Del subte al asbesto, del asbesto al cáncer
por Nelson SantacruzFotos: Agustina Salinas
19 de julio de 2023
¿Qué es el asbesto?¿Cuántas personas murieron de cáncer? ¿Cuántas enfermaron de cáncer por asbesto en el subte porteño?
Actualmente, del total de laburantes, hay 2150 bajo controles médicos. Están siguiendo los protocolos para, en muchos casos, llegar a un diagnóstico posible: asbestosis. Bajo nuestros pies, entre el mar de gente que sube y baja de su trajín, 85 personas están enfermas y una es pasajera. Como vos, como yo. También seis trabajadores contrajeron cáncer y tres fallecieron. La pregunta es, ¿qué se tiene que hacer?¿Por qué nos tiene que preocupar? Tres historias, en primera persona para Cítrica, adelantan una resistencia que lejos de apagarse se aviva a fuego lento hacia conflictos de salud tanto o más agudos que las medidas de fuerza que vendrán si no hay soluciones concretas.
La Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro denunció ante la Justicia al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (SBASE) y a EMOVA, el concesionario de la Red de Subte y Premetro de la Ciudad. Uno de los puntos que más preocupa al gremio es que la empresa no cumple con la orden judicial que les exige poner a todos los trabajadores bajo vigilancia médica. Ahora mismo hay 1400 personas trabajando en las estaciones, de limpieza y en las instalaciones fijas que son potenciales pacientes de cáncer. No lo sabemos, y ellos tampoco.
Para fotografiar el reclamo, mientras se avecinan nuevos paros en todas las estaciones, conocimos a Martín Paredes y Gustavo Villalba, ambos trabajadores de la Línea B actualmente afectados. También charlamos con Jesica Palmisciano, hija de Juan Carlos Palmisciano, que falleció hace dos años. Tres historias que nos conectan con la fibra del conflicto y humanizan aquello que las elecciones, como con tantos temas, intentan tapar.
“El mineral vuela por todos lados”
Lilian Capone, neumonóloga especialista en salud ocupacional, ha dicho en varios medios que el asbesto, o amianto, es un material más fuerte que el acero y que al inhalarse se instala en el pulmón. Hace poco dijo para Unife TV: "Ahí, el amianto, puede enclavarse como una aguja en la pleura, que es como la 'cáscara' que rodea al pulmón. Genera unos callos, engrosamientos pleurales. Hay trabajadores que pueden tener un pedacito de ese callo y otros más. Está vinculado con el tiempo de exposición y la cantidad de fibras inhaladas". Y resaltó, por sí no quedaba claro: "El 99,95% de los casos de mesotelioma maligno pleural están en relación con la exposición", refiriéndose a uno de los efectos más comunes.
"Yo tengo una astilla de asbesto clavada en la pleura", dijo Gustavo Villalba. Tiene 51 años y un hijo, muchas preguntas también. Porque ese asbesto que quedó "flotando" en sus pulmones lesionó la pleura pero hubo un "alta" en 2020 que dice que está "sin secuelas". Ahora, mientras es hostigado para que decida regresar a un campo de asbesto, espera de placa en placa que no se agrave desde esa partícula hacia un cáncer.
−¿Es cierto que siempre se supo de la insalubridad del subte?
−Si. Siempre se supo que había grafito, por ejemplo. Como también las afecciones que te ocasionan los ruidos para la audición, el túnel, las luces y sus consecuencias a la retina de los ojos. Y claro, el asbesto. Hacia 2018 el gremio de trabajadores fue advertido por sindicatos de España que lo que compró el Gobierno de la Ciudad contenía este mineral.
Entre mates, Gustavo, interrumpió sus sorbos para añadir nuevas preocupaciones: "Los trenes CAF 6000 comprados, en su momento, por Mauricio Macri tiran asbesto en estado friable, volátil, sobre las vías y las piedras. El túnel es un depósito donde con cada paso de los trenes el mineral vuela por todos lados”. Gustavo ingresó a este trabajo en 1997, de boletero desde ese momento hasta 2003, luego de guarda y en 2010 como conductor. Nueve años al frente del subte, su diagnóstico fue "ensanchamiento de pleura con incipientes calcificaciones". Desde entonces, hace cuatro años, le dijeron que no podía entrar al trabajo.
"En 27 años nunca tuve ni una sola suspensión. Esto no me hace mejor persona ni mejor trabajador, pero la empresa debe entender que fueron ellos los que me dieron de baja, con una junta cuatripartita. No estoy por vago en mi casa, sino porque ellos me mandaron ahí", se sinceró. Y cerró: "Hoy me hostigan con cartas documento, me ponen en la punta de un acantilado diciéndome que si vuelvo a trabajar y me enfermo es mi culpa, y si no vuelvo me quedo sin trabajo y sin obra social. Yo respondí que volvía a trabajar únicamente si me certificaban que ahí no había asbesto".
“Yo no pido por mí, ya tengo una partícula de asbesto saltando en la pleura, es por los jóvenes que están trabajando en el mismo puesto que nosotros sin modificaciones. Para que lleguen a los 50 años y no les pase lo mismo. Yo ni me jubilé y ya estoy afectado”, dice Gustavo.
“Es un acto criminal”
Un trabajador de subte, a este ritmo de negligencia, tiene un promedio de vida notablemente inferior. La Organización Internacional del Trabajo viene recomendando la sustitución del amianto desde 1986. La Organización Mundial de la Salud, por su criterio N° 203/98, dice que el nivel seguro de asbesto en un cuerpo humano es 0%. Y, además, la Resolución 823/2001 de nuestro país ordena: "Prohíbese la producción, importación, comercialización y uso de fibras de Asbesto variedad Crisotilo y productos que las contengan, a partir del 1° de enero de 2003", considerando que "existen pruebas científicas concluyentes de los efectos carcinogénicos de la exposición".
"Es una lucha desigual y perversa. ¿Qué puedo hacer? A mí ya me cagaron la vida, literal, con el asbesto", fue una de las reflexiones de Martín Paredes. Y es cierto. Pero nada nace de un repollo.
−¿Cómo está compuesto el hilo de responsabilidades?
−Hay que aclarar que esto no es una disputa política partidaria. Es una lucha de David contra Goliat. Los responsables principales son la empresa y el Gobierno de la Ciudad. Lo digo porque Mauricio Macri ya sabía lo que estaba comprando. Así como digo eso, resalto que CABA es un distrito de Argentina: ¿Dónde está el Gobierno Nacional?¿Transporte, Salud y todos los otros organismos que tienen que defendernos a los trabajadores? No los veo.
Martín se acuerda cuando, por el 89, llegó a Buenos Aires de su Tucumán natal "escapando de la pobreza" y en el 93 vio el aviso del diario que le permitiría ingresar a este empleo. Jamás se imaginaría que en 2020 un hospital le entregaría un papel con la leyenda "neumoconiosis debido al asbesto y otros minerales". Como Gustavo, se tiene que controlar cada año una inflamación que aleatoriamente puede quedar así o empeorar: "Puede terminar en un cáncer muy agresivo y doloroso, un cáncer de pleura. Es de lo que murió el compañero Jorge Pacci que tenía 55 años. Nunca fumó ni nada, y cuando sintió los dolores le dijeron que tenía un año de vida y murió a los 9 meses penosamente". Martín hoy tiene 53 años y dice seriamente que "dos de los tres muertos no llegaron a los 60 años".
En 60 países, incluída la Argentina, se prohíbe este mineral que no puede sacarse por un albañil, con maza y cortafierros: "La empresa comete un acto criminal, tiene que haber un plan de desabestización integral con especialistas, pero eso es mucha plata que no quieren gastar. Hay que hacer un cambio de flota total, reducir la jornada laboral de los trabajadores para la menor exposición, promover una jubilación anticipada y controlar médicamente a los que faltan".
“No es seguro ni ecológico”
Cuando era niña, a Jesica Palmisciano le fascinaba ir a ver a su papá Juan Carlos trabajando entre el mundo de rieles, túneles y vagones. "No muchas veces dejaban que los niños estén ahí", recuerda. Su papá siempre estuvo en la Línea A, en Primera Junta: "Era la entrada principal de la casa, hizo muchas horas extras toda su vida porque mucho tiempo los salarios eran una miseria". Hoy, Jesica trabaja en el área de tráfico de la Línea H, es guarda y supo ser delegada hasta 2017. "No termina de salir un plan integral de desabestización porque es algo que es muy caro. ¿El Estado está dispuesto a poner esa plata para dar mejores condiciones laborales? ¿Qué pregunta!, ¿no?", dice y nos la deja picando.
−¿Qué podés contarnos de Juan, tu papá?
−Mi viejo era sencillo. Un tipo de barrio, responsable, que no se metía con nadie. Amaba el fútbol, fanático de Boca, pero que podría sentarse a mirar un partido de la C o la D en cualquier horario con el mismo amor. Era típico también tener la tele prendida los domingos en Canal 7 con la carrera de autos de fondo, sencillo. En noviembre hubiera cumplido 73 años.
Juan Carlos Palmisciano empezó a tener dolores muy fuertes en la espalda tras una caída. Estuvo en varias guardias del PAMI donde solo le diagnosticaron "como una afección muscular". Pero la tomografía que vio su neumóloga fue la llave para abrir un camino difícil, era un tumor en los pulmones: "Mi papá ni siquiera fumaba, nos causó estupor. Fuimos al Hospital Español y ahí salió que el dolor era a causa de que el cáncer se esparció en casi todos los huesos de su cuerpo: tenía metástasis". El 30 de enero de 2021 murió por cáncer de pulmón.
Jesica explica que hay que leer el conflicto como un problema de salud pública y ambiental. "No es solo una lucha de trabajadores sino de los usuarios y los vecinos que viven cerca de la boca del subte", subrayó. Todo el aparato del Estado, incluido en escuelas, oficinas públicas y universidades debería estar en alerta por la presencia del mismo. "Desde que soy chica escucho que tal compañero se enfermó o tal se jubiló y falleció. Imaginate pasar décadas o tener entre 20 y 40 años soportando la alta tensión de luz, ruidos cotidianos o la presencia del grafito además del amianto".
−A los usuarios del subte, que viajan a diario, ¿qué les querés decir?
−Conciencia. Uno está usando el transporte público para trabajar, estudiar, ir a un hospital o pasear pero no es un lugar seguro ni ecológico como algunos lo quieren vender. Yo perdí a mi papá ahí, pero no es solo la conciencia por los trabajadores sino por los miles de pasajeros. Creo que tendrían que pensar plenamente que pueden enfermarse de cáncer, acompañen la lucha. No vamos a mejorar solo nosotros, como trabajadores, es nuestro derecho. Como también el tuyo.
Asbesto: relatos del veneno
Unas fibras matan silenciosamente desde lo subterráneo. Empresas, gobiernos, vienen y van sin una solución estructural para proteger a millones de usuarios y a miles de laburantes del subte y el premetro porteño. Cinco personas con cáncer, cuatro muertos por cáncer, 107 trabajadores con riesgo de contraer cáncer. Y un solo nombre, en medio de la desidia estatal, para toda esta pesadilla: asbesto.
Un depósito de chatarra con asbesto al lado de una escuela
En el Taller Polvorín, en pleno Caballito, se acumulan formaciones de trenes que contienen este mineral con potenciales efectos cancerígenos, prohibido en Argentina desde 2003. Todo se torna más grave porque al lado funciona una escuela primaria y un jardín de infantes. La comunidad educativa se enteró por una denuncia del sindicato de trabajadores del subte. En el Gobierno de la Ciudad aseguran que se está retirando el material y dicen que "no hay riesgos".
Asbesto en subtes: un peligro bajo tierra
En la red de Buenos Aires circulan vagones en los que se detectó la presencia de ese componente mineral, que produce cáncer y fue prohibido por la OMS y la OIT. A pesar de la denuncia de los metrodelegados y de estudios técnicos que señalan los riesgos para quienes trabajan y viajan todos los días, la mayoría de las formaciones sigue funcionando.