Nació en 1963 en el barrio de Balvanera, en la ciudad de Buenos Aires, y allà lo entrevistamos.Estaba destinado a ser psiquiatra, pero el espÃritu inquieto de Diego Peretti lo impulsó a dar un salto radical en su vida: la decisión de ser actor para siempre.
La vida de los actores pareciera ser siempre sinuosa y llena de sorpresas. Sorpresas sobretodo a la hora de comenzar lentamente a desarrollar una personalidad. Ya sea de pequeños y en la adolescencia, y por qué no, ya entrados algunos años de la época adulta. Todo termina siendo un misterio. El cómo y el por qué de algunas cuestiones siguen siendo preguntas sin respuestas. Alguna vez Diego Peretti no fue Diego Peretti, tampoco el simulador Emilio Ravenna, y ni siquiera el narigón. En Poliladron era simplemente “el Tarta”. Y no cabÃa en la mente de quienes lo veÃamos, la posibilidad de que él -en el mundo real, fuera de la actuación- no fuera tartamudo. No tenÃamos dudas: aquel tipo, el de la nariz gigante, era el amigo fiel y confidente del Nene Carrizo (Adrián Suar). Y era tartamudo. Ahà lo conocimos, y captó nuestra atención. Esa fue su primera aparición en las grandes ligas, la que lo marcó a fuego. Su primera vez masiva. Pero no se trató de su debut en la tele, ni de su primera vez en la actuación.
Antes hubo otras aventuras artÃsticas, fuera de las luces del éxito, y que el gran público desconoce. Una actuación que dejó la marca fundacional en la vida de este actor que -por entonces- era un psiquiatra que sufrÃa su profesión. La vida de Peretti no iba dirigida hacia el mundo de las cámaras. De eso está seguro, visto desde donde hoy está parado, y lo dice siempre que le preguntan.
Diego era una persona que miraba cine de manera compulsiva. “Hoy, a la distancia, me dicuenta que esa manÃa de ver pelÃculas esla que me llevó a elegir este camino”, explica. Pero él no sabÃa por qué le gustaba tanto. Hasta que fue a una clase deRaúl Serrano y todo cambió. Diego no estaba en un buen momento desu vida: el hastÃo lo invadÃa, su alma no encontraba rumbo, la búsqueda dela felicidad le parecÃa imposible. Todo pintaba oscuro, y nada lo completaba como él soñaba. “La psiquiatrÃa es como un tacho donde acumulás cosas, de los demás y propias. En cambio, actuar es una fuerza centrÃfuga hacia el afuera. Te libera de tus males, te exorciza, en serio. Es una gran terapia. Almenos para mÃ. Yo puedo decir que actuar me liberó la mente y el alma,sin dudas”, confiesa Peretti.
Nació allá por 1963, en el porteñisimo barrio de Balvanera, de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo no duró mucho por esos lares y él y su familia se mudaron un poquito más al sur de la Ciudad. Se crió en el barrio de Constitución, viviendo en la esquina de las calles San Juan y Lima.
Su familia estaba compuesta por su papá, que era Aldo Juan Peretti, quien tenÃa como profesión ser maestro que enseñaba fÃsica y matemática. Por el otro lado, su mamá, llamada Margarita Venegas, se ocupada de ciertos quehaceres y además vendÃa indumentaria.
Comenzó a estudiar actuación con Raúl Serrano como un pasatiempo cuando estaba en segundo año de la facultad. En las primeras clases de teatro se le despertó una vocación de actor irrefrenable. Se dijo: “me vaya bien o mal no voy a dejar esto por mucho tiempo”. Y asà lo hizo, como lo sintió. Mientras realizaba la residencia en el hospital Castex, de la localidad bonaerense de San MartÃn, Diego comenzó a actuar en teatro, en obras como Angelito, Volver a la Habana y Bar Ada. Las ganas comenzarona invadir su cuerpo. La mirada descreÃda, gris y amarga, iba cambiando de tonalidad. Hasta que llegó el momento de decidir. El primer papel en la televisión fue en 1993,en el unitario Zona de riesgo. No tuvo éxito pero no le importó. Dos años después vendrÃa su revolución: interpretó al Tarta, uno de esos personajes que se comen al actor. Sin embargo poco tiempo después hizo de barrabrava, el “Goma”, en RR.DT, y demostró que serÃa actor para siempre. Para ese entonces ya habÃa dejado la psiquiatrÃa.

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