A metros del Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires, en un escenario montado en la calle, familiares y amigos de víctimas de la represión estatal pusieron el cuerpo y la voz para que el año electoral no se lleve puesta la memoria de los seres queridos ausentes.
Arriba del escenario se mezclan los dolores compartidos y las luchas hermanadas. A unos metros del Congreso, donde se juega el poder institucional, familiares y amigos de víctimas de la represión estatal construyen política desde la memoria. “Nos están diciendo que esperemos hasta octubre mientras nos siguen matando a los pibes, en Santiago del Estero o en San Miguel del Monte”, advierte Leo Santillán, el hermano de Darío.
“Es necesario que apaguemos la tele y la radio”, interpela. En medio de la carrera electoral, los armados políticos se llevan la atención mediática que no tienen los reclamos de quienes sufren por la falta de un ser querido. “Hay canales que la jugaron de progres y hoy le están haciendo la campaña a Felipe Solá”, refresca la memoria un hermano que no olvida.
Solá no es el único. También están Eduardo Duhalde, Juan José Álvarez, Luis Genoud, Alfredo Atanasoff, Aníbal Fernández. Todos comparten cartel frente al escenario. “Todos esos personajes que pergeñaron y llevaron adelante la Masacre de Avellaneda están sueltos”, dice Alberto Santillán, el papá que tampoco olvida y que invita a recordar cuando toque entrar al cuarto oscuro: “Tengamos memoria y conciencia cuando vayamos a votar. No votemos asesinos. Los asesinos de ayer no pueden ser los salvadores de hoy”.
También dice lo suyo Mónica, la mamá de Luciano Arruga, un pibe desaparecido en democracia que fue enterrado como NN en la Chacarita: “Estoy por Silvia Maldonado, por los cuatro de Monte, por Santiago Maldonado, por los treinta mil, por los cinco mil y pico de pibes desaparecidos, por las dos mil pibas que faltan”. Ella, como otras madres luchadoras que están presentes en el escenario, tiene claro cuál es el hilo macabro que une sus causas: “Todos ellos son víctimas de este Estado, de todos los gobiernos, porque todos los gobiernos matan, de una u otra manera”.
Hace poco, Mónica tuvo que ver por televisión cómo la ministra Patricia Bullrich, vocera oficial del gatillo fácil que se sigue cobrando vidas, dijo que el caso Arruga fue un montaje, una mentira. “Los grandes medios que deberían sacar a dilucidar todo eso, se callan y apañan”, denuncia desde el micrófono.
Las organizaciones presentes (Polo Obrero, MTD Aníbal Verón, Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional) hacen sonar sus bombos cuando se lanza la convocatoria al Puente Pueyrredón para el 25 y 26 de junio, en un nuevo aniversario de los asesinatos de Maxi y Darío, de Kosteki y Santillán. También se anuncia una nueva Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil para el 27 de agosto.
“Piqueteros, ¡carajo!”, es el grito final del acto donde se mezclan los dolores compartidos y las luchas hermanadas. En medio de la carrera electoral, en la calle se construye política desde la memoria.
“Los métodos de la dictadura nunca dejaron de existir”
Emilia Vasallo, madre de Pablo "Paly" Alcorta, asesinado por la polícia en 2013, es una de las referentes de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil que hoy vuelve a salir a las calles de la Ciudad de Buenos Aires a reclamar por memoria, verdad y justicia en democracia.
"El pedido de mano dura profundiza el gatillo fácil"
Roxana Cainzos, la mamá de Nehuén Rodríguez, asesinado por la policía el 15 de diciembre de 2014 en el barrio de Barracas, denuncia que cada vez son más los pibes y las pibas que nos mata la policía.
Un límite a la doctrina represiva
En un fallo histórico que sienta precedente, seis ex integrantes de la Prefectura fueron condenados por torturas, privación de la libertad y robo a Iván y Ezequiel, dos militantes de La Poderosa en la Villa 21-24 de Barracas, con penas de entre 8 y 10 años de cárcel.