Un pibe baleado exige atención médica

por Nelson Santacruz
Fotos: La Garganta Poderosa
05 de abril de 2024

El 27 de enero Mariano Juárez, de 23 años, fue baleado por la Policía de la Ciudad entre la Villa 21-24 y Zavaleta, Nueva Pompeya. Desde entonces lidia con las heridas de tres tiros por parte de los oficiales, con la zona maxilar muy comprometida. Aunque necesita revisión urgente de especialistas, hasta ahora nadie protege su estado de salud.

Mariano Juárez vive en la Villa 21-24. El 27 de enero circulaba a bordo de un auto por la Avenida Iriarte y la calle Zavaleta cuando fue interceptado por dos policías de la Ciudad que lo redujeron a él, y a su acompañante, a los tiros. A diferencia del relato de los efectivos, Mariano denunció con pruebas que no hubo “resistencia a la autoridad” y que en la causa le pusieron “robo con un  arma de fuego”, que jamás existió. También demandó a las Fuerzas de Seguridad por “intento de gatillo fácil”,  asegurando que tiraron a matar y que se salvó “solo por la intervención de los vecinos”.

“Cuando vi al Policía con el arma en mano frené, no quería que me mataran. El coche no tenía control y se chocó contra un carro y quedó quieto. Ahí fue cuando efectuaron los disparos”, narra Mariano. 

El primer tiro fue en la nuca, saliendo por la mejilla y perjudicando la zona maxilar, la más grave de todas en la actualidad. "Se me contrajeron los brazos, se pusieron duros. Empecé a desvanecerme". El segundo tiro entró por la zona de la clavícula y salió por el hombro, "ahí sentí que reviví y pude incorporarme en el asiento". Al empezar a descender del auto, a menos de dos metros, un tercer tiro rozó su muñeca y la espalda.

Luego de ser atendido en el Hospital Penna fue dado de alta el 2 de febrero pasado y desde entonces ningún profesional de la salud volvió a revisar sus heridas. La familia y organizaciones sociales del barrio, como la Fundación Temas, están exigiendo que sea atendido por algún especialista en dentomaxilar o maxilofacial para que le realicen una cirugía que intente reparar el daño ocasionado por la Policía. “No puedo tocarme la cara, está hinchada. Puedo abrir la mandíbula solo un centímetro como para que entre una galletita de agua. Estoy en la nada”.

Desde el 2 de febrero, hasta el jueves 4 de abril, Juárez estuvo detenido en la Superintendencia de Investigaciones Federales de la calle Madariaga, en la Ciudad de Buenos Aires. Al día siguiente, a pesar de los pedidos de atención médica, el joven fue trasladado al Complejo Penitenciario de Devoto. La Policía debía buscar la tomografía computada del paciente y el 25 de marzo desde la Alcaldía también debían llevar a Juárez, a las 8.30hs de la mañana, al Hospital Pirovano. No se garantizó ninguno de estos derechos del acceso a la salud.

“Trato de dormir inclinado como si fuese una silla para aguantar un poco más la espalda. Estoy tomando solo Actron, que no es recomendado, no tengo antibióticos porque no me llevaron al médico”.

La causa, bajo la carátula de resistencia a la autoridad, encubrimiento por ánimo de lucro, robo poblado en banda y robo de automotor sigue en proceso con muchos grises. Tanto Mariano como su familia ya acudieron a diferentes espacios judiciales para pedir que pueda esperar una condena firme en un estado de salud óptimo. En el caso interviene el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°62, Secretaría 79, a cargo del Dr Eduardo Manuel Rico. En su defensa está la Defensoría en lo Criminal y Correccional N°18, a cargo del doctor Duarte Ardoi y además se le notificó, para su urgente intervención, al  doctor Pablo Ibarra, del Área de Violencia Institucional del  Ministerio Público de la Defensa. Por ahora, nada se ha hecho para resolver los reclamos.

 

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