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"Los hombres se hacían los tontos"

por Revista Cítrica
23 de septiembre de 2017

Se cumplen 70 años de la promulgación del voto femenino. Dora Roldán acompañó -junto a su madre María- a Evita adentro y afuera del Congreso en aquella lucha.

"Acá estamos nosotras”, “Queremos nuestros derechos", “Queremos votar”, bramaban las mujeres en la Cámara de Diputados y en las calles con unos carteles enormes, de palco a palco, de esquina a esquina. Las consignas son viejas, de hace más de 70 años. Pero se hicieron escuchar bien fuerte ante los oídos sordos de los radicales y los conservadores. Costó mucho pero las mujeres ganaron su derecho al voto. 

“Costó muchísimo” remarca Dora, mujer que fue testigo privilegiada de aquella lucha: su madre, María Roldán, fue una sindicalista que movió cielo y tierra - junto a otras trabajadoras- para que la sociedad dejara de apartarlas y les diera el derecho a expresarse con el voto. “Me acuerdo que con un montón de mujeres del frigorífico íbamos a verla a Evita, porque los hombres se hacían los tontos y no trataban en el Congreso lo del voto de la mujer. Entonces Evita nos mandaba un vehículo grande y mamá juntaba a todas las mujeres e íbamos a Buenos Aires a incursionar en la Cámara de Diputados, pidiendo el voto, en los palcos. Llevábamos leyendas y los hombres se hacían los tontos. Más que nadie, los radicales. Siempre recuerdo que Ricardo Guardo, el presidente de la Cámara, no nos daba bolilla”, relata Dora en diálogo con Cítrica.

Pero con la figura de Evita, y la lucha de María Roldán y muchas otras mujeres, finalmente se tuvo que tratar la ley. “La sancionaron en el 47 pero dieron tantas vueltas que recién votamos en el 51. ¿Te das cuenta cuánto se tardó? Fue apoteótico. Evita, unos días antes vino a Berisso para agradecernos a todas, a mi vieja principalmente, y a todas las mujeres que habíamos ido y venido de Capital, hasta poder entrar al Congreso”.

Dora tiene 87 lúcidos años. Es cancionista y da talleres de canto. Y le preocupa el presente, por eso cuando recuerda los tiempos en que su madre arriesgó su vida y fue presa por luchar por los derechos de las trabajadoras y los trabajadores dice que “fue una época muy dura, todo estaba muy crudo” y compara “estaban haciendo las cosas que están haciendo ahora. Desgraciadamente estamos cayendo en la misma ciénaga”.

“Conseguimos el voto femenino pero siempre teniendo la desventaja de tener tres hombres por cada mujer en las cámaras, recién ahora se va a equiparar. Después de tantos años ”, se entusiasma.

-La lucha sigue, entonces.

-Sí. Por ejemplo cuando hay una reunión de la CGT, nunca hay una mujer en el palco. Decime si en alguna reunión importante del Gobierno ves muchas mujeres. Siempre son unos quince hombres y dos o tres mujeres. Ahí te das cuenta que para que la mujer tenga su espacio tiene que empujar. Cuesta mucho, pero creo que tenemos más capacidad para entender las necesidades de un país. Estamos más cerca del dolor, de la ayuda. Por ser mujeres, precisamente. Por eso también el hombre, en su egoísmo, por escalar, por tener mucho dinero, no tiene ese mismo sentimiento. Entonces muchas veces, con sentimiento se llega a la gente, pero no se llega al poder.

¿Qué líneas de similitud trazás entre aquellos tiempos de pugna por votar, y estos tiempos, en los que se sale a la calle por otras cuestiones?

La situación actual es muy penosa. Me duele mucho lo que está pasando. Soy una señora grande, y esto a mí me tiene enferma. No puedo ser feliz viendo todo lo que pasa acá y en el mundo.Yo viví en una pieza, en un conventillo, con mi papá y mis hermanos. Mi padre a veces trabajaba 18 horas y mi mamá trabajaba a la par. Cómo puede saber lo que es eso una mujer que no conoció el dolor, que nunca tuvo para comer un sábado a la noche un jarro con pan duro o un mate cocido, e irse a la cama para que el hermanito no pida más. Esas personas que nunca pasaron hambre no pueden interpretar al que no ha tenido nunca nada, y sigue luchando, para poder llevar un dinero a la casa, y que cada vez le alcanza menos.