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La fotografía como arma de dominación

por Gioia Claro
04 de abril de 2018

La muestra itinerante “Prisioneros de la ciencia” llegó a El Bolsón y abrió más debates necesarios. ¿Qué sienten hoy las comunidades al ver las imágenes de sus ancestros exhibidos como piezas de museo?

 “Sí, es cierto que esta muestra tiene esta impronta distinta que es impugnar. Pero no dejamos de ser sujetos que estamos siendo estudiados. No dejamos de ser una cosa para la vista de la gente”, dice Elisa Ose, de la comunidad Las Huaytekas, que después de años y años recién hace apenas tres lograron restituir los restos de Margarita Foyel, hija del cacique Foyel, quien había sido prisionera junto a su familia, y destinada a vivir y morir en cautiverio, como una “pieza viva” del Museo de La Plata. Tuvieron que pasar 130 años para que Margarita volviera a la tierra adonde la arrancaron.

Desde el Museo de La Plata, los restos de las familias Foyel, Inacayal, Sayhueque, entre miles de restos humanos, reclaman una impugnación constante, una memoria viva que los restituya a sus familias y a sus territorios.

Es muy fina la línea de hasta qué punto invado o no invado. O me dejo ser invadida o no por esa otra cultura, si se quiere mayoritaria.

“Para terminar con la cosificación como sujeto colonizado y sometido lo integramos en el contexto histórico, identificándolo como sujeto social, definiendo el verdadero carácter de su lucha de resistencia, y entendiendo a ésta como un conflicto entre iguales”. Este es el objetivo de fondo que el colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social) mantiene en la muestra itinerante de fotografía “Prisioneros de la ciencia”, que hasta el 6 de abril se presenta en el Instituto de Formación Docente Continua de El Bolsón.

Allí, donde vivía Santiago Maldonado al momento de su desaparición forzada, justamente por apoyar el reclamo de una comunidad mapuche, se dan incesantes atropellos a los derechos humanos de los pueblos originarios.

Para Carlos Masotta, antropólogo doctorado por la Universidad de Buenos Aires, e integrante de Flacso, “la situación actual es de restauración conservadora. Seguimos con  el discurso eurocentrista. Vinculado a lo plurinacional, después de Santiago Maldonado, de Rafael Nahuel, de la militarización de la zona, se recreó una noción de frontera, se reescribió sobre la frontera nacional la problemática indígena. Con todos los discursos de los medios hegemónicos sobre el mapuche chileno, el mapuche argentino, nuevamente la frontera nacional operando, como en los 70 había sido la subversión marxista o de elementos extranjeros, pero ahora inscripta en el territorio patagónico. La situación me parece crítica, en la medida que habilita todo el discurso conservador que pensábamos dirimido, pero que evidentemente estaba allí”.

En cada localidad por donde pasa esta muestra, las reacciones son diversas. Dependiendo de la cercanía con el contexto histórico, la idiosincrasia del lugar, etc. Aquí, en la Comarca, se decidió desde el Instituto de Formación Docente Continua, junto con el colectivo organizador, convocar a representantes de la comunidad mapuche para que participaran en la preparación y presentación de la muestra.

“¿El patrimonio cultural qué incluye? ¿Qué pasa con las familias de desaparecidos de la última dictadura militar? ¿Qué pasa con el archivo histórico que hay ahí? ¿Está a disposición de toda la sociedad argentina? ¿Debe estar? ¿Es patrimonio histórico o es algo familiar, de uno? Eso es lo que me puse a pensar en estos días. ¿Cómo miramos y qué queremos mostrar?”, se pregunta Elisa Ose, y traslada esos interrogantes para que seamos más los que nos replanteemos estos conceptos que tienen que ver con cosmovisiones que son distintas. “Es muy fina la línea de hasta qué punto invado o no invado. O me dejo ser invadida o no por esa otra cultura, si se quiere mayoritaria.”

Roca hizo su campaña con fotógrafos contratados. O sea que la fotografía es parte de ese proceso y aquí se ve con claridad

“La muestra es movilizante porque no es pasado. Propone mirar críticamente las fotos que se usaron para estudiar a nuestros ancestros. Y hoy nuestros ancestros están presentes. Si bien las personas retratadas no están más, sí está su cultura. Entonces desde ese lugar, está bueno mirarlas y entender que este tipo de imágenes que estamos viendo fueron un dispositivo armado para que creamos la idea de que son del pasado, que son salvajes, que son históricos, que están asociados al animal, al no progreso”, apunta Ana Paula Oyarzábal, artista plástica y docente de artes visuales del instituto, quien se refiere a todo el relato encubierto en este tipo de imágenes: “Esto es lo que invitamos a mirar críticamente en las fotos. Poder ver e identificar qué están queriendo decir al poner a un grupo de personas en pose. Esas personas, ¿quisieron ponerse en ese lugar? ¿Quisieron ponerse esa ropa? Lo que es paradójico es que esas fotos fueron sacadas con máquinas que pertenecen a la modernidad, por lo que muy pasado no era”.

Impugnar a través de la imagen

“Esto de prisionero de la ciencia es una metáfora porque primero fueron prisioneros militares, prisioneros de guerra y después son trasladados desde esa experiencia a los museos. No es la ciencia la que los toma sino que es la avanzada militar que los hace prisioneros”, apunta Carlos Massota, también especialistas en Antropología Visual y para quien dichas imágenes no solamente documentan un proceso de sojuzgamiento de las comunidades científicas pos Conquista del Desierto sino que comparten ese contexto: “Estamos mal acostumbrados a ver la fotografía como algo externo que simplemente o ingenuamente, objetivamente testimonia, sin ser parte del proceso. Roca hizo su campaña con fotógrafos contratados. O sea que la fotografía es parte de ese proceso y aquí se ve con claridad. La total impugnación en la actualidad de estas imágenes tiene que ver con atender a ese doble proceso. Documenta sin duda, escenas, a personas, pero al mismo tiempo lo hace de una forma singular justamente porque son parte del mismo proceso de sojuzgamiento”.