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"Los medios imponen que los jugadores son traidores a la patria"

por Revista Cítrica
30 de julio de 2017

En nuestro ciclo de Conversaciones en el Bauen, charlamos con el relator Matías Canillán acerca de cómo el periodismo deportivo se convirtió en una competencia por ver quién es más ingenioso para fusilar a quienes no salen campeones.

¿La influencia de los medios sobre los razonamientos de las personas está más cercano a ser un hecho real o se trata de una sobrevaloración?

No, los medios tienen una influencia brutal sobre la sociedad, y mucho más cuando el contexto es favorable. Esto es como cuando cae un entrenador. Hagamos una suposición: si existieran medios que hoy quisieran voltear a Gallardo de River, les resultaría imposible. Pero es muy diferente si esos mismos medios quisieran provocar la salida de un técnico que viene mal y es resistido por la gente. Argentina jugó mal contra Chile y perdió contra Bolivia. En ese momento los programas de fútbol de tv lanzan la encuesta: “Bauza debe seguir como técnico de la Selección?” Y así comienza una operación de prensa. Entonces, esta selección, que viene de perder tres finales, salen a la cancha, y a vos, el periodismo te dice: “estos tipos, no sólo vienen de perder tres finales, sino que además, quizá no nos lleven al mundial”.  Y andá después a cambiarle eso de la cabeza a un tipo, a un oyente, o televidente. Y eso es lo que los jugadores saben. Con una selección campeona del mundo, esto no pasa. No los podés tocar. Pero en este contexto, se animan a tomar carrera como lo están haciendo, para pegar cada vez más. Es una competencia para ver quién es más humillante con los jugadores de la selección. Y después ellos van a sus clubes, y es obvio que Messi tenga la tolerancia que tiene, de haber pasado seis clásicos contra Real Madrid sin hacer goles. ¿Quién le va a decir algo? Entonces va, hace un gol, y te define un partido en el minuto 92, porque sabe que –aunque no meta el gol- es Gardel igual. Acá no sirve que haga 4 goles en un partido, no alcanza, “tenés que ser campeón del mundo”. Es terrible eso. Y lo que duele del periodismo es que no ofrece estos atenuantes, este análisis para quienes escuchan la radio o ven televisión. Esa influencia de los medios es innegable y, para mí, crea, dirige y condiciona la opinión de la sociedad.

 

Es cierto que los medios que tienen más penetración son los que menos análisis tienen, como los audiovisuales.

Se trata de eso. Sería deseable poder establecer parámetros. Por ejemplo, yo llevo casi un año y medio sin conseguir un trabajo estable. Y eso me obligó a realizar un ejercicio personal, que no es fácil. El 27 de mayo de 2015, me despierto a la mañana y tenía el teléfono lleno de mensajes, con felicitaciones, diciéndome que era el día más importante de mi carrera. No entendía nada. Cuando prendí la televisión estaban todos los canales anunciando los arrestos de dirigentes y empresarios por el tema del Fifa Gate, que era algo que nosotros veníamos denunciando hacía quince años. Seis meses después nos habían echado de la radio, y ahora Torneos se quedó con todo de nuevo. Y apenas se cumplieron dos años del Fifa Gate. Entonces, cuando vos te enfrentás con una situación como esa, pensás: ¡Qué moraleja, loco!

Y ahí es cuando estás obligado al ejercicio de poner las cosas en el lugar que corresponde. Si exagerás, y lo ponés en un lugar muy alto, y te olvidás que tenés a toda tu familia con salud, que no te falta nada, sos injusto con lo que te tocó en la vida. Porque lamentablemente naturalizamos todo. Uno no se levanta a la mañana diciendo “qué bueno que puedo ver”, o “qué bueno que puedo caminar”. Y sin embargo, el día que te pasa algo, te das cuenta de lo importante que resultan tantas cosas de la vida que como las tenemos, no las valoramos. Y lo que creo que falta acá es parar un poco, y poner las cosas en el lugar que corresponden. Sin exagerar. Los jugadores de la selección no son traidores a la patria. Pero ese es el mensaje que se derrama a la sociedad. No hay conciencia de lo que puede provocar lo que se dice en un medio de comunicación. El periodismo se volvió muy irresponsable en cuanto a eso.

 

¿Parte de la violencia en el fútbol viene de ahí?

Totalmente.

 

Es un mensaje similar al que dicen “se quedan embarazadas para cobrar los planes”. No tiene goyete.

Es así. Es esa cosa del discurso masticado. La mayoría ni siquiera evalúa si lo que escucha tiene sustento o es absurdo. Lo recibe masticado por la prensa y lo repite. Por eso creo en la influencia brutal de los medios, porque construyen muchas de las opiniones que después se repiten en la sociedad. El mensaje es que son millonarios, que vienen para estar en el “club de amigos”. Sin embargo, a ese discurso le podríamos oponer que si los jugadores quisieran podrían fingir un problema físico, lo acuerdan con el médico del club y se quedan allá. Evitan el viaje a Argentina, que los critiquen antes, durante y después del partido. Se ahorran otro viaje al país de Sudamérica en el que se juegue el otro partido de la doble fecha, la vuelta de ese viaje, más críticas si no ganaron y el regreso al  país en el que juegan. Y encima de evitarse todo eso, durante esa semana, podrían elegir el lugar más hermoso del mundo para irse a descansar con su familia. Sin embargo, los tipos siguen viniendo en cada convocatoria, tomándose cada avión y yendo a jugar por amor a la Selección, porque hasta el dinero que reciben es irrelevante para ellos. Ahí es cuando insisto en el tema de valorar que los jugadores de la selección siguen viniendo cada vez que son convocados.

 

¿Y qué pasó que llegamos a este estado de decadencia en la profesión?

Mi teoría es que se fue instalando que hablar de manera coloquial o vulgar acercaba a los periodistas a la gente. Los hacía como más cercanos, más de entrecasa. Algo así como que vos prendés la radio y lo tenés al tipo sentado en tu casa, comiendo con vos. Y eso generó que –cada vez- se recurriera más a la grosería, y que, gente que antes era incapaz de decir una cosa como esa, ahora no tenga ningún problema en decirla. Porque se empezó a naturalizar. Se dicen groserías intolerables a cualquier hora del día. ¿Qué hago si lo estoy escuchando con mi hijo? ¿Por qué tengo que tolerar esta emboscada? No quiero que mi hijo escuche ese tipo de vocabulario. Quiero protegerlo. Y la  protección me la debería dar el medio, con el horario de protección al menor. ¿Qué derecho tiene un tipo a meterse, de esa manera, prepotente, en mi relación con mi hijo, para decir semejante barbaridad? Pero es así, y lamentablemente, con el paso del tiempo, y la hegemonía que existe, se naturaliza. Se instala como “el método”. Y si trabajás en un programa de esos, tenés que meter una puteada de vez en cuando. Porque si no te quedás afuera.

 

¿Alguna vez tuviste que cruzarte con algún colega por este tipo de cuestiones?

Jamás. En Continental me echaron, teniendo 40 años y medio, y era la primera vez en mi vida que me echaban de un trabajo. Es decir, soy combativo donde tengo que serlo, tener coraje de denunciar las cosas que hay que denunciar. Pero en los ámbitos en los que me muevo siempre tengo una actitud positiva y constructiva. Y he tenido compañeros de laburo con quienes tenía diferencias gigantescas. Nunca jamás en la vida tuve una discusión profesional con nadie. El recorrido me enseñó que nada colabora mas con un proyecto –cualquiera que sea- que un buen ambiente de trabajo. Si alguien me hubiera dicho alguna vez que esta profesión se iba a transformar en lo que es hoy, creo que me hubiese dedicado directamente a otra cosa.

 

¿Y hay otras cosas que te apasionen de esta manera?

No, la verdad que no. Supe que iba a hacer esto o a intentarlo al menos, desde que tengo siete años. Y ese deseo interior no cambió con los años. Y eso que a esa edad uno quiere ser astronauta u otras cosas. Ni siquiera jugador de fútbol. Jugué en un club de barrio, y nada más. Me encantaba el fútbol, por supuesto, pero ni siquiera llegué a fantasear con esa posibilidad. Pero un día apareció Víctor Hugo en mi casa, a través de la radio, en 1981, y yo, con seis años, que vivía todo el día para el fútbol, enloquecí. En mi familia no había antecedentes de periodistas, locutores ni nada relacionado a los medios. Pero me dije: yo quiero ser esto. E hice la primaria así, con ese pensamiento, decidí hacer cualquier secundaria, porque me daba lo mismo, convencido que iba a ser periodista deportivo. Hice industrial, porque un tío mío había puesto locales de óptica. Y pensé en recibirme de óptico, trabajar con él y con ese dinero  pagarme los estudios de periodismo deportivo. Y así lo hice.

 

¿Y cómo lo conociste a Víctor Hugo?

Empecé a estudiar en el Círculo de Periodistas Deportivos, porque un día, un amigo de un tío mío me hace ir a la Oral Deportiva. Lo vi al gordo Muñoz, un año antes de que se muriera. Después del programa hablé con Horacio García Blanco para que me aconsejara adonde estudiar y me mandó al Círculo. Me anoté, estudié, y terminé. Y empecé a peregrinar con mi currículum en mano. Hice todo lo que pude, trabajé para una audición partidaria de Platense, en La Hora Calamar; trabajé para un diario zonal, y demás cosas. Y busqué incansablemente trabajo, y no salía nada. En mi familia no teníamos contactos con nadie. Un año después ya estaba desanimado, y decidí estudiar Sociología porque tenía ganas de pasar por la facultad. Y me empezó a ocurrir que, tras tanto tiempo sin poder dar el salto de lo zonal a otra cosa mayor, empezaba a sentir esa angustia en la panza cada vez que salía otra vez a llevar CVs a los medios. Era todo frustración. Y un día dije: no sé que voy a hacer de mi vida, pero esto no lo quiero más. Estaba preparando un examen y en una cena le dije a mi familia que había decidido abandonar la búsqueda de trabajo de periodista. Hacia 4 años que me había recibido. No sabía qué iba a hacer pero fue una liberación terrible. Tenía unos 24 años, me liberó poder decirlo.

 

Llevabas 20 años con el discurso y la idea de ser periodista. No era poco, sino una gran mochila.

Totalmente. No lo podía ejercer. Y a mí me gustaba mucho cómo se hacía periodismo en esos tiempos. Por eso te decía que me siento un poco estafado por la profesión. Yo quería que fuese eso. A los pocos días, mi vieja me esperaba con la comida a mi llegada de la facultad, y me dice: “Te tengo que decir algo. Me quedé con mucha angustia cuando el otro día nos dijiste que abandonabas la búsqueda de trabajo como periodista”. Claro, ¡yo le estaba presentando a mi vieja la renuncia al sueño de mi vida, desde los seis años! Y me dijo: “me animé y le escribí una carta a Víctor Hugo. Y él me llamó a casa, y quiere conocerte”. (risas) Entonces después me enteré que mi vieja escribió una carta a máquina, se la mandó por mi hermana, para que la deje en mesa de entradas. Víctor Hugo la leyó, vio que estaba el teléfono y llamó a casa. Atendió mi hermano, que era el más chico de todos, que en esemomento tenía once años, y Víctor Hugo le dice:

-Hola, querido, ¿está tu mamá?

-No, ¿quién habla?

-Víctor Hugo. ¿Tenés para anotar? Anotá un teléfono.

Después mi vieja lo llamó, y Víctor Hugo le dijo que yo fuera a conocerlo. Fui a Continental, y me dijo que fuese a su programa de los sábados, que era Por Deporte, que no me podía prometer nada, y me tomó una prueba de voz. Ese día fue tremendo. Yo lo veía parado al lado del operador, y ahí estaba yo con el micrófono. Yo había hecho un programa de radio con amigos, también lo del programa de Platense, pero estaba sentado en el lugar a donde él se sentaba en Competencia. Era el Vaticano para mí. Estaba sentado en el lugar del Papa. Hice la prueba, y él me dijo que no podía prometerme nada ni ofrecerme nada. Que si quería podía venir el sábado, un par de meses, para ver cómo se trabajaba, y esas cosas. Me fui bastante frustrado, porque me había hecho muchas fantasías con ese encuentro. Y un amigo, Pablo Davis, con quien hacía la audición de Platense, me salvó. Me dijo que aproveche la oportunidad, que uno nunca sabe para dónde puede disparar la cuestión. “Hace una semana dijiste que no querías buscar más trabajo; lo conociste a Víctor Hugo; te dice que vayas el sábado…”, y al decirme esto me hizo ver la cuestión desde otro lugar. Y me dije: lo voy a disfrutar, y de última se lo contaré a mis nietos. Y empecé. Y te podés imaginar. Había estado 19 años esperando esa oportunidad, era un tren fuera de control. Iba durante la semana a laburar, le hacía 25 producciones para Por Deporte, y cuando Víctor Hugo se sentaba a hacer el programa, ya estaba todo preparado. Y Fabiana Segovia, que tuve la gran suerte de tenerla al lado, le decía a Víctor Hugo lo que yo había hecho y me daba todo el crédito. Pasó un mes, y Víctor Hugo me dijo que desde el mes siguiente me iba a pagar un sueldito de su bolsillo (jamás permitió que nadie trabajará para él sin cobrar). Y empecé de a poquito, seguí. Produje notas para Competencia. Después me pasé directamente a esa producción. Para agosto de 2001, él logró que me efectivizaran, un año después de haber empezado. Y después, haber pasado a la mesa de Competencia también fue otra situación gloriosa.

 

¿Tenés otro tipo de intereses dentro del periodismo?

Sí, por supuesto, pero no siento que esté preparado para otra cosa. No siento tener el armazón que tengo para el periodismo deportivo, como para hacer otro tipo de periodismo. Creo que me falta interiorizarme en un montón de temas, como por ejemplo la economía, ante lo cual no puedo opinar. Del Fifa Gate, de la corrupción de la AFA, de Conmebol, de lo que vos quieras, y tengo herramientas para discutir con el que vos quieras. Todo eso lo conozco como nada. Pero si vos no tenés esa profundidad en otros ámbitos, no podés dedicarte. Tenés una inhabilitación para opinar. Entonces creo que el problema es ese: creo que dejó de verse en serio al periodismo. Hoy el periodismo da una flexibilidad muy grande, para los que quieren ejercer. Pero ¿cómo podés hablar de la realidad económica si no conocés mínimamente lo que es el keynesianismo, por ejemplo? Y no tengo la formación que me permita poder hacerlo. Uno no podría hablar en serio de eso, porque sino lo que uno haría es repetir lo que te dijo otro que entiende del tema. Es mi forma de verlo. Es como lo que te decía de los pibes que están estudiando. ¿Para qué le voy a ir a hablar a un pibe que estudia periodismo sobre Panzeri y Rodolfo Walsh?, si después, en las redacciones le dicen: no flaco, vos de tal dirigente no podés hablar porque no se puede, acá no se puede.

 

¿Las empresas periodísticas han terminado por matar al periodismo?

Yo creo que la realidad mutó mucho justamente por eso, y es tan frustrante. Antes, como en toda empresa, siempre existía el tironeo entre el periodista y el redactor, o el hombre que trabajaba en publicidad. Y tenías algún condicionamiento. Eran empresas periodísticas, que, en algún momento,  entraban en conflicto con la línea editorial por alguna cuestión. Ahora es al revés. Las empresas multinacionales compran medios, para extorsionar a la política, y bajan línea. Y terminás siendo un jefe de presa de ellos. ¿Qué capacidad tenés para escribir algo en alguna parte? Ese es el gran problema, los medios se transformaron en factores de poder y nada más. Eso es brutal, porque está muy enfrentado a lo que nosotros estudiamos. El escenario cambió mucho.