El Proyecto Filosofar con Niños de la provincia de Córdoba incentiva a los más chicos, desde hace dos décadas, a practicar la experiencia del pensar. Cítrica dialogó con su responsable, Sergio Andrade.
En este contexto, desde 1995 la provincia de Córdoba cuenta con el Proyecto Filosofar con Niños, que nació a partir de “preocupaciones investigativas en torno a la práctica de la enseñanza de la filosofía”, tal como cuenta Sergio Andrade, uno de sus responsables, y se trata de “un proyecto pedagógico e investigativo que indaga sobre aquello que los chicos teorizan y problematizan en búsqueda de la expresión del pensamiento a través del juego, intentando desterrar la idea de que sólo se piensa cuando nos “sentamos a pensar”. Desde este lugar los chicos reflexionan acerca de temas que los adultos suelen dejar fuera del ámbito de discusión, sin reconocerles una voz propia”, agrega Andrade. Este trabajo, llevado a cabo por graduados de la carrera de Filosofía de la UNC (Universidad Nacional de Córdoba), que nació en experiencias escolares y hoy se extiende además a bibliotecas populares de la provincia, funciona con tres tipos de talleres distintos: con los niños, con las familias y con los docentes.
El último desarrollo del proyecto tiene que ver con filosofía y sexualidad ¿De qué se trata la propuesta?
La sexualidad podría ser pensada como el primer lugar que habitamos, muchas veces de tan cercano no llegamos a preguntarnos sobre lo que nos sucede, mucho más si esas preguntas se realizan en un espacio público, como la escuela. En el último tiempo una de nuestras tematizaciones en el orden escolar ha sido la sexualidad. Una preocupación que tiene diversas aristas. Por una parte, importa problematizar la sexualidad en tiempos que una ley de Educación Sexual Integral pareciera inaugurar la tematización de la sexualidad en la escuela. La escuela siempre ha educado en sexualidad -como siempre ha formado en política-, el tema es que en buena medida esto ha sido a través de prácticas no del todo conscientes. La ley sirve, entre otras cosas, para explicitar esta tarea escolar. También, educar en sexualidad importa para ampliar el campo semántico de lo que se entiende sobre el tema. En esta cuestión como en otras que abordamos, antes que prescribir un modo de correcto de entender la problemática nos interesa problematizar los modos en que nos han subjetivado en torno a nuestra sexualidad, permitir a los niños que discutan sobre el tema sin reducirlo a la genitalidad, a la moral, o a cuestiones de educación para la salud.
¿Cómo hacen desde su proyecto para no imponer una única manera (dogmática) de hacer filosofía desde la visión adulta?
A partir de actividades lúdicas, lecturas diversas, representaciones dramáticas, entre otras, los chicos reflexionan, debaten y socializan su pensamiento respecto a las políticas que instituciones como la familia y la escuela construyen en torno a la infancia y a la sexualidad. De la experiencia de los talleres, surgen preguntas como estas: ¿Qué es ser niño?; ¿qué puedo hacer?; ¿dónde y qué decisiones puedo tomar en mi familia, mi escuela, mi barrio?; ¿qué es la sexualidad?, ¿qué vivencias tengo sobre mi cuerpo y el de los otros?; ¿la ciudadanía es algo que me va a ocurrir o ya me está pasando? Todas las actividades que se desarrollan en el Proyecto apuntan a descubrir y potenciar las ideas y los pensamientos de los chicos sobre las temáticas ya mencionadas a través de diversas instancias de interacción. Se realiza un trabajo con interrogantes o preguntas guías que se ponen en acción mediante distintas actividades lúdicas y creativas, utilizando textos diversos, representaciones desde lo corporal, dibujos, entre otros.
Como filósofos que aplican sus conocimientos en tan temprana edad, ¿qué creen ustedes que pueden enseñarnos los chicos a los adultos?
Desde un tiempo a esta parte hay una insistencia en resignificar la infancia -aquella que en su etimología refiera a la ausencia de voz- y reconocer que los chicos tienen algo para decir y que eso que tienen es la novedad, es el acontecimiento de lo que no está dicho o de lo que no nos animamos a decir. La única forma de atender a estas voces es callar y aprender a escucharlos. Hay un modo de interrogar de los chicos que tiene esta característica. Se suele decir que los chicos no tienen filtro, que hacen preguntas que incomodan, esa incomodad, esa inquietud es la que nos permitirá seguir, o empezar, a aprender.
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