Fue hace algunos años, un fin de enero caluroso. Mi amiga Flavia me había regalado para mi cumpleaños tres días en la costa con otros dos amigos. El viaje surgió a último momento, sin ninguna planificación. Casi como escapándonos del tedio de la pegajosa Buenos Aires, agarramos el auto y salimos por la ruta con un par de prendas: el mate, alguna pilcha y la cámara.
Ni bien llegamos a Miramar, nos fuimos directo a la playa. Había que aprovechar cada segundo de sol en aquel lugar. Cuando se acercaba el crepúsculo, empezamos a buscar un lugar donde dormir. Todos los hoteles estaban completos. Encontramos lugar en un hostal bastante sórdido. No lo pensamos: lo aceptamos enseguida, aunque la señora no quería aceptarnos por ser tres mujeres y un varón. “Esto es algo familiar”, nos dijo. Nosotros, para quedarnos, mentimos que éramos hermanos.
A la noche, después de cenar, volvimos a la habitación. Cuando sacamos la manta, nos encontramos con que todas las sábanas tenían escrito un nombre. Pensamos quién era Lorena, qué tenía que ver con esa habitación. Mientras conjeturábamos el por qué de ese nombre, Flavia se quedó dormida. Hoy, después de varios años, la foto me dispara una historia distinta cada día. Creo que eso es lo bueno de las imágenes.
"Nunca me permití hacer fotos miserables"
El reportero gráfico Leo Mirvois cuenta sobre la foto que más lo conmovió y detalla sobre el trabajo del paparazzi. "Miserable fue la foto de Spinetta, nunca la hubiera hecho".
La foto que habla
Por Maiara Queiroz* Esta foto es en Bobô Dioulasso, una bellísima y particular ciudad en Burkina Faso, África.
20 de diciembre: la historia de una foto histórica
Enrique García Medina, autor de la fotografía emblema de aquella jornada, relata con pasión cómo fue su cobertura.