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¡A desear, mi amor!

Jésica Farías
Fotos: Rodrigo Ruiz
28 de agosto de 2024

Mariana Weschler es diseñadora gráfica y escritora. Solana Baisburd coordina grupos de adolescentes y jóvenes con discapacidad intelectual. También son madre e hija, y juntas escribieron un libro que rompe con estereotipos sobre la sexualidad disca.

¿Cuántas historias de sexo o amor disca leíste, escuchaste, viviste? En Los besos después por favor. Historias de amores disca, que editó Chirimbote, Mariana Weschler y Solana Baisburd escribieron diez relatos donde las y los protagonistas son personas adultas con discapacidad intelectual a las que no se romantiza. En sus páginas hay erotismo, amor, deseo, fantasías, enamoramiento. Hay unas tremendas ganas de terminar con la norma, esa que cataloga y que siempre deja afuera. De empezar a saldar una deuda histórica. De hacer una Edicación Sexual Integral para todas, todos y todes, pero de verdad y lo más pronto posible.

Entre mate y mate, por acá se toma con manzanilla, Solana reflexiona: “No hay otros libros parecidos a este porque hay miedo a nombrar la discapacidad como tal. Entonces contar historias de personas que nunca se nombran es difícil”. ¿Cómo empezó todo? Compartió anécdotas de sus grupos, talleres y cursadas con Mariana. Ellas son madre e hija, también hermana y mamá de una joven disca. Primero pensaron en una historieta, pero después les pareció mejor escribir relatos y sumarle ilustraciones. Y, "aunque fue difícil encontrar una editorial que tenga interés en el tema”, como confirman, apareció Chirimbote y todas esas ideas se convirtieron en libro. Y uno muy bueno.

“Lo que generalmente ocurre respecto a la sexualidad de las personas con discapacidad es que parece -reflexiona Mariana- que no pasan cosas, salvo las prohibidas como el abuso, por ejemplo. Aparece el fantasma de lo que puede pasar”. Vivir una vida libre de violencias es un derecho, pero también lo es la sexualidad plena, autónoma, con información y cuidados porque si no, ¿dónde quedan el enamoramiento, el deseo, las fantasías?  Al respecto, Silvina Peirano, profesora de educación especial y especialista en sexualidad y diversidad funcional, señala en el epílogo del libro: “Cada relato posee un registro de diálogos sencillos y genuinos, que parecen poner imágenes a las escenas que acontecen en el interior de muchas familias o instituciones, de cada cuarto privado devenido en público; o en el trayecto monótono entre terapia y terapia. Constituyen la demanda histórica de acceder al espacio público, haciendo colectivos los problemas privados asociados a la discapacidad”. 

Cuando hablamos con las autoras sobre cómo se concibe a la sexualidad de las personas con discapacidad, hacemos un repaso por esas ideas erróneas que pululan en la sociedad: que son “angelitos”, que no se les concibe como adultas y adultos. Mucho se habla de la infantilización de les disca, que no es más que violencia -esa reflexión es de Julia Risso Villani, autora de Curvaturas. El dolor nunca tuerce el deseo, también editado por Chirimbote. Los dos libros se terminaron de imprimir en mayo, para ese mes el Gobierno Nacional ya había despedido a centenas de trabajadoras y trabajadores de la Agencia Nacional de Discapacidad, desregulado, suspendido políticas públicas, deteriorado pensiones no contributivas.

 

Presentes

Los relatos de Los besos después por favor buscan dar espacio a historias de personas que no se muestran, que no se ven, pero que son parte de la sociedad. ¿Qué pasa cuando se leen en casa, escuelas, viajando en algún transporte público, en terapias y talleres? “Nos cuentan que dicen ´a mí me pasó´, ´esa persona es como yo´, ´a mí también me gusta un chico y no sé cómo decírselo´. Se identifican, se sienten interpelados. Y muchas personas que no tienen discapacidad también se sintieron identificadas con estos relatos, y eso me pareció muy interesante porque me dicen ´che, le pasa lo mismo que me puede pasar a mí´”, responden Solana y Mariana. Tal como su libro, la respuesta es coral y se celebra. 

Además de los diez relatos, hay ilustraciones que hizo Mariana. En una se ve a dos personas chapando con ganas -hasta vuelan algunas llamitas a su alrededor-. Una está de espaldas y a la otra apenas se le ven los pies, la cabeza reclinada, los ojos cerrados y una mano sobre el culo de su compa. Sobre las dos aparece una pregunta: “Si en tu casa no, y en la mía no… ¿dónde?”. De eso también se trata el libro, de hacernos reflexionar para refrescar abordajes sobre la sexualidad y la discapacidad. “Buscamos empatizar con las familias, con las instituciones”, aporta Solana, que toma un último mate. Y sí, yo los cebo con una rapidez que las rondas parecen una carrera de TC. Así se lee Los besos después por favor: cada página se devora y cada historia picotea el cerebro, no pasa desapercibida. Claro, siempre hay una preferida. La mía -y de un montón más- es la de Sara, sin diminutivo. Ella es la protagonista, una adulta de 53 años con discapacidad intelectual que vive con su mamá y papá ¿por qué con su trabajo en un cotillón de Once no puede pagar un alquiler o por qué su familia no cree que esté bueno que viva sola? Todo comienza con una celebración religiosa: olorcito a comida, casa llena. Cuando un sobrino le pregunta sobre cuándo irán por una birra, ¿ella es la que responde o su mamá? Las horas pasan, los días también y ya es domingo, día de actividad judía. La pasa a buscar Miguel, el chofer de confianza. Pero, y los pero son re importantes, esta vez ni ella ni él llegan a las 17.45 horas como siempre. Esta vez no. ¿La familia cree que Sara puede haberse quedado a tomar por ahí o piensa lo peor y se apura por ir a una comisaría? 

“Hay una clara necesidad de una ESI para todos, para toda la familia. El relato también permite empatizar con las familias porque entendemos que los miedos son válidos y da cuenta de que es necesario trabajar la Educación Sexual Integral con la persona y con su entorno”, aporta Solana. De brindar información veraz, científicamente comprobada, con formatos accesibles se trata. Y de que que todas, todos y todes pueden acceder sin ninguna traba. Sin golpes bajos, sin aburrir, con pasión y ganas este libro hace todo eso. La manera en que está escrito permite ver a las y los protagonistas, a imaginarles. 

“Y eso permite valorizar la trayectoria y vida de esa otra persona, da cuenta de que es una historia que merece ser contada. Y los dibujos permiten visibilizar otros cuerpos, otras miradas, otras formas de expresarse, de amar, de querer y quitar el foco del coitocentrismo”, sigue Solana. Mariana suma, le pone un punto final a la entrevista y nos deja, en tiempos donde cuesta tanto, un sabor dulce: “La próxima vez que vean a una persona con discapacidad, ya la van a ver de una manera distinta”. 


Los besos después por favor. Historias de amores disca (Edit. Chirimbote) de Mariana Weschler y Solana Baisburd se consigue en librerías y en la tienda virtual de la editorial.