“El cine actual se convirtió en un mercado persa”
por Pablo BruetmanFotos: Nicolás Cardello
12 de mayo de 2018
Raúl Perrone es uno de los directores más prolíficos del país. Reconoce que tiene una “enfermedad”: no puede parar de filmar y editar. Dice que no desperdicia el tiempo haciendo story boards ni yendo a reuniones para buscar financiación extranjera. Y que por eso, todos los años estrena films. Una inmersión a su mundo de autogestión, poesía y austeridad.
Habla para el lado contrario al grabador. No deja de mirar por el vidrio enorme que separa al café de las filas de personas que entran entusiasmadas al centro comercial para ver películas que a él no le interesan. Pareciera que ese ventanal fuese su cámara. Da la sensación de que lo pone nervioso no estar filmando ahora mismo. Y lo admite. Piensa que tiene una enfermedad: no puede parar de producir. En forma autogestiva, por supuesto; porque cree fervientemente que así tienen que ser las cosas. Así son sus películas pero también su vida. Lo notamos un rato antes cuando lo conocimos, le dimos ejemplares de Cítrica y enseguida estaba repartiéndoles la revista a productores y amigas. Pionero, revolucionario, maestro de una generación, austero, el que hace genialidades sin presupuesto, un adelantado en el tiempo, poeta, dibujante, cineasta. Ningún adjetivo ni ninguna profesión lo definen correctamente; Raúl Perrone es autogestión.
“Esto no se enseña. Yo aprendí a hacer mi propio productor -como decía Roberto Arlt- por prepotencia de laburo. Si yo no lo hacía, no lo hacía nadie. Venía a un bar como este y no iba al mostrador y decía: ‘Hola, qué tal, soy de una empresa, cuánto nos cobraría si…’ Yo iba y decía ‘¿Qué onda? ¿Puedo filmar?’ Lo hacía todo mucho más fácil por no tener formación, entonces yo hacía de alguna manera de productor de mis películas, conseguía los lugares donde filmar y todo eso”, explica este fanático del cine que casi no mira cine y casi no lee. Que filma y edita. Filma y edita. Sin parar. Y ya lleva 45 películas filmadas. Expiación, la última, como casi todos los años, la estrenó en la competencia oficial del BAFICI. Pero ni siquiera entró a verla a la sala: “No veo ni una película, ni las mías. No soporto esto, las caras que pasan, no hablan de cine, hablan de pasarse la tarjeta, tomá, llamame. Es un mercado persa esto”.
¿Entonces no ves cine nunca?
No veo cine, hago más cine de lo que miro. Tengo un pequeño microcine en donde edito y miro y vuelvo a ver películas o escenas de películas que ya vi pero cada vez que miro algo me da ganas de ir a editar. Veo algo cuando invito gente y no me puedo rajar. Me aburre mucho todo. Es que el cine de ahora no es cine; es un negocio. De hacer de asistente, de asistente de asistente, de que venga el catering, del camión generador, es como los festivales estos, al BAFICI lo quiero porque estoy desde el principio pero vengo hoy, hago notas todo el día y después no vengo más.
Hace un tiempo dijiste en una entrevista que Caetano te gustaba al comienzo y después ya no. ¿Encontraste algún nuevo director o directora que te interese?
Y…no. De acá no veo a nadie. No creo en los que dicen que son buenos. De afuera casi siempre descubro gente de otra época, de los años 20 o los años 30 , que me parece que fueron las décadas de mayor invención en el cine, son los que inventaron todo con nada. Si esos tipos hubiesen tenido la técnica que hay hoy, serían imparables. La verdad es que no veo cine, capaz alguna que otra cosa rara que encuentro en Youtube.
¿Y leer aunque sea?
No. No leo porque me disperso, me pasa lo mismo que viendo películas, cualquier cosa me da ganas de ir y hacer algo. Me gusta producir: es una enfermedad, tendría que internarme en una granja para adictos a hacer películas, porque no puedo parar. Pero bueno...sigo.
¿El cine industrial entra en la misma lógica que los productos de supermercado? Etiquetas, packaging por fuera, ningún nutriente por dentro.
No sé, porque yo nunca trabajé en la industria, trabajé siempre a mi manera, en épocas muy difíciles: yo llegué a estrenar en VHS, ahora está todo muy lindo, todo digital, todos con su pc, con su notebook, muestran su peliculita, pero en la época en que yo lo hacía era un marginal que filmaba en video. Con el tiempo se colocaron las cosas en su lugar y resulta que hoy yo tenía razón. Todos filman hoy como filmaba yo hace 20 años. Por supuesto que considero que todo está en tus manos, que vos decidís si negociás. Yo no negocio, no me vendo, tengo una coherencia que para mantenerla hay que tener mucha personalidad. Y lo digo en mi película 45, así que hay coherencia dentro de lo que hago y lo que digo. Jamás han logrado que me tuerza un poquito así y me han ofrecido el oro y el moro, pero no cambio la libertad por nada, y soy un tipo que no tiene guita, laburante, austero. Muy firme en eso. No tranzo un poco de libertad por nada. Tengo la libertad en la vida de poder hacer lo que quiero. Siempre tenés que estar dependiendo de los demás si laburás para los demás. Uno tiene que tener un camino, yo elegí éste, me costó más pero lo logré: tengo un reconocimiento de que de la otra manera muchos no tienen. Mis películas fueron a festivales europeos sin haber tenido un respaldo, estoy muy orgulloso. Si después de 20 años mis películas solo las mirara un grupo de amigos me hubiese replanteado la vida. Pero hago una película y hay interés, no me puedo quejar, por este camino tardás un poco más pero estás haciendo lo que vos querés. Esto es la libertad.
Podías elegir entre el oro y el moro o la libertad. Elegiste la libertad. Sin embargo está lleno de gente que no lo puede creer, ¿por qué pensás que hay personas que no lo comprenden?
A mí me incomoda eso, porque es una discusión, a veces pongo cosas en Facebook y se arma mucho bardo. Facebook la gente lo usa para subir fotos pelotudas pero para mí es una herramienta de laburo, pongo afiches, pensamientos. Y salen los moralistas: los que piden guita, que bardean, que dicen que vos no laburás sin guita, en realidad a estos idiotas no tengo por qué andar explicándoles que ninguna película se puede hacer sin plata, no pueden leer entre líneas que lo que estoy diciendo es que no hago películas con un palo y medio. Necesito cámaras, que la gente coma, que la gente viaje, yo no cobro como director, pero hay que gastar cierta guita, los idiotas lo leen literal. Lo que pasa es que esos idiotas no podrían hacer las películas como yo las hago. Porque no tienen huevos. Podrán tener talento, pero no huevos. Les falta decisión. Escriben un guión de 300 páginas, tardan mil años, buscan guita de afuera, van acá, van allá, van a reuniones y hacen una película cada 4 años. Está bien, me importa tres carajos, pero que ese tipo no diga que lo mío no es válido porque después, cuando el tipo ese ve lo que pasa con mi película, no lo puede creer. Los profesores de escuelas dicen “Perrone es loco”, y los pibes dicen yo quiero ser loco como él. Aunque también hay pibes que van con la idea de hacer guita. La FUC, la Universidad del Cine te hace pagar siete lucas por mes para estudiar cine, la gente por lo general no tiene esa plata. Preferiría que los tipos le donaran la guita a un comedor, si después igual no hacen nada.
¿Cómo ves la violencia institucional en los barrios y cómo se trata a pibes y pibas?
Conozco mucho la lleca, la violencia está naturalizada y eso es lo heavy, salís con la bici y volvés sin la bici. A los gobernantes les debe convenir que haya ese tipo de violencia. Ya hace muchos años que no es como en la época en que mi abuelo se sentaba a tomar mate con la policía. Ahora vuelven a pedir documentos. Hoy da miedo salir. Hoy salís y está heavy, la gente tiene miedo. Vivimos enrejados, no sabés por qué estamos adentro y el otro no sabe por qué está afuera. Antes la gente no tenía rejas en las casas, hoy tenés rejas en la puerta, en la ventana, en el baño, es un delirio, no estamos ejerciendo la famosa libertad.
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