En el Taller Polvorín, en pleno Caballito, se acumulan formaciones de trenes que contienen este mineral con potenciales efectos cancerígenos, prohibido en Argentina desde 2003. Todo se torna más grave porque al lado funciona una escuela primaria y un jardín de infantes. La comunidad educativa se enteró por una denuncia del sindicato de trabajadores del subte. En el Gobierno de la Ciudad aseguran que se está retirando el material y dicen que "no hay riesgos".
El Taller Polvorín es uno de los talleres ferroviarios más antiguos de Buenos Aires. Ahí se reparan y se estacionan decenas de formaciones del subte, en su mayoría de la línea A. Ubicado en la esquina de Emilio Mitre y José Bonifacio, comparte casi toda la manzana con la escuela primaria de gestión estatal Organización de Estados Americanos y el jardín, también público, El Tranvía de Caballito. Sus enormes techos contrastan con el notorio boom desarrollador e inmobiliario que caracteriza desde hace décadas a este barrio. Es quizás por todo eso que cada año forma parte del circuito de La noche de los museos que organiza el gobierno porteño. Ese día, además de un recorrido diseñado para la ocasión, se montan gigantografías del taller de distintas épocas. Nadie cuenta que ahí se almacenan toneladas de material riesgoso para la salud de las personas.
De acuerdo a una denuncia que realizó la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP), conocida popularmente como “Metrodelegados”, en ese galpón –donde funciona el Taller Polvorín y el Taller Bonifacio– se acopian numerosas formaciones y elementos que contienen asbesto (o amianto), un mineral prohibido en la Argentina desde 2003 por sus comprobados efectos cancerígenos. Algo que se agrava al tener 400 alumnos y alumnas todos los días del otro lado de la medianera.
Al lado de donde asisten 400 alumnos y alumnas todos los días se acumulan toneladas de trenes y chatarra con asbesto (o amianto)
El sindicato de trabajadores del subte alertó a la dirección de la escuela no solo por este almacenamiento indebido, sino porque en el Taller funciona un horno del que sospechan que puede contener este mineral, utilizado durante siglos por sus propiedades aislantes y de resistencia al calor. Las chimeneas de ese horno dan a los dos patios: al de la primaria y al del jardín.
“El Taller Polvorín es un depósito de asbesto. Se acopió chatarra con asbesto, se estuvo moviendo, se retiraron seis toneladas, pero la comunidad educativa no está al tanto porque ni la concesionaria ni el Gobierno de la Ciudad lo comunicó”, le dicen a Cítrica desde la secretaría de Salud Laboral del sindicato, el área que coordinó la investigación.
Dentro del taller hay formaciones de distintas marcas: Nagoya 300 y 1200, Mitsubishi, Fiat, Gee y Le brugeoise. En todas se comprobó la presencia de asbesto. Algunas se sacaron de circulación y quedaron fuera de servicio, otras se encuentran en el proceso de desasbestización.
Pero el asbesto en el Taller Polvorín no solo se circunscribe a los vagones de subte, inactivos o en funcionamiento. El techo de fibrocemento, en evidente estado de descomposición, es uno de los aspectos que más preocupa a la planta del personal que cumple tareas allí. El sindicato encargó un estudio tanto de ese material como de los hornos. Los resultados estarán para fines de agosto.
Dentro del taller hay formaciones de distintas marcas: Nagoya 300 y 1200, Mitsubishi, Fiat, Gee y Le brugeoise. En todas se comprobó la presencia de asbesto.
Durante mucho tiempo, el asbesto se encontraba en distintas autopartes y placas de vehículos ferroviarios, como también en diferentes componentes eléctricos y de plomería, materiales de construcción, productos industriales y hasta electrodomésticos. Era un peligro que casi nadie advertía, pero que estaba –y está– en muchas de las cosas que nos rodeaban.
Una historia contaminante
Desde que en 2018 se comprobó que había asbesto en las formaciones CAF 5000 y CAF 6000 compradas al metro de Madrid, Metrodelegados prendió sus alarmas y empezó a desarrollar un minucioso trabajo interdisciplinario para descubrir y remover posibles elementos que contengan este mineral, en simultáneo a la realización de estudios a todo el personal expuesto.
“El asbesto afecta principalmente a trabajadores de los talleres porque son las personas que trabajan continuamente con el recambio de esas piezas y autopartes”, aseguró la doctora Leticia Lescano, geóloga especializada en asbesto de la Universidad Nacional del Sur.
En 2018, esa misma Universidad confirmó la presencia de asbesto en su variedad de crisotilo en piezas de distintas flotas, como los trenes Mitsubishi, Nagoya en sus series 300, 1200 y 5000, Fiat, GEE-CAF y Siemmens. También detectó el mineral en el techo del cuarto de conductores del Premetro y en las pastillas de freno de las escaleras mecánicas de madera de la Línea E.
“El asbesto afecta principalmente a trabajadores de los talleres porque son quienes trabajan continuamente con el recambio de autopartes”, asegura Leticia Lescano, geóloga especializada en asbesto de la Universidad Nacional del Sur
Ante eso, el sindicato solicitó el ingreso de todos los trabajadores del subte al Relevamiento de Agentes de Riesgos (RAR) por exposición al asbesto. De esta manera, la empresa está obligada a realizar de por vida un monitoreo epidemiológico, que consta de tres estudios específicos para la detección de asbesto en el organismo −placa radiográfica para asbesto, espirometría y tomografía computada de alta resolución− y el deber de guardar las historias clínica por 40 años.
Desde 2018 hasta la actualidad se registraron tres muertes por asbesto, reconocidas por la Aseguradora de Riesgos del Trabajo, y 67 personas afectadas que realizan tareas en Emova, la ex Metrovías.
La angustia de la comunidad educativa
Si bien al principio se pensaba que el asbesto era un peligro solo para quienes trabajaban en el subte y se exponían a este material de manera cotidiana, luego se extendió a las decenas de miles de personas que viajan diariamente en este transporte y, ahora, a casi toda la comunidad.
Para el doctor Eduardo Gutiérrez, especialista en asbestosis, la cuestión excede el ámbito laboral y es un asunto de salud pública, ya que “no hay un umbral seguro” de exposición. Si bien no es un material radioactivo y si se lo encapsula los riesgos son mínimos, la peligrosidad del asbesto se debe a que está presente en minúsculas fibras que son muy livianas y se pueden integrar fácilmente al aire que se respira cada día.
La dirección de la escuela y la comunidad educativa –integrada por docentes, padres, madres, alumnos y alumnas– tomaron conocimiento real de la situación esta semana, a pesar de que en 2019 el sindicato había notificado a la anterior directora del establecimiento, a los sindicatos docentes UTE y Ademys, y a la Dirección General de Educación de Gestión Estatal.
La dirección de la escuela y la comunidad educativa empezó a tomar conocimiento real de la situación esta semana
Como el taller está lindero al edificio escolar es necesario evaluar y diseñar un esquema de prevención del que, por ahora, nadie tiene precisiones. El director de la OEA, que asumió sus funciones el año pasado, está requiriendo asesoramiento en ese sentido: ya se inició un reclamo administrativo para tomar medidas preventivas y que las autoridades informen el plan a seguir.
A diferencia de lo que ocurrió en 2019, como primera medida convocó a padres y madres a una reunión virtual informativa en la que se evidenció la angustia y preocupación por la noticia. Un padre contó que sus dos hijos sufren problemas respiratorios hace años y los médicos nunca les encontraron los motivos. “Yo no voy a llevar a mis hijas a la escuela, no voy a exponerlas más. Los nenes se enferman”, agregó una madre. El pánico está extendido.
Cítrica se comunicó con Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) para conocer si existe un plan de contigencia previsto. En esa sociedad estatal, dependiente del Gobierno de la Ciudad, admiten que en los talleres existe un "depósito transitorio" para residuos con asbesto. "Todo el proceso está a cargo de un operador especializado y se enmarca en el plan de desasbestizado acordado en la comisión de asbesto, integrada por SBASE, Emova, los gremios, la Agencia de Protección Ambiental (APrA), la Dirección General de Protección del Trabajo dependiente de Subsecretaría de Trabajo, la Superintendencia de Riesgo de Trabajo (Salud), el INTI y la Defensoría del Pueblo", aseguran. Agregan que "no hay riesgo ni para los trabajadores ni para la escuela" y que se elaboran mediciones del aire con frecuencia.
En Subterráneos de Buenos Aires (SBASE), dependiente del Gobierno de la Ciudad, admiten que en los talleres existe un "depósito transitorio" para residuos con asbesto
Mientras tanto, la comunidad educativa evalúa –a través de la cooperadora o un grupo de padres y madres– distintas acciones, entre las que asoman un pedido de informes a la Legislatura porteña; una presentación en la Dirección de Protección de Trabajo, el área del Gobierno de la Ciudad que se encarga de la desabestización; como también un amparo ambiental contra Sbase y la empresa Emova. La finalidad es siempre la misma: sacar todo el material contaminante que haya en los talleres lindantes a los establecimientos.
El sindicato de los trabajadores del subte y premetro ya cursó denuncias a la Agencia de Protección Ambiental, que depende de la Secretaría de Ambiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. De acuerdo a una cautelar firmada en marzo de 2020 por Alejandra Petrella, del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 12, el Gobierno porteño –a través de Sbase– está obligado a señalizar espacios y componentes con asbesto o con sospecha de asbesto. Nadie en la escuela sabía que ese potencial peligro estaba tan cerca.
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