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La sombra de Arshak cada vez más difusa

por Revista Cítrica
Fotos: Hernán Vitenberg
24 de febrero de 2025

El policía de la Ciudad Arshak Karhanyan es un desaparecido de la democracia argentina desde hace seis años. Un caso tapado por complicidades políticas, silencios policiales y la impunidad del poder.

El 24 de febrero de 2019 cayó domingo. Fue el último día que se lo vio con vida a Arshak Karhanyan, policía de la Ciudad que trabajaba en la división Exposiciones. La imagen de referencia del muchacho de origen armenio que entonces tenía 28 años es el registro de una cámara de seguridad en la zona de Primera Junta. Desde aquel domingo, Arshak engrosa el listado de más de 200 personas desaparecidas en la Argentina desde 1983.

La legisladora porteña y nieta recuperada Victoria Montenegro fue una de las que acompañó el caso desde el comienzo. En el nuevo aniversario de la desaparición, compartió en su cuenta de Instagram:

“Hace 6 años desaparecía Arshak sin dejar rastro en plena Ciudad de Buenos Aires. El ministro de Seguridad, que no lo buscó un solo día y permitió decenas de irregularidades en la investigación era Diego Santilli. El juez de la causa, que posibilitó semejante impunidad, es el actual secretario de Derechos Humanos Alberto Baños. Hoy, como ayer, seguimos acompañando a su mamá en el reclamo de justicia”.

La causa es un ejemplo cabal de los poderes del Estado entremezclados para garantizar la impunidad, con el agravante de que la víctima es un funcionario público de una fuerza de seguridad. Juan Kassargian, el abogado que representó a la familia de Arshak al comienzo, lo definió claramente en una entrevista: “La última persona que sabemos que tuvo contacto, comunicación y que creemos que le dio una orden a Arshak, es un policía. Quienes borraron los teléfonos, que debieran ser expertos, son policías. Quienes borraron el teléfono del principal sospechoso, son policías. Quienes recogieron mal las cámaras, son los policías. Quienes perdieron las cámaras, son policías. Me parece que no hay más que hablar”.

Captura de YouTube.

Captura de YouTube.

Leonel Herba, su compañero en la división Exposiciones, fue a verlo a su domicilio aquel 29 de febrero (Arhsak tenía franco). Charlaron en la vereda durante 36 minutos. Arshak entró a su hogar y luego se retiró con la placa policial, el arma reglamentaria y la tarjeta de débito, que nunca fueron halladas. No se llevó su teléfono celular. 

Una hora después, se lo vio en las cámaras de seguridad del cajero Link ubicado en la estación Primera Junta de la línea A, a diez cuadras de su casa. Es el último registro visual de Arshak en la vía pública ese domingo. Se reconstruyó también que después entró a un local Easy de la zona, donde compró una pala. Pagó en efectivo y se la colocó en su mochila. Según los movimientos de su tarjeta SUBE, de ahí se tomó un colectivo con destino incierto.

Al día siguiente, su hermano Tigrán fue hasta su casa y no lo encontró. Esperó 48 horas e hizo la denuncia en la comisaría donde trabajaba Arshak. Le dijeron que esperara hasta la madrugada del miércoles, el día en que regresaría a servicio después de su franco; pero nunca volvió a su trabajo. 

El actual secretario de Derechos Humanos de la Nación y responsable del vaciamiento de los sitios de memoria, Alberto Baños, fue el juez que mal llevó la causa hasta su intento de jubilación, en 2023, antes del nombramiento para ocupar la Secretaría bajo las órdenes del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.

Durante su actuación en la causa, Baños se negó a convocar como imputado a Herba, con el argumento de que no había suficientes pruebas. Curioso razonamiento, ya que en el celular del policía encontraron conversaciones con su pareja, Jazmín Soto, que le dice: “A vos que te buscan por hacer desaparecer gente, yo no te voy a cubrir más”. 

El abogado actual de la familia es Mariano Przybylski, de larga trayectoria en causa de derechos humanos. “La causa está mal y con pocas perspectivas porque la prueba importante se arruinó en los primeros días de la investigación, gran parte por responsabilidad de Baños”, explicaba el año pasado. 

La fiscalía había solicitado que se preservaran todas las imágenes del 29 de febrero a cinco cuadras del Easy y de la casa del policía desaparecido. La Policía de la Ciudad mandó a la fiscalía las imágenes de dos días después. El primer rastrillaje de la fuerza de seguridad porteña duró pocos minutos y lo hicieron con poco personal. 

El peritaje sobre el celular personal de Arshak fue realizado por la Superintendencia de Cibercrimen de la Policía de la Ciudad, que devolvió el teléfono con un cartel que decía “desactivado”. 

Al cumplirse cinco años sin rastros de Arshak, en 2024, Przybylski hizo una presentación ante el Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU para exigir respuestas al Estado y “asegurar la búsqueda del paradero del joven policía y la investigación de lo sucedido y determinar sus responsables”.

“No imaginé que iba a llegar a estar cinco años sin mi hijo, es muy difícil pasar este momento, no sé vivir así ni sé cuántos años más tengo que esperar para que haya alguna novedad de parte de la justicia”, le dijo a Cítrica su madre, Vardush Datyvian. 

El tiempo pasa y las dudas se prolongan tanto como la sombra que cubre el caso y la memoria de Arshak Karhanyan.