La discusión por el aborto legal, seguro y gratuito ganó las calles, y en las calles ganaron los pañuelos verdes. Sin embargo el Senado desoyó a millones de personas -de distintas edades y procedencias- que sostuvieron una larga vigilia con la convicción de que el triunfo a largo plazo es irreversible.
Ganó la calle. Aunque la votación en el Senado por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo haya resultado desfavorable para quienes vienen impulsando desde hace décadas en la Argentina el aborto legal, seguro y gratuito, la histórica jornada del #8A expuso nítidamente la grieta.
De un lado de la grieta, los y las representantes del pueblo, que desde sus bancas parlamentarias inclinaron la balanza hacia la negativa; del otro lado, la gente de a pie: cientos, miles, millones de mujeres, varones y el amplio abanico de la diversidad sexual que en las inmediaciones del Congreso Nacional, principalmente, pero también en ciudades de provincia y no menos de 30 países de América latina y del resto del planeta, salieron a la calle a poner el cuerpo para que la dirigencia política salde una de las grandes deudas que la democracia argentina tiene con los cuerpos gestantes.
El partido que se jugó en el Senado se perdió 38 a 31, pero el otro partido, el que se jugó en el escenario donde históricamente se definen los asuntos importantes, fue una victoria popular que tendrá sus efectos a largo plazo, con las nuevas generaciones que se adueñaron de los pañuelos verdes como verdaderas protagonistas. Por eso, a pesar del resultadismo para la tapa de los diarios, ayer ganó la calle.
Esa sensación de triunfo (aunque no) estuvo presente durante las largas horas del miércoles que se extendieron al jueves. Adolescentes con uniformes escolares e históricas militantes de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; oficinistas; madres, hijas, abuelas, hermanas y amigas; caras famosas y nombres anónimos.
Estar juntas en la calle te moviliza, es una sensación de hermandad.
La sensación compartida fue que, a pesar del mal trago en una jornada que estuvo marcada por los cantos y las banderas y las pintadas y la purpurina y los abrazos y la lluvia y el frío, ayer se cruzó un umbral decisivo para las conquistas del feminismo en el país. Por eso hubo triunfo (aunque no).
Así lo expresaron las voces traídas por la marea verde, con los pies y el corazón en la calle, y los ojos y los oídos en el Senado.
Morena (13), pañuelo verde al cuello y la cara maquillada con brillos: “Algunos senadores no pueden pensar más allá de sus ideas ni se ponen en el lugar de las mujeres que sí lo necesitan. Vamos a seguir luchando hasta que se dé. Si no es este año será el que viene o el otro, pero vamos a seguir luchando hasta que el aborto sea legal, seguro y gratuito".
Delia (65), llegada desde Hurlingham junto a su nieta: “Algunas exposiciones me dieron vergüenza, es una vergüenza que me representen personas como las que están en el Senado y que quizás yo las elegí. Hay que seguir luchando. Estamos en desventaja, pero la lucha tiene que seguir, por mi nieta, por las jóvenes y porque tiene que ser ley. Yo creo en las chicas, en las jóvenes. Yo no tuve la posibilidad de estar en la calle antes porque estaba ocupada en otras cosas; hoy tengo que estar. Ahora que tengo tiempo quiero ser partícipe de todo esto”.
Me dio bronca y tristeza que haya mujeres que voten en contra de la ley.
Violeta (15), nieta de Delia: “Venir acá fue una decisión de ambas. Algunas cosas que escuché en el Senado me dieron mucha bronca. También me dio bronca y tristeza que haya muchas mujeres que voten en contra de que se apruebe la ley, porque les puede pasar a ellas, les puede tocar de cerca o de lejos, tanto a ellas como a su familia”.
Soledad (33), porteña que perdió a sus amigas entre la multitud: “Esto no se termina acá. Porque toda esta masa va a seguir movilizándose, y aparte involucra a personas grandes y chicas. Estamos todos en esto. Si hoy no se da, se dará en otro momento. Estar todos juntos en la calle te moviliza, es una sensación de hermandad entre diferentes personas”.
Nazarena (43), que tardó mucho en llegar desde Parque Patricios con su hija y una amiga por la lluvia y los cortes de calle: “No hay que pensar mucho lo que hay que hacer, hay que estar acá y hacer fuerza, porque cuando vean que somos miles, no, millones hoy… esto es una cuestión de salud pública, no pueden decidir sobre nosotras. Se tiene que aprobar que una mujer no vaya más presa por no querer continuar con un embarazo por el motivo que sea. Algunos senadores me dan vergüenza. Por suerte no los voté, pero es vergonzoso. Esto va a seguir y tiene que salir. Si no es ahora será dentro de un año, pero esto ya sentó precedente, nunca se dio esto, tanta gente movilizada por una causa”.
Delfina (20), oriunda de Pehuajó y estudiante de Bioquímica, resistiendo bajo un paraguas junto a su amiga Regina: “La gente tiene que salir a la calle, hay que hacer presión para que sucedan estas revoluciones. El ejemplo que nos quieren dar los adultos no es un ejemplo, y quieren lograr concientización en los jóvenes, pero los jóvenes tenemos que concientizar a ellos de que las futuras generaciones merecen mucho más que todo lo que están diciendo ahora. Esto es algo que merecemos nosotras y nuestros hijos, que los tenemos que desear. No puede ser que alguien quiera decidir sobre nuestro cuerpo y nuestros derechos. Es increíble lo que están diciendo algunos senadores que votamos. Espero que la gente cuando vaya a votar vote con conciencia, porque ésta es una forma de ver lo que votás. Más allá de que no salga, ya dejamos un montón de cosas, en nosotras y en nuestros hijos, porque cuando les tengamos que contar alguna historia que hayamos vivido de jóvenes, les vamos a contar todo esto”.
La maternidad es algo que se elige. No pueden obligarnos.
Victoria (34), del barrio de Flores, mientras mata el hambre con un paquete de papas fritas: "Me parece que la presión social puede llegar a cambiar un poco la historia. Me deprime pensar que la ley no va a salir, pero de alguna forma nos tenemos. Hay que seguir saliendo a la calle a manifestarse. Lo que más me emociona es ver a las jovencitas. Están bastante aguerridas, es lindo ver eso”.
Lucía (60), que llegó desde Villa del Parque y apenas asoma la cara por la capucha de su abrigo que la protege del viento: "Estoy convencida de esto desde que era muy joven, así que es un momento histórico para mí. Todas hemos pasado por algún momento así, hasta mi abuela creo que lo debe haber pasado. Es un tema de mujeres. Si no es ley... seguiremos, porque en realidad está bien defender la vida, pero si la mujer no quiere tenerlo no lo va a tener, sea o no legal. Si la ley no sale los abortos se seguirán haciendo clandestinamente, no quiere decir que no se vayan a hacer. Está bien que haya gente que defienda la vida, pero eso no quiere decir que todas las mujeres deseen tener hijos. La maternidad es algo que se elige".
Carolina (49), porteña muy pendiente del celular porque espera que lleguen su marido y sus dos hijos adolescentes: "No entiendo los argumentos contrarios a la ley, me parece que se apoderaron del concepto de las dos vidas o pro-vida, cuando en realidad todos los que estamos de este lado también estamos a favor de la vida, justamente. Con toda la gente que hay acá, la ley no sale hoy pero sale en dos años. Igual había que manifestarse, a pesar de la lluvia y el frío”.
Vamos a seguir luchando hasta que el aborto sea legal, seguro y gratuito.
Camila (28), docente del oeste bonaerense refugiada en una parada de colectivo y con el oído atento a la radio: "Hoy es un día histórico, no podemos no estar. Es un derecho fundamental y una deuda de la democracia con nosotras. Nos obligan a ser madres, nos obligan a parir y a tener una vida que no queremos. La que de verdad lo desea, no tiene la posibilidad de sentirse plenamente libre, decir ‘yo elegí ser madre y nadie me lo impuso’. Necesitamos esa libertad y que sea legal, no ir presas por decidir sobre nuestros cuerpos. Por eso estamos acá muriéndonos de frío. Los antiderechos son muy retrógrados, es atrasar la legislación a antes de 1921. Son argumentos retrógrados esperables, pero choca escuchar todo junto en 10 minutos de exposición en un debate delante de senadores. Estamos tristes porque no salga la ley, pero estamos acostumbradas. Nunca nadie nos regaló nada. Nos cuestan mucho las cosas, por nuestra clase, porque nadie acá es de clase alta, y nos cuesta más por nuestro género. Todo nos cuesta más, ya sabemos cómo es esto. Nos vamos con esperanza, con esto, con la gente en la calle, con un montón de nenitas con los pañuelos hablando de aborto. ¿Qué les vas a decir a esas nenas? Si son madres, van a serlo porque lo eligieron".
Carolina (40), porteña que comparte su mirada mientras se le pone brillosa la mirada: "Algunas declaraciones en el Senado fueron lamentables. Tristes, completamente fuera de lugar, sin criterio ni pensamiento crítico, todo llevado por un dogma. Acá hay que tratar una cuestión de salud pública, que las personas dejen de morirse básicamente. Creo que es fundamental lo que está pasando porque se está dando una batalla cultural al margen de lo que pase hoy con la ley. Si no sale hoy va a salir en algún momento, pero lo importante es que un montón de gente pueda sumarse a este movimiento, que un montón de pibas que tal vez están en lugares donde se sienten totalmente abandonadas se sientan acompañadas y puedan tener acceso a información, a educación sexual, a un montón de cosas que hasta ahora en muchos lugares no se hablaba. Me emociona y es muy lindo lo que se está dando, sobre todo con las chicas más jóvenes. Yo veo chicas de 15 o más jóvenes totalmente comprometidas con esto. Por ahí nosotros no veremos los frutos cien por ciento, pero creo que las chicas que vienen sí. Soy optimista en líneas generales”.
La marea verde seguirá su curso. Ayer ganó la calle.
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