"Desde que la Prefectura mató al Bocha, estoy muerto en vida"
por Revista Cítrica12 de octubre de 2018
Jorge es el papá de Cristopher "El Bocha" Rego, el joven de 26 años asesinado por Prefectura en Parque Patricios el 12 de agosto de 2018. Dice que estos dos meses sin su hijo fueron una tortura y que necesita justicia.
El tiro le entró por la espalda y le perforó el pecho. Se la aguantó y manejó tres cuadras así, pobrecito. Una tortura fue. Me imagino el miedo que habrá tenido mi hijo, dándose cuenta de que se estaba muriendo. Que todo se terminaba. Hacía tres días que había cumplido 26 años y 41 días que había sido papá. Y todo se terminó con ese disparo.
Antes yo miraba los casos de gatillo fácil y pensaba: '¿Cómo hacen para seguir viviendo después de que le maten a un hijo?' Y ahora lo vivo en carne propia y no lo puedo creer. Es una pesadilla.
Uno puede escucharlo mil veces y lamentarse, pero no lo entiende completamente hasta que no le pasa. Lo peor que te puede pasar en la vida es que te maten a un hijo. Que se muera es tremendo, que te lo maten…no tiene consuelo. Acá nosotros estamos destruidos. Yo siento que todo es una película de terror. Una película que nunca me hubiese imaginado vivir.
Estos dos meses sin El Bocha fueron una tortura. Yo vivo con unas ganas de no vivir tremendas. Muerto en vida me siento. No soporto la vida sin mi Bochita.
El Bocha era tan bueno. Siempre se dice eso de quien muere, pero esta vez es así. El Bocha era buen pibe. Un fin de semana cualquiera te caía con una propuesta: ‘¿Dónde puedo llevar a los pibes?’, me decía. Pasaba a buscar a los sobrinos y se iba a pasear con ellos. Les hacía un asado, los llevaba al parque, lo que sea. Lo amaban los sobrinos. Buen hijo, buen compañero, buen tío, un buen pibe mi Bochita. Y este tipo, el prefecto Pablo Brítez, el asesino ese, me lo vino a matar. En unos minutos nos arruinó la vida para siempre.
De chico, el Viejo Chelo, su primer entrenador, le puso el apodo porque era medio cabezoncito y con corte de bocha. Rubiecito y de ojos celestes. Hermoso mi Bochita. Re futbolero además era. Seguía jugando en la sede de Huracán todos los miércoles y me venía a ver al Piraña todos los domingos.
Yo todavía no puedo volver a la cancha del Globo. Los últimos dos partidos los vi por tele, pero los veo y no los veo. No puedo concentrarme en nada. Es una tortura estar sin el Bocha. Me duermo pensando en él, me despierto en la madrugada pensando en él. Y pasó el día entero pensándolo. Es una tortura, realmente.
Es que estos dos meses sin El Bocha fueron una tortura. Desde que recibí ese llamado donde me dijeron que mi hijo estaba muerto, yo vivo con unas ganas de no vivir tremendas. Muerto en vida me siento. No soporto la vida sin mi Bochita. Seguir viviendo, mientras mi hijo no… es insoportable. Solo espero que se haga justicia, que este tipo que mató a sangre fría a mi hijo pague con cadena perpetua. Nos cagó la vida a todos, a todos nos la cagó. Tenía una compañera que es una piba divina, Luana tiene 22 años y se quedó sola; un bebé de tres meses se quedó sin papá. Yo sé lo que es criarse sin papá, la tiene difícil mi nieto Bastián.
A mí, sinceramente, no me da ganas de seguir. Me lo mataron y no puedo hacer nada, lo tengo muerto. Todos me dicen: ‘Pensá en tus otros hijos, en tus nietos, en Bastián. Yo entiendo todo pero no tengo ganas de nada. Están todos, lo sé, pero no está El Bocha. Espero que se haga justicia. Quiero mirarlo en la cara a ese tipo en el juicio. Que se haga justicia y que pague. Aunque al Bocha no me lo va a devolver nadie”.
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