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A dos manos y ocho hilos

por Revista Cítrica
09 de junio de 2016

Una cooperativa textil de Gualeguaychú genera trabajo genuino para mujeres desocupadas de la zona que apuestan a un proyecto colectivo antes que a ser explotadas bajo dependencia.

Cuando las noticias de tarifas altas, apertura de importaciones y caídas en las ventas llenan las páginas de la historia reciente del movimiento cooperativo, surge una buena: la textil Ocho Hilos de Gualeguaychú retomó la producción este año. Siete trabajadores se encargan de la confección, la costura y el bordado de guardapolvos, bolsos y remeras para varias escuelas públicas y privadas de esa zona de Entre Ríos.

“Costó retomar porque no es fácil que nos elijan para hacer un trabajo. Es natural, no nos conocen. Pero también costó mucho ganarnos la confianza de las compañeras. Esta cooperativa dejó de funcionar, muchas no creían que podíamos retomar la actividad. Y acá estamos. Funciona, se puede trabajar desde y para la cooperativa. Nuestra apuesta es esa y nos va bien”, afirma Fernanda Otero, diseñadora de indumentaria que hace seis meses se puso al frente de la Cooperativa Ocho Hilos.

La textil dedicada a la blanquería surgió hace tres años con el apoyo de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT), la Red Textil Cooperativa (RTC) y el gobierno de Gualeguaychú. La CNCT, además de prestar asesoramiento, les donó las máquinas industriales para empezar a trabajar. En esa oportunidad, el Municipio se comprometió a colaborar con el alquiler del local. Tiempo después la cooperativa dejó de funcionar. En enero de este año un grupo de trabajadoras tomaron la decisión de volver al taller y prender las maquinas para producir.

“Ya contábamos con las maquinas y el lugar. La oportunidad era única. En un momento donde todo se ha complicado, tener la posibilidad de relanzar una fábrica textil no es para desaprovechar. Y nada mejor que hacerlo desde una cooperativa”, destaca Otero.

Las trabajadoras hicieron una fuerte apuestan a la industria nacional y el cooperativismo. Y hoy cosechan sus frutos de forma autogestiva. “Nos jugamos todo en este proyecto. Invertimos nuestro dinero personal para retomar la producción. Pero valió la pena”, afirma la presidenta de la cooperativa. En lo que va del año, la empresa ya fabricó guardapolvos, bolsos, chaquetas y toallas para jardines y escuelas primarias de la ciudad entrerriana.