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Las fuerzas del aula

por Revista Cítrica
Fotos: Federico Imas
17 de octubre de 2024

La Marcha de Antorcha al Palacio Pizzurno fue una masiva movilización de estudiantes, docentes y no docentes en defensa de una educación pública y de calidad. "Este pueblo no cambia de idea, pelea, pelea por la educación", cantaban las columnas de la UBA, pero también las que vinieron desde el conurbano, donde el alumnado -mayoritariamente- es primera generación universitaria en sus familias.

El Gobierno tiene miedo. Más allá de los atriles oficiales, los espacios televisivos donde esparce falacias a gusto y el micromundo de trolls y aplaudidores de las redes sociales, la clase de práctica política sobre el final del primer año de gestión se juega en la calle. Allí, en el territorio que desconoce el Gabinete nacional, hay miles de pibes y pibas poniendo el cuerpo para defender el derecho a estudiar lo que quieran en la Universidad pública, uno de los grandes orgullos argentinos.

Ni el veto presidencial, ni la complicidad escandalosa de una parte de Diputados, ni la campaña de fake news que lanza el periodismo amigo del poder, ni las diatribas de Javier Milei contra los claustros universitarios revierten la voluntad de tanta juventud que pone el cuerpo donde están sus convicciones. En estos días de tomas, asambleas universitarias y discusiones horizontales y participativas, lo que volvió a escena es la potencia de una comunidad organizada democratizando la democracia.

"En octubre, la mayoría de los docentes cobraron 100 mil pesos. Estamos acompañando ese reclamo, queremos que nuestros docentes puedan tener un sueldo digno, que es lo que el Gobierno no quiere discutir", dijo ayer Pilar, estudiante de Artes Dramático de la UNA en la masiva movilización con velas (un poco de luz para revertir el oscurantismo liberal) al Palacio Pizzurno, que supo ser sede de un Ministerio de Educación que ya no existe, porque ahora hay apenas una Secretaría. Cuanto más le baja el precio al conocimiento el Gobierno nacional, más le suben el valor sus protagonistas principales: docentes, no docente, graduadxs, investigadorxs y, claro, estudiantes.

El canto urgente lo inmortalizaron Violeta Parra y la "Negra" Mercedes Sosa cuando decían "Que vivan los estudiantes,/ jardín de las alegrías./ Son aves que no se asustan/ de animal ni policía,/ y no le asustan las balas/ ni el ladrar de la jauría". También lo actualizó El Alemán desde sus versos uruguayos: "Pobres los pueblos que callan y que solamente acatan cuando su educación se mide en plata".

"A los estudiantes cada vez nos cuesta más venir a estudiar porque las becas no alcanzan o no hay. El transporte está cada vez más caro. Tengo que saltar el molinete. O sea, no hay forma de que puedan llegar a cursar pagando el subte 750 pesos. Yo yo soy acompañante terapéutico, cobro menos 300 lucas. Acá Milei decía que venimos los hijos de millonarios. Yo para el Ferrari no tengo, la verdad", dijo Santiago, estudiante de Fonoaudiología, de la facultad de Medicina (UBA).

"En la universidad no estudian los ricos, estudiamos la clase trabajadora, y nos cuesta mucho llegar a la universidad. Si el Gobierno estaría tan preocupado porque la clase trabajadora y los pobres sean parte de la universidad, le tendría que poner más presupuesto, garantizar becas, garantizar que el boleto educativo exista para las universidades que no lo tenemos", sostuvo Pilar.

La Universidad está de pie y con el ánimo en alto para seguir dando pelea a un Gobierno cada vez más alejado de la calle, un territorio al que le teme porque solo se puede controlar a fuerza de palos y violencia.

"Vamos a tomar las facultades, como está pasando en más de 100 universidades en todo el país y vamos a demostrar, cortando las calles y anunciando a la Bullrich, que su protocolo no va a servir porque con la fuerza de los estudiantes no se puede", concluyó Santiago.