Los humedales como asunto público y político
por Sofía AstelarraFotos: Agencia Télam
02 de febrero de 2021
Qué son los humedales, qué importancia tienen para la vida, cuántos desaparecieron en los últimos años y la demora en sancionar y aplicar una ley que los proteja.
Hoy es el día de los Humedales. Al fin se logra mayor interés por parte de los medios masivos para cubrir el día. Y entonces, el desafío es que no devenga postal romantizada y comercial. Como “el día de la mujer”, que se transformó en regalar una rosa. En ese acto se ha borrado la historia dolorosa, violenta e injusta que le dio origen.
No es un día sólo para postear una imagen de un flamenco rosado o un ciervo de los pantanos en su hábitat. A esa imagen le falta el contexto de amenaza y degradación en el que realmente se encuentran. También le falta que para que ese ciervo esté ahí hay muchas personas que lo cuidan.
Por eso, el día de los Humedales es un día político. Que se ha logrado instalar en los medios de comunicación y ser tomado como asunto público estatal, por la larga lucha de las organizaciones ambientales y personas de a pie que han insistido en defenderlos. Hoy podemos recorrer diferentes humedales gracias a que por su capacidad de resiliencia y por la resistencia social sobreviven a los embates de un modelo de desarrollo que impulsa su transformación, destrucción, mercantilización y el colapso eco-social.
Las preguntas de fondo son: ¿Cómo queremos vivir de aquí en adelante? ¿Qué relación queremos habitar y promover entre lo humano-no humano?
El día de hoy es “el día de los Humedales” porque en el año 1971, en la ciudad de Ramsar se firma la “Convención Internacional sobre humedales” conocida como “Convención Ramsar”. Veinte años después, en 1992, Argentina ingresa a esta la convención. Hoy tenemos 23 sitios “Ramsar” reconocidos como humedales, un 21% del territorio.
Desde 1971 a la actualidad el sector científico- académico realiza estudios en las áreas de humedal, en algunos casos en diálogo con organizaciones socio-ambientales y poblaciones locales. A partir de conocer e investigar en esas áreas se ha elaborado una nueva definición de estos ecosistemas teniendo en cuenta las características que adquieren a lo largo de todo el territorio nacional.
Es decir, en 50 años se ha avanzado en el conocimiento de estos ecosistemas a nivel internacional, nacional y local. Al conocerlos mejor se han valorado ecológica, social y culturalmente.
Los Humedales son fundamentales para la vida humana-no humana a nivel planetario. Los humedales son ecosistemas acuáticos y terrestres. Entre sus principales procesos vitales o funciones ecosistémicas, los humedales actúan como una esponja acuática, aérea y terrestre: absorben los contaminantes del agua, la tierra y el aire. Por eso, son considerados fundamentales para la crisis climática. Es decir, retienen el agua, captan los contaminantes y la dejan fluir lentamente y limpia; eso también permite que regulen el flujo hídrico evitando las inundaciones o sequías extremas. El flujo lento del agua es una condición necesaria para este proceso. En sus áreas de bosques ribereños o secundarios, los humedales absorben los contaminantes del aire.
En América Latina hubo una disminución del 59% de las áreas de humedales
Son ecosistemas mutables, se modifican en el transcurso del tiempo, por ejemplo, el cauce de los ríos varía de acuerdo a esos regímenes de crecidas e inundaciones. Variaciones que son imperceptibles para miradas foráneas o desatentas, aquellas que se observan integralmente y en el tiempo. Por lo tanto, la variabilidad espacio-temporal los hace diversos y altamente sensibles a las alteraciones exógenas.
Sin embargo, a escala global los humedales están en situación de degradación y desaparición. Según el informe de Ramsar es notable “una disminución en aproximadamente un 35% de las áreas de humedales naturales tanto marinos/costeros como continentales estudiadas entre 1970 y 2015, con una disminución en la extensión promedio de los humedales en todas las regiones, que varía del 12% (Oceanía) al 59% (América Latina, principalmente a partir de datos de humedales muestreados en el Caribe excluyendo el Orinoco y el Amazonas).” (Ramsar, 2018: 19). Este dato seguramente aumentará si tenemos en cuenta las quemas intencionales del Amazonas, el Pantanal, el Delta del Paraná, entre los más afectados en el ciclo 2019-2021.
Esta situación de degradación ambiental planetaria que se hace cada vez más visible con, por ejemplo, la crisis climática, o la alteración zoonotipica que generó el COVID-19 y la pandemia global. Tanto la denuncia a los procesos económico-extractivos que promueven esta degradación, como la valoración ecológica y social de estos ecosistemas ha sido promovida y defendida por las organizaciones sociales y ambientales locales; por las comunidades indígenas, campesinas, isleñas y periurbanas que los habitan. Esa valoración se ha hecho visible en un centenar de conflictos socio-ambientales a lo largo del territorio nacional. En el 2020 gran parte de las organizaciones socio-ambientales nacionales se conformaron como Red Nacional de Humedales (RENAHU) . Esto permitió que en el 2020 se ponga en agenda, por tercera vez, el debate respecto a la “Ley de Humedales”.
El año pasado se logró no sólo impulsar el debate sino la aprobación con dictamen de mayoría de un texto texto unificado de ley de presupuestos mínimos de protección ambiental para el uso racional y sostenible de los humedales en la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano.
Ese texto fue elaborado por les diputadxs, científicxs especialistas en humedales del país y organizaciones socio-ambientales de escala nacional e internacional. Se elaboró un proyecto que propone no sólo una definición de humedales acorde sino una serie instancias gubernamentales para lograr una gestión integral de los humedales. Esta Ley quedó pendiente y es urgente para este año.
Desde una mirada ecotransfeminista, lo primero que puedo señalar es que el reconocimiento jurídico del ecosistema de humedal permite cuestionar la lógica binaria que instala el Patriarcado que divide y polariza en cuerpo/mente; ecosistema terrestre/acuático; varón/Mujer.
Esta lógica binaria es observable en lo que acontece con la quema de los pajonales para transformarlos en ecosistema terrestre para la ganadería. O en el relleno y la creación de lagunas artificiales para la construcción de barrios cerrados. Los humedales no son ni terrestres ni acuáticos, son ambas cosas a la vez, son ecosistemas diversos con estructuras diferentes según dónde se localizan, no pueden reducirse a una característica, ni dos, son múltiples.
Lo segundo es que esa lógica binaria patriarcal está anudada a una relación de violencia, dominación y sometimiento que impone la jerarquía de la humanidad sobre otras formas de vida no humanas.
Esa relación de dominio violenta es destructiva y se reproduce bajo el pacto patriarcal. Este pacto también impone la valoración de rentabilidad económica por sobre otras maneras de valorar a los humedales. A la vez que promueve la privatización de los bienes comunes, convierte a la naturaleza en una mercancía al servicio humano.
A la par que, establece una relación de dominio similar sobre las cuerpas de las mujeres y disidencias que son confinadas al ámbito doméstico, reducidas a servir al dominio masculino, invisibilizadas en su capacidad, en su trabajo y en sus existencias diferentes.
Esa relación violenta que transforma a la naturaleza y las cuerpas en objetos privatizables y niega su multiplicidad reproduce los privilegios y las desigualdades sociales, de raza y género.
La Sanción y la aplicación de la Ley de Humedales desde el ecotransfeminismo implica establecer una relación de cuidado, de eco-interdependencia, interespecista y convivencialidad con los humedales y su biodiversidad. Significa reconocer, valorar y preservar los diferentes tipos de humedales como bienes comunes, los modos de vida, de producción y los conocimientos de las poblaciones que los habitan. Generar maneras de habitarlo que posibiliten la sustentabilidad y la coexistencia humana-no humana presente y futura.
El ecotransfeminismo promueve una política del cuidado de la vida y la comunalidad en los territorios. Por eso la clave es generar mecanismos de participación y financiamiento social para que la gestión y aplicación de esta ley esté en manos de las comunidades locales.
#LeyDeHumedalesYa
Sofía Astelarra es socióloga, doctora en Ciencias Sociales y becaria postdoctoral del Conicet. Integrante del Observatorio de Humedales Delta. Forma parte del Grupo de Estudios Ambientales del Instituto de Investigación Gino Germani (Sociales, UBA)
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