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Bafici: Ela Volta na quinta

por Revista Cítrica
17 de abril de 2015

Aquí la primer crítica de la competencia oficial. Un documental- ficción brasileño muy particular con unos personajes entrañables.

Antes que nada, vamos a decirlo. Ela Volta Na Quinta es una película típica de festival: escenas largas y lentas, diálogos agridulces, cámaras que muestran lo periférico para completar una historia central que no tiene por qué ser explícita, poco ritmo, un metraje desproporcionado y una temática que frecuentemente no es abordada por el cine comercial. Todo eso, como la vida o un papel de diario, no es ni bueno ni malo. Simplemente descarta a un sector del público y motiva a otro. Aclarado este punto sustancial, que exaspera a muchos muchos baficeadores menos snob o menos cinéfilos para quienes Ela Volta Na Quinta no debiera ser su elección a la hora de mirar el programa, podemos decir que se trata de una película única y distinta, aunque esto tampoco signifique nada bueno ni malo. Así como también que representa a un tiempo, a una ciudad y a una forma de vida, lo cual ya lentamente empieza a tener un signo de valor, porque cuando eso pasa lo que se nos está contando vale la pena aunque sea por la simple intención de conocer algo.

Una mujer quita una sabana, se acuesta, se tapa con una frazada. A su lado, un hombre se acuesta y se tapa con otra frazada. Con simpleza, que en este caso es sinónimo de maestría, las imágenes en movimiento,-el cine- nos ha contado que la pareja está en crisis. Luego vendrán una sucesión de escenas intercaladas por la belleza natural de la periferia de Belo Horizonte y las aún más bellas baladas del norte brasileño que nunca pasarán por una radio de Buenos Aires. El hombre trabaja y va a reparar una heladera. La mujer va al supermercado. Aparecen los hijos. Trabajan, viajan y ven juntos videos de Youtube. Piensan en la casa propia. Piensan en la separación de sus padres y se entristecen. En una sociedad en la que aún parece haber miedo a la separación. La mujer viaja. El hombre juega el fútbol. Hablan sobre refaccionar la casa. A veces la película ganará en ritmo, otras veces la escena se volverá demasiado larga y el espectador perderá la atención. Los hijos, Nato y André, que es también el director del film y él que decidió ficcionalizarlo toman más protagonismo, más del que merecen: sus padres son demasiado encantadores. Si no están en la pantalla se los extraña y mucho.

Con los padres en pantalla, cantando una canción, regando las plantas, conversando con otros personajes o lo que sea, la película es pura sutileza. Sus pensamientos, sus sentires no se expresan con palabras. La crisis de la pareja está ahí sin tener que ser remarcada. Llega la belleza de las cosas simples. Mientras los matrimonios, los vínculos, los sueños, la economía y la política están en crisis, pero no se tendría que opacar lo bello del vivir.

Ela Volta Na Quinta es agridulce pero a medida de que su lento metraje va avanzado se va volviendo más dura y pierde su registro documental por uno más ficcional, que no convence y causa un dolor innecesario. Duele por larga. Duele cuando se lastima sin necesidad. Pero tampoco un final con poco tacto puede hacer olvidar la sutileza de las acciones y los diálogos de una pareja entrañable que tras 38 años de casados atraviesa una crisis. Duele como una separación, como algo que se quiebra. Algo que tampoco es bueno ni malo.