó de la peor manera la materialidad de la que Norita estaba hecha. Era de carne y hueso, pura humanidad en un cuerpo que nunca frenaba. ¿Cuántos clones tiene Norita?, era la humorada desperdigada entre la militancia al verla en tan diversos lugares durante una misma jornada.
La misma anciana de espíritu joven que acompañaba un reclamo territorial mapuche por la mañana podía estar en una reunión en el Congreso de la Nación a la tarde y brindando más tarde en una peña nocturna hasta la última canción. Brújula infalible para las causas justas, siempre estaba donde había que estar. Sin especulaciones políticas ni condicionamientos partidarios. El más esencial sentido de la indignación antes las injusticas cometidas desde el poder.
Madre de los pueblos originarios, de los pañuelos verdes, de las víctimas de trata, de los desaparecidos en democracia, de las asambleas socioambientales, de la lucha docente, del agite por el reconocimiento de las diversidades, de las asambleas estudiantiles, de las luchas internacionalistas en defensa de la dignidad y de los más diversos reclamos del pueblo trabajador.
Es probable que el gesto político más emblemático que nos deja como legado sea, justamente, haber politizado la maternidad para abrazar todos los dolores y todas las rebeldías que reclamaran su presencia.
Se fue sin haber cesado un solo día en la exigencia de Memoria, Verdad y Justicia por lxs 30 mil detenidxs-desaparecidxs, rabiosa lista en la que también estaba su hijo Carlos Gustavo Cortiñas.
Nos queda todo su legado por detrás y todo la historia por delante para que tanto fuego militante siga iluminando espíritus, memorias y rebeldías.
Hemos contraído una deuda eterna con Nora Cortiñas.
Que nos ayude a seguir caminando la vida para honrar su propia vida.
Hasta la victoria siempre.
Venceremos.
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