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“Si no salimos a luchar, las balas van a ser para todos”

por Mariano Pagnucco
Fotos: Rodrigo Ruiz
16 de septiembre de 2024

El docente Diego Almada tiene en el cuerpo las heridas de los perdigones que recibió de la Policía cuando fue a acompañar la protesta de jubilados, mientras Diputados avalaba el veto presidencial al aumento de haberes. Lo que nos enseñan los viejos, las deudas de la juventud y el llamado a no abandonar las calles.

Diego Almada (42) apenas pudo dormir el miércoles a la noche. Por la adrenalina de la represión en los alrededores del Congreso mientras Diputados validaba el veto presidencial a la Ley de movilidad jubilatoria, y también porque en su cuerpo hay más de 20 heridas de perdigones que le impactaron a corta distancia. “Después de ver el miércoles pasado cómo habían reprimido a los jubilados, decíamos 'que no suceda eso, que no nos vayamos corriendo'. Pero igual fueron dos o tres minutos. Yo estaba ahí, cantando, protestando, y sentí que me explotó algo en la pierna, en el glúteo... en el culo, básicamente. Sentí que me explotó algo y sentí un dolor terrible. No me caí, pero sentí un dolor terrible”.

Diego es docente en escuelas de Moreno y General Rodríguez, oeste del conurbano bonaerense. Mientras hace reposo en su casa de Moreno y sigue con las curaciones para que las heridas no se infecten, repasa la jornada represiva: “En principio estaba todo bastante tranquilo, lleno de policías, todo militarizado, unas cuadras antes empezaba a haber motos, camiones, policías por todos lados, ya es un clima de época eso también, ¿no? Un aparato represivo a un nivel visto en momentos de dictadura. No sólo por la cantidad, sino también por cómo estaban... Vos veías cómo se les reían en la cara a los jubilados. Porque los jubilados les decían 'ustedes no tienen abuelos, no tienen hijos', y la Policía se reía. Hay una disposición para la represión, ahora están empoderados, de cierta manera legitimados, al menos por el Gobierno y tal vez por una parte de la sociedad también”.

–¿Qué clima había en la calle?

–La verdad que estaba dentro de todo tranquilo, había cantos. Yo estaba en la zona donde había algunas asambleas barriales, jubilados más que nada, y también algunos jóvenes. La verdad que estaba todo bastante tranquilo, y fue de un momento al otro, fue todo bastante rápido. Ahí en el Congreso no hay señal o hay muy poca señal. Después de la votación se enrareció el clima, vino un camión grande que se paró ahí frente al Congreso. La gente empezó con cantos más efusivos, más bronca, y la Policía se dispuso, digamos, en situación de activar. Ahí pasó lo de las vallas y, bueno, ahí fue el desbande. Empezaron con gases lacrimógenos, pero a un nivel y una cantidad terrible, muchos gases lacrimógenos, y las balas de goma. Fueron minutos, no fue mucho.  

–¿Qué pasó después de que recibiste los balazos?

–Ahí me fui un poco para el costado, entonces con el dolor perdí un poco de orientación y no sabía bien qué tenía, nunca me habían tirado con nada. Ahí la Policía nos empezó a hacer retroceder, empezamos a irnos para atrás y por suerte encontré a mi compañera, a mis dos compañeras que estaban ahí cerca. Ellas me revisaron y se dieron cuenta que tenía un montón de perdigones de goma. Había una ambulancia del SAME que no me quería atender porque estaban esperando a otro herido, y como no venía el otro herido y la ambulancia se tenía que mover, me hicieron subir. Ahí, cuando me bajaron los pantalones, se dieron cuenta que tenía que ir al hospital, porque yo subí para que me pongan una venda o algo. Me hicieron acostarme en una camisa y ahí me llevaron hasta el hospital Ramos Mejía. Me atendieron rápido, me atendieron bien, me hicieron las curaciones. Estuve en observación dos horas aproximadamente, pasaron calmantes por una vía, me vio un cirujano y un traumatólogo para ver si necesitaba algún tipo de intervención, evaluaron que no. La verdad que estaba recontra dolorido, fueron dos horas con un dolor terrible.

–¿Qué te llevó a estar en la calle el miércoles?

–Creo que no hay muchas salidas y si nos quedamos con eso, literalmente, nos come este Gobierno, y los jubilados, en cierta manera, nos mojaron la oreja a otras generaciones, porque el miércoles pasado estaban los jubilados adelante de la Policía. Y, bueno, ¿cómo no vamos a salir? Comparándolo con el 2017, con respecto a esta situación de los jubilados, también marcó un poco este clima de época de resignación, de bronca y resignación, en cuanto a la cantidad de gente que participó o que está sensibilizada con el tema. Me acuerdo de la reforma jubilatoria (NdR: diciembre de 2017, votación en el Congreso que se realizó en medio de una cruda represión), fue mucho más masivo también por ser un tema que estaba aun más en la agenda de un montón de colegas, de compañeros, incluso de medios de comunicación. 

–¿Esta mojada de oreja a vos particularmente te interpeló? 

–Sí, sin duda, sí, sí, ni hablar que sí. Ver esa situación de los jubilados y, bueno, tenemos que estar, como mínimo acompañar, estar ahí. ¿Viste las imágenes la otra vez? Policía pegándoles a jubilados, ensañándose, en el piso. Me parecía que nos estaban interpelando como sociedad, como nuevas generaciones. Yo ya no soy joven, pero yo veía gente de 70 años ahí adelante, cuando un montón de activismo, no sé, sectores del sindicalismo por ahí iban un rato a pasear, a sacarse las fotos, los jubilados realmente iban a reclamar y a protestar porque los están cagando de hambre. 

–¿Qué sensaciones tenés ahora que bajaste un poco?

–Lo primero es bronca, porque me tiraron por la espalda con un nivel de saña terrible. Pero más allá de mí, que estemos discutiendo si los jubilados van a ganar 16.000 o 18.000 pesos más es una vergüenza y el Gobierno se burla. Tendríamos que estar peleando realmente por un aumento digno. Los jubilados están yendo los miércoles al Congreso y encima los cagan a palos. ¿Cuál es la respuesta de los sectores que están dentro del Congreso y de las dirigencias sindicales? Muchos fueron a sacarse la foto y se fueron. Me dio bronca ver a tantos abuelos que fueron a protestar genuinamente, y después te enterás la guita que cuesta cada bala de goma o cada gas pimienta que hizo pelota a niños. Se nos están riendo en la cara y encima nos cagan a palos. Quieren hacernos tener miedo, lo han logrado con una parte de la población. Para el nivel de ajuste que están implementando tienen que aplicar esta represión y si siguen ajustando van a tener que llevar la represión a otro nivel. Da bronca también que muchos sindicatos y organizaciones políticas toman como un folclore ir a una marcha, sacarse una foto e irse a sus casas para quedarse tranquilos con su conciencia o quedar bien con sus dirigentes. Como pueblo tenemos que pensar qué hacer para resistir y enfrentar a este Gobierno. Tenemos que dar un debate serio, porque especular al 2025 o al 2027 para ver quién gana es medio miserable. Hoy están haciendo pelota a los viejos o a los docentes o a otros sectores. ¿Vamos a esperar a 2025? A mí no me amedrentan con esto, me genera la sensación contraria: no queda otra que salir a luchar, sino las balas van a ser para todos. Me tocó a mí pero le podría haber tocado a otra persona. Las balas y la miseria van a ser para todos, se van  a generalizar aun más. No nos queda otra que salir y ver cómo podemos resistir a las medidas del Gobierno, nos quieren meter miedo pero tenemos que seguir en las calles. Si no hacemos algo nos van a sacar lo poco que nos queda.