“Una iglesia santa y pecadora”

Tras el Concilio Vaticano ll participa activamente y brinda apoyo a los curas más jóvenes, lo que produce un conflicto con los obispos conservadores que, cuando tienen la oportunidad, lo mandan para La Rioja, pensando que no iba a trascender. Angelelli llega y dice que la iglesia es santa y pecadora, es servidora, misionera, que su actividad no es juntar gente sino que la gente de la iglesia debe insertarse en los proyectos populares, en las organizaciones, en el camino por la transformación social de las injusticias. En una sociedad en donde la religión tiene un fuerte arraigo, con un sentido más de recuperar las tradiciones culturales religiosas de tiempos inmemoriales pero no con un contenido liberador, Angelelli toma el Tinkunaco antiguo y apunta que ese “encuentro” debe ser el encuentro para iniciar el camino de mejor convivencia social, que implica luchar contra las injusticias. El tema de la tierra es muy fuerte por los latifundios y la falta de agua. Y él reclama políticas de inversión, de riegos. Acompaña a los peones mineros a organizarse y se forma el sindicato minero en Olta. Por supuesto va generando un rechazo absoluto de los dueños de las minas y los campos, que buscan deslegitimarlo diciendo “esto no es la iglesia, esto es comunismo”, que lo acusaron de querer hacer cooperativas como Rusia las hizo en Cuba. Tantas cosas dijeron. Por ejemplo, cuando lo matan, el diario El Sol publicó un recuadrito cuyo título era “Andá a cantarle a Gardel”.