“En Dique Chico todos los niños tienen daños genéticos por el glifosato”

por Revista Cítrica
28 de abril de 2021

En la ciudad de Dique Chico, Córdoba, los niños y las niñas tienen veneno en sus cuerpos por el uso del glifosato en los campos de la zona. Aquí el testimonio de un integrante del colectivo de madres y padres de Dique Chico.

Por Esteban Jose*

A finales de 2019 y principios de 2020 se hizo un estudio, en dos partes, sobre 20 niños del pueblo, para ver si tenían algún daño genético. Se les realizaron estudios de orina para ver si tenían agroquímicos en el cuerpo. El primer estudio fue previo a la temporada de fumigaciones - meses de agosto y septiembre- y la otra parte del estudio se hizo en febrero de 2020, donde los agroquímicos ya estaban a pleno. Los resultados de los estudios arrojaron que los 20 niños tienen daños genéticos en el cuerpo, con valores promedio de hasta dos veces o tres veces por encima del valor que debería ser normal. Eso fue el valor promedio pero algunos niños presentaron valores mucho más altos, y es gravísimo. 

En el 33% de las muestras de orina se encontraron glifosato y amba (qué es el metabolito, es decir, una modificación del glifosato con el tiempo). Es decir que el 33% de los niños tienen el veneno en el cuerpo

Con este estudio se inició una acción judicial y el Ministerio Público Fiscal dictaminó hace un tiempo atrás que “hasta 500 metros alrededor de la escuela -por ahora- no se apliquen más agroquímicos”. Así le dijo el Ministerio Público Fiscal a los productores.  “Queremos ver qué pasa con ese tema”, agregaron. Para nosotros, como padres de los chicos, no significó nada porque era una medida provisoria y no se cuidaba a los niños en sus hogares, sino que se los cuidaba solamente mientras estuviesen en la escuela. Mientras en sus casas, podían fumigarlos sin problemas. 

El 13 de abril de este año la Justicia ratificó esa distancia de 500 metros de la escuela, como diciendo “Che, vamos a hacer una cosa a favor de la salud de la gente, y eso que habíamos dicho de los 500 metros lo dejamos firme. Y fuera de esos 500 metros, sí se puede fumigar, pero fuera del horario de clases”. Para nosotros esto es como un chiste de muy mal gusto. No protegen a los niños mientras están en sus casas. Por ejemplo, el año pasado no hubo clases, y este año son tipo burbuja. Ya sabemos cómo es la presencialidad ahora, pasan poco tiempo en la escuela. No están cuidando a los niños con esta decisión. Los están cuidando una o dos horas al día, durante algunos días. El resto del tiempo están permitiendo a los fumigadores y productores que sigan tirando veneno arriba de los chicos. 

Estamos muy enojados con esta medida porque nos parece una burla. Sobre todo teniendo los resultados que demuestran el daño genético. Los estudios certificaron que la exposición continuada a un factor externo -cómo son los agroquímicos- genera en el cuerpo un daño genético. El glifosato parte las partecitas de ADN de los niños. 

Nosotros dejamos nuestra casa. Nos fuimos para cuidar a nuestra hija del daño del glifosato en su cuerpo.

Esta decisión de la Justicia de proteger a los niños en la escuela no significa nada en comparación con lo que ocurrió los últimos dos años. No se protegió a nadie y siguieron envenenando. No solamente nos enoja mucho esta situación, sino que además nos pone en un estado límite; no queremos que esto siga ocurriendo nunca más. Basta. Ya pasaron dos años y todo sigue igual. Y estos niños – si siguen así –, dentro de algunos años, cuando sean adolescentes jóvenes, van a tener o esterilidad o problemas de cáncer. Y mientras sigan viviendo ahí, están expuestos a todas esas enfermedades, porque sus genes están rotos, porque los agroquímicos se les meten en el cuerpo y no permiten que esos genes estén enteros. Y mientras los niños sigan en exposición a eso, sus células y sus genes -que podrían recuperarse- no lo están pudiendo hacer porque sigue la agresión externa. 

Nosotros dejamos nuestra casa. Nos fuimos para cuidar a nuestra hija del daño que podía hacer el glifosato en su cuerpo. Con mucho dolor dejamos nuestra casa construida con un crédito Procrear. Con todo el dolor del mundo, por haber dejado nuestros árboles plantados y creciendo. La Casita del árbol que le habíamos hecho a nuestra hija. El gallinero. Nos trajimos las gallinas, pero todo lo que habíamos sembrado, nuestra huerta, nuestros frutales, los detalles de la casa que eran únicos, porque habían sido puestos por nosotros, porque era nuestro hogar, todo eso tuvimos que dejarlo, porque mientras nuestra hija siguiera expuesta a ese ambiente fumigado. Ella también iba a tener el daño genético.

Nosotros nos fuimos. Hay mucha otra gente que se debe querer ir, pero no puede. Por lo tanto tienen que quedarse en esas casas sabiendo que el aire que respiran diariamente hace que sus niños estén condenados a estar enfermos.

¿Qué hace un agrotóxico -categorizado por la IARC-OMS como probable cancerígeno- en el cuerpo de nuestros niños? ¿Cómo explicar que hace más de 4 años la Justicia de Córdoba tuvo entre sus manos la posibilidad de proteger sus derechos y los nuestros; y para no alterar el statu quo del poder, mantuvo el secreto a voces suspendiendo la única herramienta de protección que velaba por nuestra vida y nuestra integridad como seres humanos? ¿Cómo vamos a explicar al mundo entero lo que significa para nosotras y nosotros perder amigas y vecinos? ¿Por qué quienes pudieron hacer algo no hicieron nada para cambiar este orden de cosas que nos cuesta la vida y la salud cada día?”. 

*Integrante del colectivo de madres y padres de Dique Chico que exige a la Justicia de Córdoba la inmediata protección de todos los habitantes del pueblo con la puesta en vigencia de la Resolución 242/2017 de la Comuna de Dique Chico. Además denuncian al Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Provincia de Córdoba y a sus agentes fiscalizadores “por la complicidad y protección de los intereses del agronegocio en nuestro pueblo, en detrimento de la salud de toda la población, incluidos aquellos más vulnerables: nuestros hijos”.

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