Jessi Jess, la escritora de "Con las Villas en mis venas", de editorial Chimbote, es paciente del Hospital Bonaparte. En este texto destaca el rol social del neuropsiquiátrico y la necesidad de respaldo estatal para que siga funcionando.
Soy escritora, villera y paciente del Hospital Bonaparte. Como usuaria del sistema de salud mental y orgullosamente loca, creo que la salud mental es, lamentablemente, un privilegio en este país. Por eso las políticas públicas son tan importantes, sobre todo para nosotres, las personas que vivimos en la villa.
El Hospital Psiquiatrico Laura Bonaparte fue el que me abrió a mí las puertas para transitar de la mejor manera la ansiedad y la depresión que sufro. Pasé por varios hospitales: el Rivadavia y el de Clínicas, entre otros, y en el Bonaparte es donde encontré un lugar, siempre digo que en ese hospital a mí me salvaron la vida. Ahí estuve internada cuando tuve pensamientos suicidas y además en el Bonaparte se atiende mi hijo de 14 años con autismo. Con esa autoridad que me da la experiencia, es que puedo hablar de su rol social.
En la Villa 21-24, donde nací, me crié y sigo viviendo, no me puedo atender más porque hay 9 psicólogos y un solo psiquiatra para 70 mil habitantes, conseguir turno es imposible y los profesionales no dan a basto. La cercanía con el Bonaparte, está a 20 cuadras de la villa, hace que para nuestro barrio sea fundamental. Muchas vecinas y vecinos también se atienden en el Bonaparte, un hospital que además es el único público especializado en adicciones; porque tengamos en cuenta que la atención para personas con consumo problemático también es un privilegio en Argentina.
Cuando hablamos del Bonaparte tenemos que hablar del excelente trabajo de todo el personal, los médicos y médicas, pero también las enfermeras, el personal de limpieza, de seguridad. El Bonaparte es excelente en salud mental y salud integral, a mí siempre me han acompañado en todo, con mucha dedicación. No hay publicidad gubernamental donde se hable de la salud mental, ni de prevención de suicidios, ni información sobre cómo ayudar a las personas con depresión. Ellos hacen todo el trabajo solos.
La salud mental es un problema de toda la sociedad, tenemos que hacernos cargo. Y este contexto sociopolítico adverso hace que cada vez más personas necesiten (necesitemos) de una atención en salud mental. Si bien la salud mental no distingue entre clases sociales, la recuperación hace la diferencia. Es un tema de clase y de privilegios. No es lo mismo tener depresión con la heladera llena que con la heladera vacía. El derecho al acceso a políticas públicas es lo que marca la diferencia. Este gobierno está vaciando la salud pública por una postura netamente ideológica, ya lo sabemos, quiere cerrar el Bonaparte y dejarnos a la deriva. ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Nada? Tenemos que salir a la calle y defender a nuestro hospital. El vaciamiento y la amenaza hacia la continuidad del Bonaparte no es un problema solo de sus pacientes y sus médicos, es un problema de toda nuestra sociedad. Nos necesitamos.
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