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“La patria grande está cada vez más lejos”

por Laura Litvinoff
03 de diciembre de 2016

Fernando Martín Peña, director artístico del Festival de Mar del Plata, cuenta las insólitas dificultades para traer películas de países vecinos: “Ponen trabas para que no estemos juntos. Pareciera que a alguien le conviene que estemos separados”

¿Cuáles fueron los objetivos del Festival?

Para nosotros el objetivo es, por un lado, que la plata pública vaya donde no va la plata privada, entonces si vamos a mostrar cine, que sea un cine que el privado no muestra, que normalmente no llega acá. Y por otro lado, traer mucha gente de afuera para que vea películas acá, como los programadores o los críticos, y que se lleven o recomienden afuera películas argentinas y latinoamericanas. Esa es un poco la doble función del Festival, esas cosas que desde lo privado no salen espontáneamente, y que entonces hay que hacerlo desde lo público.

El porcentaje de cine latinoamericano en el festival fue del 40%, ¿a qué se debe?

Hay mucho cine argentino, y eso hace la diferencia, lo que no sé es dentro de ese porcentaje latinoamericano, cuánto es argentino y cuánto latinoamericano, pero sí te puedo decir que hay una intención explícita del festival de alentar la presencia del cine latinoamericano. Lo que pasa es que tampoco queremos que se transforme en un nicho, en un “gueto” de este cine, queremos pasar prioritariamente películas latinoamericanas, pero tienen que ser buenas, no es que porque queremos pasar esas películas vamos a pasar cualquier cosa, esa es una premisa fundamental que tenemos. Pero si  hay un solo lugar y tenemos que elegir entre una película francesa, por ejemplo, y una latinoamericana, y las dos son buenas, nos quedamos con la latinoamericana. Ahora, si tenemos un solo lugar y tenemos una francesa buena y una latinoamericana mala, se queda la francesa, es así porque detrás de todo esto hay un equipo de seis programadores trabajando, hay un consenso, hay gustos muy distintos, y no es el punto de vista de uno sino el de todos, se hace una votación y también hay un criterio.

En relación a las películas latinoamericanas que se vieron en el festival... suele suceder que son largometrajes que solo pueden verse en festivales, ¿por qué es así?  ¿Por qué no se ven más películas latinoamericanas en las salas de cine convencionales?

Bueno, eso es un triunfo cultural del imperialismo, ahora que murió Fidel se puede hablar así. Por un lado hay un montón de gente que tiene prejuicios o sospechas hacia lo que tiene más cerca, y eso es algo que se ha logrado culturalmente desde arriba.  Y por otro lado, me parece que hay una serie de problemas que son prácticos y que también están ambientados desde los grandes poderes. Y que nada que ver con lo artístico. Por ejemplo las aduanas. Las fronteras del Mercosur son pesadillescas. Las dificultades para intercambiar material cinematográfico con Brasil, con Uruguay, con Chile, con los países fronterizos, son inverosímiles, si empiezo a contarlo no me van a creer… y esto es histórico, no es de ahora. Ha habido algunos momentos de mayor cercanía entre los países, pero las fronteras de acá parecen la cárcel, es impresionante. La aduana argentina, por ejemplo, es un país aparte, con reglas propias que cambian todos los días. Cuando en Europa, la Unión Europea no tiene fronteras exteriores, vos pasas de un país a otro y lo que ves es una banderita que dice que terminó Alemania y empezó otro país. Acá es todo lo contrario, si querés llevar películas a Uruguay, por ejemplo, después no las podes traer de vuelta, o tenés que hacer un trámite de exportación temporaria que te cuesta una fortuna… y no es una cuestión burocrática, es ideológico: en lugar de estar más juntos, pareciera que a alguien le conviene que estemos cada vez más separados, y esta es una forma evidente de separación. Entonces los festivales sirven un poco para suplir esa falta de comunicación que tenemos entre nosotros, donde vos podes ver todo lo que se hace y que de otra manera ni siquiera sabes que existe. En Mar del Plata no solo queremos servir de plataforma del cine argentino, que es lo razonable porque estamos en este territorio, sino también del cine latinoamericano. Parte del presupuesto del festival está puesto al servicio de periodistas y de programadores para que se lleven este cine, que es por otra parte lo quieren buscar, porque hoy en Europa hay una demanda de cine latinoamericano, y lo vienen a buscar a este festival y otros como el de La Habana, el de Cartagena o el de Río de Janeiro.

Es interesante lo que contás sobre las fronteras… esto de que en lugar de estar más juntos,  pareciera que a alguien le conviene que estemos cada vez más separados…

Sí, o en todo caso para que no estemos cada vez más juntos, porque es fácil caer en la paranoia del imperialismo yankee, y no sé si hay un solo responsable de esto, pero sí es evidente que no hay ninguna voluntad de que nos juntemos. La famosa Patria Grande, que es un deseo hermoso, y lo único que nos puede fortalecer frente a la geopolítica actual, está cada vez más lejos, sobre todo con los cambios políticos que ha habido en los últimos años...

Al menos en la entrega de premios hubo una ovación a Fidel Castro y a Cuba…

Si, cinco minutos de pie… José –Martínez Suárez- arrancó su discurso de cierre solidarizándose con sus amigos latinoamericanos por la pérdida, y de pronto se produjo una ovación extraordinaria, fue algo fantástico. Muy raro en este contexto político.

¿Qué balance de cierre hacés del Festival?

Veníamos de un festival muy bueno el año pasado, y siempre es difícil cuando un festival sale bien tener otro que esté a la misma altura. Pero ahora que terminó me parece que sí, que estuvo a la misma altura. Y además se vendieron más entradas, hubo más convocatoria. También influye que mantuvimos el precio y está bien que sea así, porque es una obligación cultural que desde el Estado hay que cumplir. Y es un poco complicado también en el sentido de que la programación nuestra a veces es bastante demandante, no solo por la variedad sino también porque es exigente: tiene películas que a veces son difíciles para el espectador, que en general lo que quiere es ir a ver una película de cine normal. Entonces evidentemente hemos logrado formar un público que trascendió eso, que está buscando otra cosa, y todo eso me parece muy positivo.