Sin sorpresas

El escritor Vicente Battista explica por qué una manifestación contra el cierre de 29 profesorados en Buenos Aires en la apertura de la Feria del Libro deja sin argumentos a funcionarios nacionales y de la Ciudad.

Por Vicente Battista *

No me sorprendió, pese a que en sus 44 años de vida, es la primera vez que se registra un episodio como el de la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires, repito: no me sorprendió. Incluso me atrevo a decir que, por el contrario, me hubiera sorprendido si el acto del jueves se hubiera desarrollado como en aperturas anteriores, cuando el gobierno de la Ciudad y el gobierno de la Nación pertenecían a distintas corrientes políticas. En aquellos tiempos se cruzaban los aplausos y los silbidos, según quién hablaba, pero la sangre jamás llegaba al río. No tenía por qué llegar: había auténticos cuestionamientos, críticas, reproches en torno a temas de edición y ventas, pero era imposible negar los millones --sí, millones-- de libros que el gobierno anterior distribuyó gratuitamente a lo largo y ancho del país. “Al final de nuestra gestión habremos entregado más de 40 millones de libros”, aseguró el Ministro de Educación Alberto Sileoni, en la apertura de la Feria del Libro de 2011. Tampoco se pueden negar las seis millones de notebooks entregadas gratuitamente como parte del plan Conectar Igualdad, ni se pueden negar las escuelas y universidades abiertas, como es imposible soslayar el Programa Sur de financiación de traducciones y ediciones de autores argentinos en el mundo entero. Estos son solo botones de muestra que precisamente muestran que no eran meras promesas: ahí están los jóvenes con sus notebooks y sus libros, ahí están las nuevas escuelas y las nuevas universidades y ahí están los cientos de libros de autores argentinos traducidos y editados en todo el mundo.

Macri cerró escuelas y facultades,  no entregó una sola notebook y mandó a dormir al Programa Sur.

Una de las muchas promesas de campaña del presidente Macri fue que iba a mantener todo lo bueno realizado por el gobierno anterior y que, incluso, lo mejoraría. Otra mentira más del Presidente Mentiroso: con la voracidad de un monstruo de ciencia ficción, cerró escuelas y facultades,  no entregó una sola notebook y mandó a dormir al Programa Sur; con la excusa de fundar UniCaba se propone eliminar 29 profesorados en la ciudad. Estos también son apenas botones de muestra. Uno de sus serviciales asistentes explicó este accionar con una honestidad digna de destacarse, dijo sin ruborizarse que el gobierno K ilusionó a los desposeídos, haciéndoles creer que ellos podrían tener computadoras y escuelas, del mismo modo que comprarse televisores plasma, irse de vacaciones e, incluso, aventurarse a comprar un coche. “La única verdad es la realidad”, la frase, dicen, es de Aristóteles, Hegel la rescató y Perón la hizo suya. Un país devastado, empobrecido, es nuestra realidad actual. El mejor equipo de los últimos cincuenta años llevó a cabo esta tarea. Hay que reconocer su capacidad de trabajo: consiguió la destrucción en menos de tres años de gobierno. Este mejor equipo está constituido por Ceos, que difícilmente ocupen algún rato de su día en leer novelas y cuentos, menos aún poemas. Acaso podría interesarles algún best seller de moda, pero no más que eso, lo de ellos esencialmente es el Excel.

Frente a esta realidad, no debería sorprendernos lo sucedido en la apertura de la actual Feria del Libro: por primera vez ni el ministro de Cultura de la Nación ni el ministro de Cultura de la Ciudad pudieron hablar durante el acto de apertura: ciento de jóvenes se lo impidieron. El ministro de Cultura de la Nación los tildó de fascistas. Tal vez le convendría echar un vistazo a sus propios tweets, escritos antes de que fuese funcionario de este gobierno, entonces podría enterarse de lo que es realmente un acto fascista. Martin Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro, sí pudo hablar y sus palabras, por cierto, no fueron complacientes: señaló que la producción editorial sufre una caída del 20% según datos del registro del ISBN. “Lo que acumulado implica una caída de no menos del 30% en los dos últimos años". Dijo que "El aumento de las tarifas, que aún no han llegado a su techo, complica a muchos de los libreros y sobre todo a la industria gráfica. La boleta de luz pasó a ser uno de los principales costos, tornándose en algunos casos impagable". También pudo hablar Claudia Piñeiro quien, además de su discurso, preciso y punzante, no dudó en solidarizarse con los jóvenes que alzaron sus voces en favor de la educación y la cultura. 

No debería sorprendernos que por primera vez ni el ministro de Cultura de la Nación ni el ministro de Cultura de la Ciudad pudieron hablar.

Es cierto, acaso la actitud de esos jóvenes no haya sido democrática. Pregunto: Con una mano en el corazón y la otra en el bolsillo, ¿alguien se atrevería a afirmar que este es un gobierno justo y democrático?

 

* Escritor y guionista. Secretario gremial de SADE.

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