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Obras completas de Poe

Hernán Zyseskind
27 de marzo de 2015

El Ruso, un amigo de la casa, escribió la historia de cómo, a través de una amiga, entró en el maravilloso mundo del escritor estadounidense.

“Cierta vez en la triste medianoche, mientras yo reflexionaba débil y cansado sobre varios volúmenes raros y curiosos de una ciencia olvidada” Así comienza El Cuervo, el poema más conocido de este novelista y poeta nacido en Boston en 1809. Conocí a Poe de una manera curiosa. Fue gracias a una amiga llamada Romina. Ella vivía en Ezeiza y yo aún en San Fernando. Nos conocimos en recitales de bandas de heavy metal y nació una amistad que mantuvimos vía cartas, porque en esa época no había internet ni celulares. Hoy las redes sociales sustituyeron el encanto especial que tenía recibir y enviar una carta escrita de puño y letra. Las computadoras lucen frías y sin sentimientos. Algo que Poe, contrariamente, derrama en cada hoja.
Así fue como ella comenzó a enviarme copias de poemas y relatos de él. Leer a Poe es meterse en un mundo apasionante, extremado, donde lo que importa, sin embargo, no son los motivos, por lo demás fascinadores en virtud del tratamiento, sino el tono, el acento, la naturaleza genial y arrebatadora de sus climas alucinantes. Conseguí el libro de sus obras completas (narraciones, poemas y ensayos) en un solo tomo en una feria del parque Rivadavia. La influencia de su magia literaria en mí fue tal que incluso, Poe fue una fuente de inspiración para las canciones de Dagas; una banda metalera under en la que cantaba a mediados de los 90. Es difícil mantenerse imparcial cuando de Poe se trata, porque todas sus obras son brillantes. De sus narraciones uno puede recomendar varias como: El hundimiento de la casa Usher, Eleonora, La máscara de la muerte roja, El pozo y el péndulo, El enterramiento prematuro, El corazón delator, La caja oblonga, Los crímenes de la calle Morgue, Nunca apuestes tu cabeza al diablo, Las aventuras de Arthur Gordon Pym o El demonio de la perversidad. También sus ensayos como: Fundamento del verso, La filosofía de la composición y El principio poético, Y rescato una de sus mejores frases: “Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura”.
Con Edgar Allan Poe se abrió en mi vida una puerta hacia lo desconocido. Un mundo fascinante donde, a través de episodios escalofriantes -y no sólo por el terror superficial-, pude sentirme más dispuesto a entender las anticipaciones del misterio y la dimensión de lo enigmático. Leer a Poe es escuchar sus latidos, intensos, gigantescos.
Nada será igual al descubrirlo: como repetía El Cuervo: “Nunca más”.