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"María luchó hasta el día previo a su muerte"

por Revista Cítrica
Fotos: Télam
14 de abril de 2023

María Speratti Aquino denunció a su agresor, no volvió a tener contacto con él, tenía un botón antipánico y estaba en tratamiento psicológico, pero nada alcanzó: el 16 de marzo de 2023 fue asesinada por Gabriel Alejandro Núñez, su ex pareja. Hoy, Rocío, su hermana, habla desde el dolor y la rabia que le genera un femicidio evitable. 

“A María la mató Gabriel Alejandro Núñez, quiero que todo el mundo retenga ese nombre porque siempre se habla de la víctima, se sabe todo de la víctima, pero muy poco del femicida. Gabriel Núñez es un psicópata criado en el seno de una familia violenta, la cual también es en parte responsable de la muerte de María porque la hostigaron y agredieron en su afán de apañar y defender al asesino, sin importarles siquiera el sufrimiento que le causaron a mi sobrinos.

Los que se supone que debían velar por la vida de María, quien era la víctima, la dejaron expuesta al darle todas las ventajas al agresor, que finalmente terminó matándola, hablo del Poder Judicial rancio, inútil, asesino y machista. Como públicamente se sabe, María ya había sufrido un intento de asesinato del cual la salvaron sus propios hijos, la segunda vez ella los salvó  a ellos, y no sobrevivió. Desde aquel primer intento María hizo, todo lo correcto: denunció a su agresor, no volvió a tener contacto con él, se hizo cargo sola de la economía de su hogar y de la crianza de sus hijos, se ocupó de recibir tratamientos psicológico individual y grupal y sobre todo luchó con fuerza, resistencia y perseverancia para obtener justicia. No puedo contar el número de veces que me dijo que ella necesitaba que se supiera la verdad, que él la quiso matar. Se cansó de reclamar en fiscalía que la carátula de lesiones leves que le pusieron a su causa no la representaba.

Hasta el día previo a su muerte estuvo batallando, no la escucharon o mejor dicho no quisieron escucharla. No le creyeron incluso con toda la evidencia, las marcas de ahorcamiento en el cuello, las venas reventadas en su rostro, los derrames en los ojos por la fuerza que hizo tratando de respirar, tratando de vivir, ni con el testimonio de los hijos que contaron lo que pasó. 

Hasta el día previo a su muerte estuvo batallando, no la escucharon o mejor dicho no quisieron escucharla.

Gabriel Núñez trató de matarla y ni un minuto fue privado de su libertad, fueron María y sus hijos los que pasaron meses encerrados con miedo, con perimetral y botón antipánico, que sirven para que en el mundo del revés los asesinos caminan libres y las víctimas deben esconderse, refugiarse, resguardarse rogando no morir porque así lo deciden los insensibles de siempre, jueces y fiscales.

Tan grande es la falta de empatía que hasta intentaron revincular a los chicos con el hombre que intentó matar a su madre. Gracias a la impunidad que le regalaron jueces y fiscales, ya no quedó en intento, se materializó la injusticia con la muerte evitable de mi hermana y ahora este mundo es un lugar peor, este mundo es infinitamente injusto sin María. 

Gracias a la impunidad que le regalaron jueces y fiscales, ya no quedó en intento, se materializó la injusticia con la muerte evitable de mi hermana.

Creo que lo más urgente a cambiar es el sistema judicial, el femicidio de María lo deja en total evidencia, pero no puedo dejar de pensar tristemente, que aunque María era especial para los que la conocimos y la amamos, no fue la única ni la primera ni la última. En Argentina mueren aproximadamente una mujer por día en gran medida por la ineficacia de la justicia, pero por otro lado hay algo más ¿Qué pasa con nosotros que perdemos a una mujer por día y seguimos como si nada? ¿Cómo es posible?

Cada vez que matan a una de nosotras somos las mujeres las que denunciamos, las que nos movemos para visibilizar, las que luchamos y gritamos por justicia. Con el femicidio de mi hermana, lamentablemente, fueron pocos los hombres que se atrevieron a alzar la voz por su muerte injusta y yo pregunto por qué cuando matan a un pibe, cuando asesinan a un colectivero, por ejemplo, salen a romper todo, por qué no sucede lo mismo cuando matan a una mujer.

Las mujeres casi siempre somos asesinadas por nuestras parejas o ex parejas, siempre es un hombre, porque está instalada la idea de que somos inferiores, que somos cosas explotables, violables, asesinables, entonces nos toman como de su propiedad, se sienten nuestros dueños y cuando decimos basta no lo toleran y nos matan.

Ya sé que no todos los hombres matan, pero sí puedo decir que casi todos los hombres callan ante estos crueles eventos, ante las injusticias cometidas por sus congéneres hacia nosotras, eligen el silencio y aunque quizás no están de acuerdo así silenciosamente se vuelven cómplices ¿Por qué les cuesta tanto involucrarse? Ustedes quizás no llegan a matarnos, pero también nos violentan de alguna forma, aunque sean en menor medida, y en el fondo lo saben y se sienten tocados. ¿Acaso no tienen hijas, hermanas, madres, acaso no nos consideran personas, no somos seres humanos, no merecemos vivir sin el miedo de que en el futuro aquel que dice amarnos y elegimos para compartir la vida nos la arrebate?

Mi hermana fue asesinada frente a sus hijos. Con todo el valor que la caracterizaba, bajó del auto y se animó a enfrentar al asesino que salvar a sus hijos. ¿Eso no los conmueve lo suficiente para alzar la voz y movilizarse?

Si queremos un cambio verdadero en un futuro a largo plazo, debemos empezar a cuestionarnos, reflexionemos sobre esto: cuando veamos en el noticiero el femicidio del día no pensemos que estamos exentos de que nos toque de cerca porque puede aparecer un loco cualquiera a matarnos, puede ser que sea tu vecino de toda la vida. 

Gabriel Núñez hacía su vida con total normalidad, por ejemplo. Estemos atentos a las primeras señales de violencia, siempre hay que creerle a las víctimas y apoyarlas, no culparlas. Eduquemos a nuestras mujeres para que sean fuertes y no toleren la violencia, y a nuestros varones eduquemoslos para que no la ejerzan, para que entiendan que las mujeres somos personas y no sólo cosas al servicio de su placer. No naturalicemos que matan a una mujer por día y la vida sigue como si nada, que lo injusto no nos sea indiferente.

Justicia por María. Me duele decir su nombre en voz alta sabiendo que ya no está, me destroza saber que nunca más voy a volver a verla ni escuchar su risa, ni su voz viva, me cuesta respirar cuando pienso en su muerte violenta e injusta, me atormenta pensar que su último sentimiento quizás haya sido el miedo, aunque haya actuado con valentía y por eso mi alma no va a tener paz hasta que haya justicia.

Lo que no se nombra no existe y María Isabel Speratti vivirá por siempre en el grito de sus compañeras exigiendo justicia, vive en los once minutos estremecedores en el que relata su batalla, vive en el corazón de sus hijos y de sus hermanas, de sus amigas, en nuestro infinito dolor por haberla perdido y en el amor que le tenemos.

María sin saberlo hacía de este mundo un lugar mejor, más lindo, más amoroso, su vida fue un emblema de fuerza, su muerte es semilla de lucha para las que quedamos. Gracias María por tu fuerza. Gracias María por tu amor”

Desde el dolor y la rabia Rocío le dedicó a su hermana María Speratti estas palabras frente a Tribunales. Esa justicia que nunca la protegió a pesar de haber pedido ayuda incontadas veces. Maria luchó durante años contra la violencia de su ex pareja, Gabriel Alejandro Núñez, quien intentó matarla el 15 de julio de 2021, ese día uno de sus hijos la salvó, pero el 16 de marzo pasado Núñez volvió a buscarla y la asesinó. María sabía que su vida estaba en peligro, pero jueces y fiscales hicieron oídos sordos.