Un Pinocho mirando las vidrieras en el barrio de Palermo

por Revista Cítrica
29 de mayo de 2015

La imaginativa situación se da en en el marco de la Bienal de Performance, que se desarrolla hasta el 7 de junio.

En el marco de la Bienal de Performance, que se desarrolla hasta el 7 de
junio en diversos espacios del país, el colectivo de artistas Mondongo, que
integran Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, presentan una performance que
transcurre en una vidriera de Palermo, donde un moderno y adulto Pinocho se
aboca a realizar diversos rituales de la cotidianeidad.


"No soy tan joven como para saberlo todo" es el título de esta obra que se
podrá ver desde el próximo domingo a las 20, únicamente desde la vereda de
Gurruchaga 2465, en la Vidriera Mondongo, un flamante espacio de exposición
y experimentación -sin cartel ni referencia-, muy cerca del taller donde
materializan sus obras estos artistas que cobraron reconocimiento por
trabajar con carne, galletitas, chicles y otros materiales inusuales.


El transeúnte desprevenido que pase por allí hasta el próximo sábado no
podrá dejar de sorprenderse con la impresionante réplica del Salón de
Espejos del Palacio de Versalles, una versión en pequeña escala y en
perspectiva, en la que se moverá este personaje adulto, interpretado por
José Fogwill -el hijo del escritor Rodolfo Fogwil.


Escondido en una moderna máscara de espejos de larga nariz y colores
plateados o dorados, Pinocho se abocará a realizar diferentes actividades,
que adquieren cariz de ritual, como barrer, cortar una torta, mirar
cuadritos de arte argentino, sentarse entre diferentes calaveras, entre
manos que se aparecen por los costados de esta impresionante construcción
realizada con plastilina y otros materiales.


"Serán como cuadros en movimiento. Como hacer un agujero dentro de la
realidad y ver", dice en una entrevista con Télam Manuel Mendanha (1976),
sentado cerca de su mujer, Juliana Laffitte (1974), en la intimidad de su
taller. "Además, lo de la vidriera es una combinación directa con el
público y nosotros siempre tuvimos esa fantasía", agrega.


"Visto desde afuera, es como un túnel, un palacio y dentro, encerrado, un
loco, que es Pinocho, que denota mucha soledad. Y después, cada escena
tiene algún tipo de alegoría", cuenta Laffitte, y ejemplifica con la parte
en que Pinocho se pasea con una suerte de vestido de novia y -desde las
ventanitas del costado- aparecen manos con tijeras que lo destrozan.


“El apropiarse de cuentos de la infancia no es nuevo en la obra de
Mondongo: usan la historia como un catalizador para exponer debilidades y
excesos de la humanidad. Aquí exhiben la vida adulta de Pinocho conservando
ciertos rasgos de lo inanimado", escribió sobre esta performance Oscar
Smoljan, director del Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén, quien los
convocó a la bienal.


Es que además de sus obras que han cobrado fama internacional, como la cara
de Maradona con cadenitas de oro, el rostro del Papa con hostias, el
retrato de los reyes de España con espejitos de colores,  Mondongo realizó
una serie de ilustraciones de Caperucita Roja de Perrault, en plastilina,
en donde la niña aparecía como una suerte de lolita y el lobo como un
elegante seductor.


"Evidentemente, tenemos una atracción medio especial con los cuentos
infantiles", reflexiona Juliana, y cuenta que desde el año pasado vienen
trabajando en varios dibujos y acuarelas dedicadas a la famosa marioneta de
madera que cobra vida en el taller de Gepetto.


El grupo -que en su origen lo conformaban tres integrantes y ahora solo
dos, ya que Agustina Picasso se radicó en Estados Unidos- viene de una
exitosa gira por museos de San Juan, Córdoba y Neuquén, donde se vieron sus
inmensos paisajes inspirados en la exuberante naturaleza de Entre Ríos,
confeccionados en plastilina, y retratos propios y de personajes de sus
mundo íntimo, en hilos de algodón.


Donde otrora funcionara una fiambrería clásica de Palermo -"el almacenero
era nuestro primer crítico, le mostrábamos nuestros cuadros y él decía 'me
gusta', 'no me gusta'"- y luego una tortería, se sucederá la vida de este
Pinocho, en una escenificación que incluye velas, calaveras, espejitos y
hasta una pequeña escoba de juguete, un cuadro vivo y muy artesanal. 

Además, en paralelo a la obra de Mondongo, Roberto Jacoby y Alejandro Ros
presentaran "Papelón" una suerte de pelotero lleno de bollos de papel, a
donde el público podrá zambullirse como si fuera una pileta: "el papel, que
siempre oficia de soporte para las piezas gráficas, pasa a convertirse en
sostén del público", explican. 

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