La Economía Popular no existe, existe la injusticia social
por Revista CítricaFotos: Agustina Salinas
15 de julio de 2022
Una desafiante mirada de Enrique Martínez, del Instituto para la Producción Popular, sobre la dependenica económica nacional y la necesidad de repensar todo el modelo para que no sigan perdiendo siempre lxs de más abajo.
Por Enrique Martínez*
Los millones de compatriotas que van quedando fuera del trabajo en relación de dependencia, de ocupar un puesto en la empresa tipo que nos muestran los libros y nos cuenta la historia, no se limitan a estar atentos a los sucesivos programas de asistencia oficial, que han tenido variantes infinitas en todo este tiempo democrático. Necesitan encontrar otras fuentes de ingresos.
Esos recursos surgen inexorablemente estableciendo vínculos con la que llamaremos economía tradicional, ya que integrantes de ella son los que pagan. Sea servicios personales de la más variada condición (changas) o sea tareas que conectan con alguna cadena de valor industrial, como la recolección de residuos urbanos o las tareas de confección domiciliaria de partes de indumentaria.
En los casos más favorables, en que se tiene acceso a un pedazo de tierra, aunque sea en condiciones precarias, también se encaran proyectos alimenticios de cercanía, que si se procesan y entregan en la propia comunidad cubren necesidades alimenticias, pero no generan ingresos; si buscan acceder al mercado, normalmente dependen de intermediarios, que se apropian de buena parte del valor agregado.
Toda esta gama de actividades, que no ha dejado de crecer, pero paradojalmente lo ha hecho fuera de programa oficiales de contención y protección pública, es lo que desde los propios actores se autocalifica de economía popular. No se trata de un sistema aislado y separado de la economía tradicional sino, por el contrario, de un subsistema específico, en que quienes trabajan allí, no cuentan con los beneficios sociales que forman parte de la legislación laboral que se ha generado desde hace más de 80 años. Ni aguinaldo, ni vacaciones, ni indemnización, ni licencia por maternidad, ni carrera laboral interna, ni obra social, ni capacitación gratuita. Ni, ni…
Quienes luchan por agregar derechos a este universo de trabajadores sostienen que el capitalismo ha entrado a una fase de deterioro que no genera trabajo para todos, al contrario: genera cada vez menos trabajo. De allí el surgimiento y crecimiento de la economía popular a la cual reclaman reconocer como sujeto.
Nuestra caracterización es diferente: el origen del problema es la integración al capitalismo global como país dependiente de las decisiones de corporaciones multinacionales.
Esa integración, para la Argentina, y paradojalmente, se concretó esencialmente a través de la transferencia de empresas que controlan el mercado interno. Este hecho nos crea un problema serio de estrangulamiento en la disponibilidad de divisas, la presión para tomar deuda externa, para devaluar y la tendencia de las empresas que ven reducirse el mercado interno a usar la inflación como generador coyuntural de ganancias.
Esa secuencia es autodestructiva y congela el crecimiento, expulsando millones fuera del trabajo en relación de dependencia. Ese colectivo busca identidad propia y a partir de ella reclama derechos al Estado, similares a los que tienen los demás trabajadores.
Hasta el momento los gobiernos populares no han tenido esta caracterización, ni de la secuencia completa, ni de los reclamos de los trabajadores de la economía popular, sino que han pensado que el crecimiento resolvería el problema, cubierto con asistencia social en el interín.
Los caminos posibles
Como país, podemos:
a) Integrarnos al capitalismo global agregando a nuestra estructura la capacidad exportadora de Chile o Perú en materia de minerales que, sumada a nuestro potencial agropecuario, desatarían el nudo de las divisas, permitiendo que la dependencia que representa el mercado interno controlado por multinacionales se pueda prolongar.
b) Realizar lo anterior, dentro de un proceso de argentinización sostenida de la producción que pueda ser controlada por capitales nacionales, eliminando los flancos de uso de divisas innecesarios y la pérdida de potencial inversor que representa el giro de utilidades al exterior.
Como administradores del tejido social:
a) Asumir que la obligación de cualquier gobierno popular es crear condiciones para maximizar la ocupación de la población económicamente activa, con trabajo de calidad. El desempleo nulo o solo friccional, debe ser una meta superior.
b) Entender que esa meta se ve obstaculizada con fuerza por la forma dependiente en que el país está integrado al capitalismo global.
c) En simultáneo con las acciones estratégicas que modifiquen nuestras relaciones dentro del capitalismo, entender que existe una fuente enorme de trabajo potencial: la atención de las necesidades sociales que quedaron fuera del horizonte de negocios corporativos.
d) Algunas de esas necesidades son: más de 3 millones de viviendas, generación de energía fotovoltaica a escala domiciliaria en millones de viviendas, saneamiento integral de los cauces hídricos y sus riberas, sistemas de cuidado integral de población que lo necesite, sistemas de abastecimiento de alimentos con producción de cercanía, mercados populares de productores con administración público-privada, red nacional de prevención sanitaria y producción de equipamiento para la agricultura en pequeña escala, entre otras.
e) Concebir y poner en marcha, junto con organizaciones sociales hoy integrantes de la economía popular, planes para cada una de las necesidades a atender, que comprendan definición de metas, recursos humanos y materiales necesarios, formas de capacitación y retribución necesaria en cada momento para los compatriotas intervinientes.
f) Eliminar de los planes oficiales la concepción de que la solución para el trabajo es calificar la oferta, esperando que encuentre la demanda en el mercado. A la inversa, preparar compatriotas para atender las demandas que ya están esperando.
g) Como componente del programa, entender las formas de equiparar los derechos de los trabajadores sin relación de dependencia, pero con clara función social, con aquellos que pertenecen a la economía tradicional.
No existe la economía popular. Existe la injusticia, que nace en la dependencia. Si ésta no desaparece, subsistirán la inflación, la inestabilidad económica, el bimonetarismo, la deuda externa, la caída del salario real, la falta de inversión. Y la economía popular.
* Ex presidente del INTI, actual coordinador del Instituto para la Producción Popular (IPP). El texto de arriba es un fragmento de un artículo publicado originalmente en la web del IPP.
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