“Brasil le debe al mundo una respuesta por lo de Marielle”
por Revista Cítrica06 de octubre de 2018
La compañera de Marielle Franco, la concejala de Río de Janeiro acribillada en marzo, vino a la Argentina para reforzar la búsqueda de justicia. El encuentro con las Madres y Abuelas, qué diferencia observa entre la lucha de argentinas y brasileñas, las elecciones que se vienen y el recuerdo de su pareja, asesinada por denunciar la represión militar en las favelas cariocas.
El 14 de marzo de 2018, la vida de Mónica Benicio dio un giro inesperado. El asesinato de su pareja, Marielle Franco, la concejala de Río de Janeiro acribillada por denunciar la violencia militar en las favelas cariocas, la rompió por dentro, pero automáticamente la impulsó hacia una situación desconocida, inimaginada: casi de un día para el otro, Mónica transformó su rutina académica en una rutina de lucha, atravesada por expedientes judiciales, líneas de investigación y reuniones en diversos países. “Cuidaba de mi perro y de mi jardín. Ahora mi cachorro se está muriendo. Mi jardín ya murió. Hoy mi vida es un caos. Y antes era playa”, resume, pero no con voz de lamento, sino con firmeza.
Mónica estuvo en Buenos Aires una semana. A diferencia de las otras dos veces que había venido, no tuvo tiempo para pasear. Llegó hasta acá –como llega a tantos otros lados– buscando justicia por su compañera. Y en esa búsqueda fue homenajeada en el Senado argentino, conoció y se emocionó con las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, se reunió con políticos y referentes de Derechos Humanos, organizó un encuentro con compatriotas de Brasil y estuvo dándole entrevistas a periodistas. “Soy casi una pop star”, se ríe. Es viernes, y en el medio de esa agenda sin casilleros libres, conoció el Hotel Bauen y su historia. También la redacción de Cítrica, donde habló mientras tomaba un mate amargo que mucho no le gustó, y que después reemplazó con un café.
Tenés el pañuelo verde en tu muñeca. ¿Cómo viviste desde tu posición esta marea que lucha por legalizar el aborto en Argentina?
La historia de las argentinas con respecto a la cuestión del aborto es muy parecida a la nuestra. La diferencia es que las mujeres argentinas hicieron de esto un acto histórico. Desgraciadamente terminó con la negativa. Es lamentable, porque las mujeres van a continuar abortando. En Brasil, por ejemplo, las mujeres de clase media lo hacen en clínicas clandestinas, y van a continuar haciéndolo. Pero aquellas que son pobres, se lo hacen y mueren. Es un debate intenso y complejo, pero precisamos trazar una pauta para que las mujeres paren de morir. Intenté venir a Buenos Aires para el día de la decisión pero no conseguí viajar. Igualmente, me quedé muy feliz con la manifestación que hubo aquí. Intentamos hacer algo similar en Brasil, pero fue un acto mucho menor del que se hizo aquí.
¿Por qué creés que la iniciativa tiene menor repercusión en Brasil?
Creo que pasa por la construcción de nuestra historia de resistencia. De cómo los brasileños y brasileñas acostumbran a lidiar con algunas cuestiones. Ustedes tienen una tradición de lucha: salen a la calle y se manifiestan por cualquier tipo de protesta y problema que tengan. Los brasileños, en general, vamos a las calles cuando la tragedia es muy grande. Y no tenemos esa cultura de la protesta. Influyen varios factores. La policía siempre tiene una reacción muy violenta en las manifestaciones. Eso genera miedo o inseguridad en la personas. También existe una cuestión de desconfianza: el brasileño piensa que todo siempre estará igual y que nunca va a cambiar, y en consecuencia no sale a la calle para tratar de cambiar esa realidad.
Vos sos arquitecta. ¿Creés que el diseño de nuestras ciudades –Río de Janeiro, Buenos Aires y en general todas las latinoamericanas- propicia más violencia?
Tienen mucha relación y mucho que ver. En Río, por ejemplo, tenemos una ciudad extremadamente segregada, donde la periferia y las favelas están sectorizadas en un diseño de ciudad que -en verdad- es un proyecto político para reforzar la no inclusión de la población pobre. Hice una investigación sobre el debate del derecho a la ciudad en el que busqué que las personas entiendan cómo se puede generar un movimiento más fluido con las zonas de las favelas y la periferia, con más conexión con el resto de la ciudad –que denominamos "ciudad formal"–. Porque el mapa de Río de Janeiro es muy expresivo, muy simbólico a la hora de entender cómo fue el proceso de ocupación y de construcción de la ciudad. Y creo que toda América Latina padece este contexto.
Dijiste, a los pocos meses que asesinaron a Marielle, que te habías encontrado con una red de contención mundial. ¿Cómo se siente eso en Argentina?
Con mucho cariño. Tuve una agenda intensa, con muchas actividades, con mucha solidaridad hacia mí, y fue todo muy importante. Estuve con el colectivo de Ni Una Menos y una de las cosas que pedí fue que me enseñaran a entender la historia de Argentina, sus procesos de lucha. En uno de los encuentros, una de las Abuelas de Plaza de Mayo me dijo: ustedes no son un ejemplo de Justicia, pero son un ejemplo de lucha. Fue una frase que me quedó en la cabeza, porque es real. Vine a eso: a entender y aprender con ustedes. A fortalecerme para darle continuidad a mí lucha. Y eso fue lo que recibí.
¿Cómo fue ese encuentro con las Madres y con las Abuelas?
Fue muy emocionante. Cuando leí las historias de ellas yo siempre me quedaba pensando: ¿cómo es que consiguen ser como son? ¿de dónde sacan la fuerza? Hasta que el 14 de marzo la vida me colocó en una posición de lucha similar. Si me hubieran contado en la mañana del 14 de marzo que yo me iba a poner en este lugar, hubiese dicho que jamás tendría esas fuerzas. Haber estado con ellas, en ese encuentro, fue inspirador porque me fortalece, y me dan ganas de continuar luchando. Porque si ellas hacen lo que hacen, con la historia y el dolor que tienen, no existe otro opción.
“Antes estaba metida todo el tiempo en la Universidad. Iba a la playa, a visitar a mi familia, cuidaba de mi perro y de mi jardín. Hoy mi vida es un caos”
En el camino para recuperar a sus nietos, las Abuelas siempre dicen que ellas buscan justicia, no venganza. ¿Cuál es el objetivo final de tu lucha?
Yo comencé esta lucha sin entender mucho qué era lo que estaba haciendo. Fue algo automático. La vida me fue empujando para este lugar. La verdad es que yo no lo fui construyendo ni intentando elaborar. Todo simplemente ocurrió. Entonces es difícil imaginar cómo es que esto va a terminar. Porque estoy de acuerdo: no estoy buscando venganza, estoy buscando justicia. Pero esa justicia no va a llegar con el resultado de las investigaciones sobre lo que le ocurrió a Marielle. Eso es una parte. Creo que hoy Brasil debe demostrar que tiene algo de democracia aún. Una democracia que nos es retirada diariamente, no solamente en Brasil, sino en toda América Latina. El Estado brasileño le debe al mundo una respuesta satisfactoria por lo de Marielle. Pero después de esto hay una lucha que continúa. Porque la justicia por Marielle tiene que garantizar que a nadie más le suceda lo que le sucedió a ella.
¿Cómo está la causa judicial ahora?
Está en la nada. Estamos a seis meses y lo que tenemos son solamente especulaciones a través de los medios. El Estado está receloso a interceder. Es muy angustiante. Yo quiero creer que estamos caminando para llegar a un resultado y un desenlace correcto de la investigación. Pero actualmente, en Brasil, encuentro mucha resistencia por parte de las autoridades de participar en el caso. Mientras tanto, sigo intentando avanzar en lo que se pueda.
¿Cómo era tu vida antes del asesinato de Marielle?
Muy divertida... y tranquila. Solamente estaba dedicada a mis estudios, a mi maestría. Cuidaba de la casa, pasaba el día entero en la universidad, en la biblioteca. Escribía. Iba a la playa los fines de semana. Estaba metida todo el tiempo en la Universidad Católica, tranquila. Iba a visitar a mi familia y todo ese tipo de cosas. Cuidaba de mi perro y de mi jardín. Ahora mi cachorro se está muriendo. Mi jardín ya murió. Yo estoy amarilla porque no voy más a la playa. Mis sobrinos me mandan audios preguntándome: “Tía ¿qué pasó?” Es un caos. Hoy mi vida es un caos. Y antes era playa.
¿Qué es lo que más extrañas de Marielle?
Uf. Qué pregunta. Podría contestar que extraño tener sexo con ella, por ejemplo, para responder de una forma divertida. Pero en verdad, lo que extraño es todo: la convivencia, y nuestra vida anterior, que era tranquila.
¿Te gustaría ocupar algún cargo político en el futuro?
Hoy estoy en una lucha muy específica y tengo una agenda que es casi como la de una pop star. No tuve tiempo de pensar sobre eso. Nunca fue un espacio que pensé ocupar, pero si pudiera contribuir en algo de forma positiva, no lo descartaría. Sobre todo entendiendo la lucha de hoy y el escenario político que tenemos en Río de Janeiro y en todo Brasil.
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El 7 de octubre habrá elecciones en Brasil, y toda la región está mirando ese proceso, con la frustración por la proscripción y cárcel de Lula da Silva -el candidato con mayor intención de voto- y el miedo al ascenso del fascista Jair Bolsonaro, al que atacaron con un cuchillo cuando Mónica estaba en Buenos Aires.
¿Qué análisis puede hacerse de ese ataque?
Yo repudio todos los actos de violencia. No creo en esa política. Lo que ocurrió fue absurdo. No comparto con Bolsonaro ninguna idea ni ninguna pauta, pero eso no puede suceder. Sin embargo, la violencia genera más violencia: si vos incitás a la violencia, es inevitable que la violencia también esté alrededor tuyo.
Con Lula proscripto, ¿dónde están las esperanzas?
Yo hice campaña por Boulos, un candidato que no tiene muchas chances de llegar a ser presidente pero que si lo consiguiera haría un trabajo similar al que hizo Lula, desde el punto de vista de una política inclusiva. Es del PSOL y tiene como candidata a vice a Sonia Guajajara, una mujer indígena. Yo los apoyo y los voy a continuar apoyando. Porque si mirás a los demás candidatos, el escenario es dramático.
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