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Marico Carmona: “Ser trans no binario es no quedarse con la etiqueta de varón o mujer”

por Revista Cítrica
Fotos: Rodrigo Ruiz
12 de junio de 2025

El multifacético artista pasó por No es por ahi, el stream de Cítrica que conducen Gabriela Ivy y Nelson Santacruz en el canal Posdata. Hablaron sobre las múltiples formas en las que se manifiesta la identidad trans, el sentido de la poesía y cómo cuidarse del odio en las redes sociales.

Marico Carmona es un artista trans no binario multifacético: poeta, actor y comunicador. En 2019, después de ganar un slam de poesía oral de Ciudad Emergente, recibió como premio la publicación de su primer libro. Fue así como en tan solo dos meses salió a la luz Futuro Problema, de la mano de la editorial Elemento Disruptivo. En 2022 llegó Prometo Fallar, a través de Puntos Suspensivos Ediciones y fue con Saber si llueve, publicado el año pasado por Alfaguara, cuando su obra llegó a todas las librerías del país.

Carmona lleva su sello personal en la forma de recitar poesías. Disruptivo, original, como si estuviera desafiando los finales y comienzos de las palabras, con una cadencia que no pasa desapercibida.

En la marcha LGBTIQNB+ de 2023 en Madrid la estrella pop, Lali Esposito, leyó uno de sus poemas sobre lo que significa el orgullo en su comunidad: La marcha del orgullo, que puede ser refugio, que puede ser consuelo, para llegar llorando, para llegar cantando, para brillar bailando, lo que sea. Para juntarse, para decirse, para vestirse, para probar por primera vez, para dejar ser, para empezar de nuevo, para llorar el duelo, para entregar consuelo. Pensada para organizarse, para reencontrarse, para mirar a alguno y decir así quiero ser, e intentarlo y fracasar, y sentirse muy solo, sola, sole, pero volver, y volver siempre a marchar.

Nelson: ¿Qué es ser un trans no binario?
–Ser trans no binario es no quedarse con la etiqueta de varón o mujer. Es verdad, igual que creo que la población trans tiene muchas formas de nombrar lo trans y que algunas se pisan un poco. Cuando hablo con travestis históricas me parece que hay algo muy similar en ser travesti, justamente ellas dicen ‘no soy una mujer trans, soy una travesti’. Me parece que hay algo en el ser no binario que despierta un poco esa energía de la que una vez hablé con Marlene Wayar. Recuerdo que me decía ‘está bien que las nuevas generaciones tengan otra forma de nombrar lo trans porque uno necesita separarse de otras’. Son conclusiones que saqué después de decidir de qué forma nombrar mi identidad. No binario creo que es una forma de nombrar que podemos a lo mejor pensarla como nueva. No sé si la identidad es nueva, me parece que la forma de nombrarla es nueva y que, en general, le vas a tener que preguntar a alguien su identidad para saberla. Hay algo como de querer predecirlo que a todes nos pasa y también como cada quien define su identidad más allá del título. A veces te pones a hablar con alguien y puede tener la misma forma de nombrarlo y otra forma de concebirlo. 

Nelson: Estás colaborando con El Teje, un espacio que contiene a un montón de familias y pibes, pibas trans ¿Cómo es ese proceso y ese trabajo de acompañar también a personas de otras generaciones? 
–Lo de El Teje es una locura, la verdad, el laburo que hacen. En este momento no estoy tan involucrado como el año pasado. Fue algo que se fue dando de manera muy natural. Empezó con la idea de hacer un evento justamente con la etiqueta no binaria, no para que sólo vaya gente no binaria, pero sí pensando en lugares de travos, lugares de travas y dónde estamos los que estamos ahí en el medio dudando o afirmando, en ese ir y venir. Se formó la idea de un espacio de pertenencia y de rancheo. Hubo un casting para un documental donde buscaban infancias trans, hicieron un taller en donde reunían infancias trans y de golpe se hizo el documental y nos preguntamos ¿Qué hacemos con este espacio que estas infancias necesitan? Porque una vez que conociste a otra persona trans, te cambió la vida, seguramente. Entonces El Teje abrazó ese espacio y de golpe aparecieron adolescentes a tocar la puerta y decir ‘ayuda, necesitamos ver a otros adolescentes trans fuera de la escuela’ y de golpe los adultos dijimos, che, pará, nosotres también lo necesitamos. Fue muy natural cómo se fue agrandando y de golpe es un espacio que mueve montañas en un montón de sentidos. 

Nelson: ¿Cómo convive ese menjunje de actor y poeta con comunicador? 
–Yo creo que lo que más me define es artista. En ese sentido siempre siento que estoy haciendo lo mismo, por más que esté en otra disciplina. Hay veces que excedo esos límites, pero como actor y como escritor o actor y poeta, siento que soy el mismo y como comunicador también. Siempre que me paro frente a un micrófono busco un mismo mensaje que termino transmitiendo. A la vez siento que así es la vida de muches hoy, eso de tener que ser multifacético para sobrevivir y tener muchas pestañas abiertas –en esta era tan de internet– y a la vez con tanta precarización laboral.  

Nelson: Hay mucho hate (odio) en las redes ¿Cómo ves eso desde tu lugar de comunicador? Sobre todo sabiendo que hay un discurso de odio que baja directamente del Gobierno Nacional.
–Creo que hay una diferencia entre el hate antes y el hate actual. En ese sentido, antes para mí fue más hostil porque tenía mucha más exposición, estaba trabajando en Infobae, había mucha gente que no estaba de acuerdo con mi identidad, que la cuestionaba y que me venía a buscar para decirme cosas. Eso de golpe no te molesta, o sentís que no te afecta hasta que un comentario cuaja más profundo y te das cuenta que en la sumatoria sí te afectó y que estás tomando un montón de decisiones que tienen que ver con esos comentarios y con ese odio a algo tan íntimo como la identidad. Con la llegada de este gobierno y con los discursos de odio que bajan desde arriba, me cambió mucho la mirada respecto a eso. Empecé a ser mucho más cuidadoso con lo que comparto, decidí que no quiero exponerme a ciertas cosas, puse un límite en algo que antes para mí no tenía límite y no lo dudaba pero me parece que la situación ahora está lo suficientemente hostil como para preguntárselo y como para también entender quiénes están o estamos dispuestos a enfrentar esas instancias, como puede ser decidir ir un miércoles a la marcha de jubilades sabiendo que van a reprimir. Creo que en las redes sociales hay algo similar, si publico algo sabiendo que me van a hacer mierda, a lo mejor antes lo hacía con una liviandad que hoy no tengo y cuando lo hago es una decisión que tomo y es mucho más pensada que en otros momentos. 

Gabriela: Es una cagada porque se termina normalizando la violencia pero es también gracioso porque te debe haber pasado que son tan ignorantes que no saben la diferencia entre una mujer trans y un chabón trans. 
–Si, la confusión es espectacular. Cuando trabajaba en Infobae haciendo vídeos donde desarrollaba algunos conceptos en relación a la comunidad LGBTIQ+ me pasaba que había mucho hate, pero, a la vez el hate genera mucha bancada y eso es impactante, está buenísimo que la gente te banque. Yo nunca contesté al hate y siempre hay alguien que se está ocupando y es lo lindo sentirse parte de una comunidad que tiene las respuestas también a esos bardeos. A mí me bajaron la cuenta de Instagram dos veces por hate y eso sí fue una paja porque en ese momento estaba trabajando con la cuenta. Hoy en día tengo otras herramientas, como bloquear a toda persona que dudo si me va a insultar. 

Nelson: Es todo muy nuevo el fenómeno del doxeo, los hate, los trolls, los bots y encima que vos estás tratando de poner tu arte y buena voluntad, te insultan o te quitan tu Instagram. Me imagino que debe ser como curtirse en el camino ¿Fuiste encontrando caminos para evitar esos fenómenos en las redes? 
–Sí, y saber que todo pasa también, lo bueno, lo malo. En un momento te están llenando de mensajes y te están comentando absolutamente todo lo que subís y de un día para el otro se olvidaron de vos y es buenísimo. 

Gabriela: ¿Qué pasa con el hateo cuando viene de los propios, de la comunidad LGBTQ+ y sobre todo de la comunidad trans? 
–Ese fue mi mayor miedo, sobre todo cuando empecé en Infobae, después une dice es trabajo y bajás, pero cuando uno se expone la línea es muy confusa. La verdad es que no me lo dicen mucho en la cara. Escucho a veces rumores, también sé que no me conocen del todo las personas que lo dicen, entonces trato de no hacerme mala sangre y de ponerle buena onda, incluso si conozco a esa gente para que charlemos un poco y seguramente no estamos tan en desacuerdo como creen. Yo también me expongo hace mucho, desde antes de transicionar. Ya tenía un programa de radio cuando me di cuenta de mi sexualidad, después de mi género. Son un montón de cosas, yo también me mandé cagadas en lo que decía: hoy si escucho un programa que hacía hace diez años, debe ser transodiante. En ese sentido, también entiendo esos matices.

Nelson: ¿Sentis un “peso” o que cargas con la mochila del representante poeta LGBT? 
–Creo que hay mucha poesía oral que es lo que a mí más me interpela y lo que más hago es escuchar poesía y escucharla en la boca de sus autores, lo cual a veces es genial. Hay gente que escribe cosas increíbles y que cuando te las dice se inhibe y le pasan un montón de cosas que le generan altibajos, eso sucede en las fechas de poesía. Ese lugar de poeta LGBT cuando sos parte de alguna minoría, sucede siempre, me pasa en todo lo que trabajo que termino un poco en ese rol. Yo soy muy de la conversación y de tratar de entender lo que piensa el otro. Si te dicen ‘pudrite en una zanja’, si lo tratamos de desarrollar no llega a ningún lado eso, porque hay gente con la que no se puede conversar, hay gente que está en contra de nuestra existencia por lo que sea y no se puede conversar y hay gente que no está en contra pero tampoco entiende nada. Con esa gente yo trato de tener una conversación, entonces cuando me invitan trato de ir y de golpe justamente ser crítico de alguna manera. Prefiero estar ahí y decir algo al respecto o llevar mis poemas más queers y más incómodos que decir no voy.