"El regreso de Lula representa la esperanza de reconstruir el país"

por Revista Cítrica
Fotos: Agencia Télam
31 de octubre de 2022

Michelle de Mello, periodista del portal Brasil de Fato, analiza qué significa el fin del fascismo que impuso Jair Bolsonaro en Brasil y cómo impactará en la región el regreso de un Gobierno más cercano a las necesidades del pueblo.

Luego de cuatro años de un Gobierno que sumió a Brasil en la pobreza, la exclusión, el odio y la violencia sobre mujeres, gays, lesbianas, trans, personas pobres y racializadas, el país hermano eligió como Presidente en el balotaje, en un apretado conteo de votos, a Luiz Inácio “Lula” Da Silva, el referente indiscutido del Partido de los Trabajadores.

Michelle de Mello, periodista y reportera del portal Brasil de Fato, analiza qué significa el fin de ciclo facista que impuso Jair Bolsonaro en Brasil, el período que se abre con la vuelta de Lula y cómo impactará en la región la llegada de un Gobierno más cercano a las necesidades del pueblo.

"Bolsonaro deja un país dividido, un legado de destrucción, desinformación, fake news, muerte y aislamiento internacional."

–¿Qué representa para Brasil el regreso de Lula?

–El regreso de Lula al Gobierno representa una esperanza para empezar a reconstruir el país, porque durante los últimos seis años, desde el golpe de Estado que interrumpió el Gobierno de Dilma Russeff, hemos vivido toda una serie de retrocesos y pérdidas en todos los sentidos de destrucción y contrarreformas que nos han quitado derechos. Lula recibirá un país en condiciones muy adversas con un Congreso en contra y una sociedad dividida. Es una esperanza que podamos volver a tener un Gobierno que se preocupe por combatir el hambre, garantizar los ingresos básicos de todas las familias, un Gobierno que piense en generar empleo, en los derechos sociales, en los derechos reproductivos y sexuales de todes, un Gobierno que tenga en su política exterior una política autónoma y que piense la integración regional. Es un Gobierno de esperanza que nos da la posibilidad de reconstruir el país y caminar por un camino de paz, tranquilidad, estabilidad económica y de integración regional.

–¿Qué país deja Jair Bolsonaro en términos sociales, económicos y políticos?

–Bolsonaro nos deja las peores herencias posibles, un país totalmente destruido que batió todos los récords de deforestación, de quemas en la Amazonía. Un país que vuelve al mapa del hambre con 33 millones de personas en situación de hambre y casi 120 millones de personas en situación de algún nivel de inseguridad alimentaria, es decir, que no pueden hacer las tres comidas del día como deberían siendo Brasil el mayor productor de alimentos del mundo. Bolsonaro deja un país que antes era invitado a ocupar espacios importantes de representación en las Naciones Unidas como, por ejemplo, en la presidencia de la FAO o como representantes y garantes de las negociaciones de los acuerdos de Paz en Colombia; dejamos de ser ese país que buscaba un espacio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para finalmente ser considerado un par internacional. Además de la destrucción del medio ambiente, de la situación de hambre, Bolsonaro deja un legado de la liberación de armas. Tenemos hoy más de un millón de personas en un año que han accedido a la posesión de armas, o sea que han accedido a armas de fuego.

"Lula recibirá un país en condiciones muy adversas con un Congreso en contra y una sociedad dividida."

–También dejó una huella sanitaria negativa con el manejo que hizo de la pandemia.

–Padecimos su pésima gestión del período de emergencia sanitaria de la pandemia, que nos deja nuevamente un legado de muerte: casi 700 mil muertos por el Covid-19 y hay muchos estudios que apuntan a que por lo menos 400 mil muertes pudieron haber sido evitadas si el Gobierno no hubiera retrasado la compra de vacunas, ni hubiera hecho negocios a oscuras con las vacunas, como ya se sabe por investigaciones, incluso del Senado, de que el Gobierno estaba cobrando un dólar por vacuna. Bolsonaro deja un país dividido, un legado de destrucción, desinformación, fake news, muerte y aislamiento internacional.

–¿Qué representa el ingreso de diputades trans e indígenas en el plano legislativo, disputándole el poder a los sectores de derecha?

–El ingreso de diputades trans, de la comunidad LGBTQ+ y de indígenas representa la lucha de clases, representa que existimos, que aquí estamos y que luchamos para tener nuestros espacios y disputarlos también en la política institucional. Es importantísimo mantener la organización de base, los espacios de reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTQ+, de las mujeres, de los indígenas y de la comunidad afrodescendiente en los espacios tradicionales de organización, en la calle, pero también en los espacios de la política institucional. Creo que en Brasil hemos avanzado en ese sentido, así como en otros países de la región, y esas victorias representan un momento de mayor madurez, de una visión política del campo de izquierda de entender que esos espacios también deben ser disputados.

–¿Cuál es la lectura de esos espacios de izquierda sobre la disputa parlamentaria?

–Que allí también podemos tener posibilidades de hacer políticas que promuevan la inclusión, el respeto y el reconocimiento a la existencia de los derechos de estas comunidades y trabajar para acabar con la violencia y las acciones de discriminación que todavía están muy presentes. Que hayan ganado estes diputades representa que el discurso de la izquierda y de los sectores que son mayoría puede llegar a las personas y representa que el pueblo está decidido a votar a las personas con las cuales se identifica y se ve reflejado, y yo creo que eso es una victoria del campo popular. Tenemos mucho que avanzar, pero sin dudas son victorias importantes.

–¿Qué rol puede volver a jugar Brasil en la región latinoamericana?

–El triunfo de Lula es visto como la última pieza clave de los procesos electorales en la región, sobre todo de los últimos dos años. Los pueblos de la región hemos vuelto a elegir gobiernos del campo progresista, luego de que vivimos en el inicio de los años 2000 lo que se llamó "la bola rosada" o "la década ganada" con varios gobiernos que buscaban una integración y que tenían un tinte progresista o de izquierda. Luego vivimos todo un período de golpes de Estado, de políticas de desestabilización promovidas desde los Estados Unidos y también derrotas electorales. Ahora nuevamente la región vuelve a la izquierda o vuelve a elegir gobiernos que tengan un plan, una propuesta, un proyecto que piensa la integración y que piensa en los pueblos y en la gente que más necesita. La victoria de Lula representa que podamos nuevamente pensar en un proyecto de integración regional y de fortalecimiento de las iniciativas que ya existían antes y que incluso fueron creadas por muchos de esos Gobiernos con el apoyo de Lula y de Dilma, tales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). Lula ha dicho que buscará promover esa integración, no sólo desde el punto de vista económico, lo que ya es una muy buena noticia, la propuesta de crear la moneda regional que nos unifique y que facilite el comercio entre nuestros países; sino también pensar una integración cultural y social. Anteriormente vimos un proceso de integración de este tipo en, por ejemplo, iniciativas como la Universidad de la Integración Latinoamericana (UNILA) en la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay. La propuesta de Lula debe volver a integrarnos desde una perspectiva más amplia, cultural, social y educacional, apunta hacia eso.

–La reunificación regional se daría en un contexto mundial cada vez más complejo.

–En un escenario y un contexto global en el que el mundo parece nuevamente dividirse en dos grandes polos, un polo de influencia euroasiático y un polo de influencia de las potencias del Atlántico Norte, de las potencias occidentales, es fundamental que Latinoamérica tenga un proyecto autónomo, soberano y que promueva la integración para que podamos expresarnos en el mundo y existir, en ese contexto geopolítico global tan tenso, como un bloque unificado que piensa en nuestros intereses. Creo que la victoria de Lula apunta hacia esa última fuerza de la mayor economía regional mirando hacia los países vecinos, hacia la integración y hacia Latinoamérica como una Patria Grande.

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