En la segunda semana de enero se registraron al menos siete violentas represiones en el país. Aquí un pequeño resumen de estas noticias que en muchos diarios se titularon con el eufemismo de "incidentes"
Siete días tiene una semana. Siete represiones tiene una semana en el país de la alegría. La felicidad tiene su costo.
La primera fue el martes bien temprano antes que en el Once ardiera el sol, cuando a la policía metropolitana, la misma que le cobra una coima a cada persona que tiene un puesto callejero, la mandaron a secuestrarle la mercadería a los manteros. La policía robó y le pegó a mujeres chicos y discapacitados. Los noteros de televisión celebraron el exterminio de los puestos callejeros.
Los palos más fuertes y sangrientos se trasladaron por la tarde a Chubut. Se los dio la Gendarmería a la comunidad mapuche Pu Lof en resistencia de Cushamen. Unos irreverentes que no quieren que Luciano Benetton sea el dueño de la tierra, de todas las tierras. Los cagaron a palos. Metieron presos a tres. También le pegaron a mujeres y niños. Además les destrozaron las casas.
Un rato más tarde un fotógrafo, una artesana, un docente, un chófer, un veterinario y un metalúrgico se acercaron a solidarizarse. Eso es un delito en el país de la alegría pero como no figura en el código penal les inventaron un cargo: robo de ganado. Y los persiguieron y los balearon. Para después meterlos presos y torturarlos. Tercera represión.
En Chubut, cada mapuche, cada persona que defiende a la tierra del daño de los terratenientes repite la misma frase: "Quieren matar a uno para asustarnos". Por eso el miércoles, como si con lo que hizo Gendarmería el martes no hubiera bastado, la que fue a reprimir al mismo lugar fue la policía. Dos personas internadas: una en terapia intensiva, otra cerca de perder un oído. Mientras tanto el gobernador habla de "incidentes". Y a Clarín lo único que le importa es el "papelón" de un diputado K que publicó fotos de otra represión.
El viernes volvió la Metropolitana a vaciar la Avenida Pueyrredón. A sacar a un grupo de manteros rebeldes que no llegaron a inscribirse en el censo organizado por el Gobierno de la Ciudad. Golpes y presos de vuelta. "Incidentes" dijeron de vuelta. Quinta represión.
Sábado por la tarde. Llega un audio desde Guaymallén, Mendoza. La que habla es Carmen, compañera de Rodrigo que acaba de ser detenido: "El Gobernador rompió la mesa de diálogo con los feriantes. Nos reprimieron. Nos pegaron a mujeres, a ancianos, a jubilados". Sexta represión.
Pero ninguna represión es completa sino se silencia, sino se disfraza de incidente. Entonces en vez de descansar, el aparato represivo estatal se expresa en los diarios. Y así la semana termina con Clarín, La Nación y unos cuantos otros reprimiendo las noticias. Tal vez haya sido un pliego que se imprimió mal, un simple olvido o capaz consideraron más importante contar que el presidente "tiene una afición aguda a Netflix y por eso no le queda tiempo para leer". Como sea, se trató de un nuevo incidente. De la séptima represión.
Siete años sin Daniel
En la madrugada del 5 de noviembre de 2011 tres policías sacaron a golpes del boliche Macuba en Choele Choel a Daniel Solano. Fue la última vez que se lo vio. Lo asesinaron pero su cuerpo aún no aparece y si bien siete policías fueron condenados a perpetua, sus prisiones aún no se hicieron efectivas.
A siete años del fusilamiento al maestro Fuentealba
La justicia aún no ha investigado la responsabilidad política de Jorge Sobisch, quien ordenó la represión.
Historias de una noche que duró siete años
Militantes, docentes, obreros, estudiantes, hombres y mujeres de a pie atravesados/as por una época sangrienta sin derecho al voto. Compartimos anécdotas cotidianas y no tanto en el especial 40 años, 40 historias.