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Un límite a la doctrina represiva

por Mariano Pagnucco
22 de septiembre de 2018

En un fallo histórico que sienta precedente, seis ex integrantes de la Prefectura fueron condenados por torturas, privación de la libertad y robo a Iván y Ezequiel, dos militantes de La Poderosa en la Villa 21-24 de Barracas, con penas de entre 8 y 10 años de cárcel.

Tal vez haya algo de los florecimientos que trae la primavera en esas gargantas poderosas que gritaban frente a las escalinatas del Palacio de Justicia porteño mientras Ezequiel Villanueva Moya (17 ) e Iván Navarro (20) eran llevados en andas como héroes. Bajo el cielo limpio de la tarde, lo que esa tribu con remeras rojas festejaba era un triunfo judicial que parece atípico en una Argentina con sucesivos fallos favorables al humor del Gobierno: minutos antes, el Tribunal Oral Criminal N° 9 de la Ciudad de Buenos Aires había condenado a seis ex miembros de la Prefectura Naval Argentina por los delitos de imposición de torturas, privación ilegítima de la libertad y robo contra Iván y Ezequiel, con penas de entre 8 y 10 años de prisión.

De alguna manera, el calvario que los jóvenes militantes de La Poderosa vivieron hace casi dos años en la Villa 21-24 de Barracas tuvo una cuota de reparación nada menos que en el Salón de los Derechos Humanos de los tribunales, donde se leyó la sentencia (y donde 33 años atrás se realizó el Juicio a las Juntas Militares). Por eso la explosión de las gargantas villeras al recibir en la vereda a los dos héroes -un par de pibes como muchos otros y muchas otras pibas que habitan los barrios populares de la Argentina- que se animaron a denunciar la violencia cotidiana de las fuerzas de seguridad. Por eso también el canto de desahogo en un contexto nacional de persecución y represión de la protesta social: "Olé Olé Olé Olá / A nuestros pibes no tocan más / Patricia Bullrich va a tener que renunciar".

Mensaje para Bullrich

En la previa a la sentencia, una de las dudas de las querellas era el delito que se les iba a imputar a los prefectos, pero la lectura del fallo del tribunal compuesto por el Fernando Ramírez, Jorge Gettas y Ana Dieta de Herrero fue acorde con las expectativas: "El fallo es satisfactorio, principalmente porque puso en la condena las palabras que nosotros queríamos que pusiera, que es por delito de torturas", decía en la puerta de los tribunales la abogada Agustina Lloret del CELS, quien junto a Florencia Sotelo estuvo a cargo de la querella en representación de la mamá de Ezequiel, ya que él tenía 15 cuando sucedieron los hechos.

Las condenas fueron: para Leandro Adolfo Antúnez (cabo 2do, 29 años), Orlando Ariel Benítez (cabo 1ro, 30 años) y Osvaldo Alberto Ertel (ayudante de 1ra, 49 años), 10 años y 6 meses de cárcel; y para Eduardo Sandoval (cabo 2do, 29 años), Yamil Alejandro Marsilli (cabo 2do, 23 años) y Ramón Fernando Falcón (cabo 2do, 30 años), 8 años y 11 meses de reclusión. Todos fueron encontrados culpables de los delitos de imposición de torturas, privación ilegítima de la libertad y robo, con los agravantes de actuar en banda, utilizar armas de fuego y pertenecer a una fuerza de seguridad.

'Las vueltas al patrullero', donde los pibes son golpeados y sometidos a simulacros de fusilamiento, son delitos de tortura.

Nahuel Berguier, quien junto a Gabriela Carpineti representó la querella por el lado de Iván, también destacó la importancia del fallo: "Casos similares suelen quedar en la impunidad o son calificados como casos de apremios. Hoy quedó consagrado que estas famosas 'vueltas al patrullero', donde los pibes son golpeados, torturados psicológicamente y sometidos a simulacros de fusilamiento, son delitos de tortura. Lo central del fallo es romper con la impunidad de las rutinas violatorias de los derechos humanos".

Durante el desarrollo del juicio, que comenzó en mayo de este año, sucedieron episodios igualmente violentos vinculados con las víctimas. Por ejemplo, que la misma Prefectura baleara el frente de la casa de Iván y llevara adelante un operativo escandaloso en la villa, que terminó con un allanamiento ilegal a la casa de Jésica Azcurraire, otra militante a la que manosearon y a cuyo hermano Roque se llevaron detenido por varias horas. Frente a la denuncia de La Poderosa por ese accionar, la respuesta política fue una conferencia de prensa en la que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, acusó a la organización villera de encubrir a los narcotraficantes del barrio.

¿Qué lectura política se puede hacer del fallo? Nahuel: "Yo creo que aquí hay un mensaje al conjunto de las fuerzas y al conjunto de la política: no se dejen llevar por el mensaje violento de los jefes civiles de las fuerzas de seguridad, porque cuando se cometen delitos los que pagan en la Justicia Penal son los responsables materiales. Lamentablemente no se ha llegado a los responsables ideológicos de estos hechos, que no tenemos dudas que son Patricia Bullrich y sus funcionarios".

No fueron juzgados los responsables ideológicos pero el fallo, según Agustina Lloret les dejó un mensaje: "El tribunal se comportó durante todo el juicio de manera muy ejemplificadora. Buscó varias veces interpelar al Ministerio de Seguridad, porque en el medio del juicio ocurrieron hechos relacionados con los chicos y con la Villa 21-24, y el Ministerio se negó al diálogo. Este fallo es de alguna manera la visión del tribunal de cómo se está comportando Prefectura en general, y en particular dentro del barrio. Que en el fallo se haya fundamentado el delito de torturas es un mensaje muy fuerte al Ministerio de Seguridad".

Los responsables ideológicos de estos hechos son Patricia Bullrich y sus funcionarios.

El lugar de las víctimas (y los victimarios)

Entre la noche del 24 de septiembre y la madrugada del 25 de septiembre de 2016, Iván y Ezequiel fueron víctimas de una auténtica pesadilla en su propio barrio. Primero fueron requisados y detenidos sin causa por la Policía Federal (con colaboración de la Gendarmería, otra de las fuerzas desplegadas en el sur porteño desde 2011), y más tarde intervino la Prefectura: los golpearon, los insultaron y los trasladaron esposados y encapuchados a una garita de control ubicada en otra parte de la Villa 21-24 como escala previa al destino final.

En un descampado junto al Riachuelo, los prefectos amenazaron con tirarlos al agua, les apagaron cigarrillos en el cuerpo, los golpearon, les hicieron rezar por sus vidas, les pusieron un cuchillo y un arma de fuego en la boca y hasta montaron un simulacro de fusilamiento para Ezequiel. Sin zapatillas, cadenitas, camperas y otras pertenencias que les quitaron, los dejaron libres. Todo eso quedó demostrado en el juicio, al que se llegó con celeridad por varios factores: ambos tuvieron la valentía de denunciar lo sucedido, hubo detrás organización popular para darle visibilidad al caso y la instrucción de la causa fue veloz y efectiva.

Previo a la lectura de la sentencia, los acusados tuvieron posibilidad de hablarle al tribunal. Salvo Marsilli, el resto se expresó: hubo pedidos de disculpas a Iván y Ezequiel alegando que los acusados eran humanos "y los humanos cometen errores, a veces graves", también negación de los calificativos "torturadores" o "delincuentes" en función de los delitos imputados y algunos gestos provocadores, como pedir estrecharles las manos a los chicos en señal de buena voluntad.

Que en el fallo se haya fundamentado el delito de torturas es un mensaje muy fuerte al Ministerio de Seguridad.

El tramo que más murmullo provocó en el salón fue cuando Ertel igualó a víctimas y victimarios: "Todos pasamos malos momentos y tenemos miedo; nosotros la pasamos peor porque estamos encerrados" y hasta se refirió a "la tortura" que viven ellos por no poder ver a sus familias desde que quedaron detenidos días después de los hechos.

Después de escucharlos, el tribunal pidió un cuarto intermedio antes de leer la sentencia.

La voz de la calle

Pasadas las tres de la tarde y a poco de cumplirse dos años de aquella noche fatídica, llegó la condena para los responsables. El desahogo se trasladó de los tribunales a la calle. Ezequiel: "Me siento orgulloso. Estuve internado y pensé que iba a estar en cama. Por suerte me dieron el alta y pude estar con mi señora y mi familia para escuchar la condena del juez por todo lo que me hicieron los prefectos". A su alrededor el clima era de fiesta, con cantos, abrazos y arengas. Por ahí andaban referentes de los derechos humanos como Norita Cortiñas, Pablo Pimentel (APDH La Matanza), Claudia Korol (Pañuelos en Rebeldía), la abogada y diputada por el FIT Myriam Bregman e integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y varios más. Vinieron a acompañar y ahora celebraban un fallo que marca la agenda del presente con relación a la violencia ejercida desde el Estado.

Ojalá que esto sirva para que otros pibes que sufren lo mismo se animen a denunciar, porque esto pasa siempre.

Iván también se sentía aliviado: "Estaba con muchos nervios y cuando escuché la condena me dio satisfacción y tranquilidad, sobre todo por el acompañamiento de los chicos. Ojalá que esto sirva para que otros pibes que sufren lo mismo se animen a denunciar, porque esto pasa siempre y para todos es como una anécdota". Marcela, su mamá, se abrazaba con las personas que se le acercaban y casi no podía articular palabras de la emoción: "Estuve muy nerviosa y ahora estoy muy feliz, contenta de que se haya hecho justicia".

Abelardo, papá de Iván, decía: "Todo esto lo vivimos con mucho estrés. Tuvimos que cuidar a Iván como si hubiera vuelto a nacer. Sentí mucho alivio con el fallo, valió la pena toda la lucha. En un momento llegamos a dudar si estaba bien lo que estábamos haciendo. Nos venían a hostigar todo el tiempo, hasta nos tiraban tiros en la puerta de nuestra casa para cortar esto. Seguimos y hoy tenemos el premio gracias al valor de los chicos, la familia, la Poderosa, el CELS, los abogados".

Frente al megáfono circularon distintas voces (de militantes, abogados, familiares de otras víctimas de la represión estatal, dirigentes políticos), hasta que tomó la palabra Nacho Levy, uno de los referentes de La Poderosa, quien cerró su intervención con una alusión al día soleado de una jornada histórica: "Por más flores que corten, no van a impedir la llegada de la primavera. ¡Feliz primavera! ¡Feliz Día del Estudiante! Estudien... y no sean policías".