Beatriz Mechato Flores vendía medias. Murió atropellada por una moto cuando escapaba de la persecución policial. Hoy la despidieron en Plaza Once ante la atenta mirada de los responsables de su fallecimiento.
Beatriz Mechato Flores, vendedora ambulante de 76 años falleció el viernes cuando policías de la Ciudad la corrieron y persiguieron como si fuese una criminal. En el intento desesperado de huir de la cacería humana, Beatriz fue embestida por una moto que la dejó mal herida en el Hospital Ramos Mejía.
No les bastó a los policías que después de cinco días de padecimiento Beatriz perdiera la vida injustamente por un par de medias que estaba vendiendo en la zona de Once para sobrevivir y alimentar a su familia. No les bastó y fueron por más.
Andrea, vendedora de Once: “Esta mañana nos reunimos en plaza Once para despedir a la compañera Beatriz junto a sus familiares y amigos. La idea era que trajeran su cuerpo para hacer una ceremonia, y que después se la llevaran.Del otro lado de la plaza había un grupo de policías que se reían y se burlaban de lo que nosotros estábamos haciendo, pero allí no había nada gracioso: estábamos despidiendo a nuestra compañera fallecida. No soportamos esa actitud de la Policía y exigimos que se vayan, que nos dejaran tranquilos. La mayoría de los efectivos se retiraron, sólo quedó una moto.
Ahí decidimos hacer el corte total de la calle Pueyrredón y caminar hacia Perón, en dirección a la Agencia de Control Gubernamental porque los compañeros de VAIO (Vendedores Ambulantes Independientes de Once) tenían una reunión. Marchamos pacíficamente con coronas, con fotos de Beatriz, cantando con bombos y redoblantes”.
Sin embargo, al llegar a la puerta de la Agencia, les vendedores y las organizaciones sociales que acompañaron el pedido de justicia por Beatriz notaron que había cada vez más policías en las calles de alrededor. Notaron que les seguían persiguiendo y hostigando, como sucede a diario.
Y reaccionaron. Y de un momento a otro, corridas en Once. Una más. Esta vez con casi 30 detenidxs, entre ellxs, el dirigente Juan Grabois.
A esta hora ya están todxs libres.
Rivas, referente de los vendedores ambulantes de Once, asegura: “La Policía se reía de nosotros, se burlaban de nuestro reclamo. Los compañeros se sintieron discriminados y fueron contra ellos, rompieron los vidrios de afuera de la Agencia Gubernamental de Control. Ahí nos empezaron a reprimir, no les importó que haya mujeres discapacitadas, fueron por todos. Nosotros fuimos por una marcha pasiva, ellos fueron los protagonistas de todo lo que sucedió”.
“Sonaban las sirenas y llegaban más policías. A una compañera se le cayeron las coronas y los ramos de flores que llevamos para despedir a Beatriz. Yo atiné a levantarlas del suelo, mientras sostenía mi bolso con la mercadería para vender después. Vi cómo diez policías se tiraban encima de un compañero. Había muchos compañeros heridos. Yo logré escapar”, dice Andrea.
El relato es dramático, tanto como la imagen de las coronas y los ramos de flores volando por los aires. Con esta realidad cuesta creer que a les vendedores les dejen de perseguir, discriminar y hostigar. Cuesta creer que Beatriz descanse en paz.
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