Cómo hacen los trabajadores este nuevo Tiempo Argentino cooperativo: sin jefes y con más horas culo.
“Este desenlace es el resultado orgánico después de varios meses sin respuestas del gobierno ni de los empresarios”, dice Marcelo, que antes era solamente corrector y que ahora sumó otras responsabilidades dentro de un diario que ya no es solamente un diario, o un trabajo, o un medio. Ese abandono de patrones y del Estado tiene su hermosa contrapartida: el descubrimiento del poder colectivo y la respuesta de una sociedad que ni en pedo mira para otro lado.
En los días previos a la conformación de la cooperativa Por más tiempo desfilaron por la redacción de Amenabar decenas de cooperativistas de todo el país contando en primera persona su experiencia. Que por supuesto no es color de rosa. Que requiere mucho laburo, mucha organización. Y algo fundamental: “Cambiar la mentalidad”, como afirma Alberto, que se presenta como editor, “bueno, en realidad antes era editor de la sección mundo”.
Todo está en pleno proceso de cambio en este lugar de paredes con televisores y carteles que dicen “cuidemos la limpieza” o listas de las comisiones que se fueron armando: Difusión, Organización, Proyectos Especiales, Economía, Legales, Web y Suscripción y Comerciales, cuyos integrantes desde hace días llaman “a los 1500 suscriptores que cagaron los dueños anteriores. Les cobraron el año por adelantado, entonces ahora los llamamos para explicarle la situación. Por suerte la mayoría está al tanto de lo que pasó y nos siguen apoyando”.
Eso, el contacto directo con los lectores, es una de las cosas que más conmueve aquí, donde ya es común que desconocidos pasen a toda hora no sólo a dejar su solidaridad. Varios llevan comida y preguntan qué otras cosas necesitan para poder conseguirlas o traerlas más tarde. Emociona, pone la piel de gallina.
“Algunos piensan que una cooperativa es re tranqui, pero es todo lo contrario. Hay algunos que van a tener que laburar más que antes. Ahora más que horas hombre hay que sumar horas culo. Y eso será difícil, porque hay muchos que no están acostumbrados a no tener jefes”, nos dice Alberto. Malena lo interrumpe: “No es que no hay jefes. Ahora vos sos tu propio jefe”.
Malena era coordinadora de corrección y fue elegida por sus compañeros como tesorera. ¿Dejará de corregir? No, seguirá haciéndolo y además será una de las encargadas de, quizás, el gran desafío de esta nueva cooperativa: generar ingresos para que los retiros se acerquen a lo que antes eran los sueldos. “No será sencillo porque somos muchos, pero es muy esperanzador. Estamos viviendo un momento histórico del país y en el periodismo argentino. Hoy, por el blindaje al gobierno y la nueva conformación del mapa mediático lo nuestro toma más valor, y la gente está acompañando. Lo que pasó el 24 de marzo y el domingo pasado fue emocionante”, apunta Alberto. Nos consta. Estuvimos en la redacción mientras el diario terminaba de imprimirse y tuvimos el privilegio de compartir el momento hermoso cuando llegó el primer número, todavía con olor a tinta. Entre abrazos y lágrimas, por las miradas de todos los presentes, más que alrededor de páginas escritas, parecía que estábamos alrededor de un fuego. Y eso, creemos, que es lo más valioso que tienen las compañeras y compañeros de Tiempo. Por (mucho) más Tiempo de ese fuego.
¿Orgánico, agroecológico o tradicional?
Investigadores del INTA, ambientalistas, productores orgánicos y productores agroecológicos comparten su mirada acerca de las formas de producción de alimentos en el país. Segunda entrega del ciclo de notas: ¿Quiénes nos alimentan?
La trampa alimentaria: estómagos dañados y precios descuidados
A pesar del argumento de que en Argentina se producen alimentos para 400 millones de personas, es cada vez más costoso acceder a productos sanos y las cifras de pobreza van de la mano de datos alarmantes sobre malnutrición y obesidad. Tercera nota del ciclo “¿Quiénes nos alimentan?”.
El campo que nutre la Soberanía Alimentaria
Así como hay un campo preocupado por el precio del dólar para exportar soja al exterior, hay otro conformado por familias productoras, cooperativas y organizaciones de base que deben superar diversos obstáculos para que sus alimentos lleguen a las mesas argentinas. Primera nota del ciclo "¿Quiénes nos alimentan?".