De una oficina porteña a todo el mundo este es el trabajo que realiza el Equipo Argentino de AntropologÃa Forense. Sin embargo en la Argentina no podrá seguir con la búsqueda de desaparecidos porque el Estado incumplió en los pagos.
CorrÃa el año 1984 y en Argentina la dictadura cÃvico-militar era mucho más que un trágico recuerdo reciente. El miedo y el terror estaban en el aire. En ese contexto, Clyde Snow llegó a nuestro paÃs. Snow era un reconocido profesor y antropólogo forense estadounidense, que poco antes habÃa sido contactado por Abuelas de Plaza de Mayo y la Conadep. Al interiorizarse de lo que habÃa pasado en esta tierra, tomó una decisión que cambiarÃa su vida para siempre, pero sobre todo la de la humanidad. No es exagerado decirlo. Su creación, el Equipo Argentino de AntropologÃa Forense, permitió devolverle la identidad a cientos de vÃctimas en todo el mundo. Y a sus familias, que pasaron años sin saber donde estaban sus muertos, les permitió cerrar el duelo.
Hoy el EAAF, tal sus siglas, cuenta con 65 profesionales, tres oficinas en Argentina y otras en Nueva York, Sudáfrica y México, laboratorios de antropologÃa y genética forense. Participó en investigaciones y formó equipos de trabajo en unos 50 paÃses del mundo. Sus miembros, también formaron parte de exhumaciones históricas como las de Ernesto Guevara, Salvador Allende o Pablo Neruda. Nada de todo esto podÃa imaginarse hace 30 años cuando Snow, quien falleció hace menos de dos meses, tuvo que recurrir a estudiantes porque desde el Colegio de Gradudados de AntropologÃa no recibió respuestas a su pedido.
Es muy importante que haya una polÃtica de estado que se interese y colabore permanentemente en la búsqueda que venimos realizando.
“Estábamos en una marcha en el centro y alguien dijo que habÃa un norteamericano que querÃa hacer una exhumaciones y que necesitaba gente que lo ayudara”, relata Luis Fonderbrider, el hoy presidente del EAAF y quien en ese entonces era un estudiante de apenas 19 años. En esa reunión, a través del traductor Morris Tidball, quien habÃa realizado la convocatoria, Snow les explicó que pretendÃa aplicar las técnicas de búsqueda de restos prehistóricos a las exhumaciones de los restos de los desaparecidos por la dictadura. Y los invitaba al primer trabajo, en un cementerio en San Isidro.
“Él tenia orden de un juez para exhumar y necesitaba ayuda. Nosotros le dijimos que lo Ãbamos a pensar. No estábamos muy seguros”, se acuerda Patricia Bernardi, quien en ese entonces estudiaba Ciencias Antropológicas y que, junto al resto de los jóvenes convocados, analizó “las condiciones polÃticas. Recién llegaba un gobierno democrático. Clyde era una persona reconocida pero no sabÃamos qué iba a pasar con nosotros cuando él se fuera. Pero como estábamos estudiando una carrera humanÃstica, coincidimos en que podÃamos aportar nuestros conocimientos. Era un aporte a una causa que lo valÃa. Asà que le dijimos que sÔ.
Esta labor que parece tan patética permite cerrar el duelo
Antes de la aparición de lo que luego se formalizarÃa como el Equipo Argentino de AntropologÃa Forense, las exhumaciones la realizaba exclusivamente la PolicÃa Federal, justamente una fuerza implicada en muchas de esas desapariciones, y a través de sepultureros y palas mecánicas. De esta manera, se perdieron y dañaron muchos cuerpos que no pudieron ser identificados o que costó años reconocer. Otra de las maneras de borrar las evidencias del genocidio.
En sus tres décadas de trabajo en Argentina, el EAAF exhumó 1200 cuerpos de personas desaparecidas en la última dictadura, de los cuales 620 fueron identificados. La etapa que comenzó en 2003, que identificó muchos de los cuerpos NN enterrados en los cementerios de todo el paÃs, prácticamente está terminada. A su vez, de más de 60 cuerpos que aparecieron en las costas argentinas y uruguayas del Rio de la Plata, fueron identificados 25.
En este momento, se está llevando la etapa de prospección en dependencias militares y policiales, algo que se desprendió de las investigaciones que realiza el equipo, que incluye entrevistas con familiares de las vÃctimas y sobrevivientes de los centros clandestinos. “Hay testimonios que certifican que hubo fosas en La Perla, en Córdoba, donde por la dimensión de la superficie aún no logramos encontrarla. Y también se está trabajando en el Cementerio Norte de Tucumán, y en el Pozo de Vargas, también en esa provincia”, puntualiza Patricia Bernardi, quien a su vez apunta que “acá en Buenos Aires nos dedicamos más al trabajo de laboratorio, dado que tenemos 700 esqueletos sin identificar. En el interÃn siguen saltando identificaciones. Para ello, sigue siendo fundamental que se sigan acercando familiares de desaparecidos y nos aporten su muestra de sangre”.
LA IMPORTANCIA DEL ADN
“Gracias a la genética se puedo identificar a muchas personas, sobre todo cuerpos de jóvenes que no tienen grandes traumas óseos. Antes la identificación se hacÃa mediante una ficha odontológica, algo que era muy difÃcil de conseguir. Ahora con una gota de sangre basta”, describe Bernardi el proceso que, a partir de la década del noventa, permitió identificar a más personas. Sin embargo, pese al avance de la ciencia, hasta el 2003 en nuestro paÃs los tiempos eran más largos. “Nosotros trabajábamos con laboratorios de Inglaterra y Estados Unidos. Mandábamos una prueba y el resultado podÃa estar en un año”. Ahora todo ese proceso es más rápido, desde la creación de un laboratorio propio en la ciudad de Córdoba, lo que permitió un aumento significativo del número de personas identificadas. En ese sentido, Fornderbrider remarca “la importancia de una polÃtica de estado que se interese y colabore permanentemente en la búsqueda que venimos realizando. Esto antes no pasaba y ahora permite que, por ejemplo, gracias a la Iniciativa Latinoamericana para la identificación de personas desaparecidas, que nos permitió tomar muestras de sangre masivas, haya crecido el número de identificaciones. Y de esa manera logramos sacar del anonimato a muchas vÃctimas”. Bernardi coincide: “A partir del gobierno de Néstor Kirchner empezamos a recibir subsidios y a recibir un apoyo que antes no tenÃamos. A diferencia de los primeros años, hoy podemos realizar nuestro trabajo con bastante libertad. En zonas militares tenemos permiso para entrar y trabajar cómodamente y se ha vuelto algo común que la Prefectura nos ayude con el traslado de los restos”.
LA RELACIÓN CON LOS FAMILIARES
Tanto en Argentina, como en varios de los 50 paÃses donde el EAAF trabajó para recuperar la identidad de miles de vÃctimas de represión estatal, étnica o religiosa, la relación de los miembros del equipo con los familiares de esas vÃctimas es muy estrecha. “Es un vÃnculo muy fuerte el que entablamos. Pasamos horas entrevistándolos y conociendo sus historias. El hecho de darle un nombre a esos huesos con los que trabajamos también es algo difÃcil de explicar. Sacar el papelito que tiene letras y números, que indica la ubicación, y ponerle un nombre y apellido es algo que te marca mucho”, expresa Patricia.
"Para los familiares es un momento terrible porque es el final de una búsqueda, lo que implica la certeza de su muerte, pero a su vez muchos nos dicen que es la posibilidad de terminar con tantos años de incertidumbre”, sostiene Fonderbrider.
“Esta labor que parece tan patética permite cerrar el duelo”, explica Estela de Carlotto, a quien le tocó más de una vez ver como sus compañeras “besan los restos de sus hijos. Es un momento único, en el que la ciencia se mezcla con los sentimientos”. La propia presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, gracias al trabajo del EAAF, pudo dar con el cuerpo de su hija. “Cuando enterramos a Laura, los depredadores tal vez pensaron que enterraban a una de estas ’locas'. Todo lo contrario. No se cierra la búsqueda de Justicia, sino que se fortalece aún más. Y mucho tiene que ver este grupo, que para las Abuelas son como nuestros ’ahijados'”.
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