"La raza es una categoría acusatoria"
El antropólogo Alejandro Frigerio sostiene que las razas son construcciones sociales que tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana.
Alejandro Frigerio insiste en dos ideas que es necesario desarticular: “En Argentina no hay negros” y “los argentinos no somos racistas”. Por el contrario, dirá que en América Latina en general la raza es una categoría acusatoria y que en Argentina se mantiene un orden racial “porque que vos tengas cierto color de piel y cierta cara puede determinar que te den trabajo o no, o que tus encuentros con la policía sean muy diferente. Hasta que ciertas chicas te presten atención o no, son cosas que afectan la vida cotidiana de los argentinos de forma fuerte. Incluso los lugares por los que circulás”.
-¿Cómo es esto de que los argentinos somos blancos, europeos y modernos?
El argentino típico se considera blanco. El momento fundacional de nuestra historia y nuestra cultura empieza con la inmigración europea, todo lo anterior se ve como poco importante, quedó subsumido bajo el aluvión cultural europeo. Se toma lo que sucede en algunos barrios de Buenos Aires como lo que representa a la Argentina toda. Tenemos esta idea de que los argentinos somos básicamente blancos, entonces la gente que no es tan blanca como creemos que somos, es extranjera o directamente no existe. Hay un racismo muy fuerte, no es solo xenofobia, sino que tiene que ver con una cantidad de argentinos que son invisibilizados, y cuando se los visibiliza son extranjerizados o patologizados, porque no son el argentino que queremos ser. Esto muchas veces se disfraza de un prejuicio sociocultural, esta cosa de los “negros de mierda” o “negros villeros”, pero también hay un trasfondo racial muy fuerte, porque es toda gente con un tipo físico parecido, generalmente es gente “insuficientemente blanca”. Entonces esa gente es sospechosa y es la representante de la barbarie, no los queremos en el centro, en la ciudad blanca que creemos que es Buenos Aires. Tenemos que darnos cuenta cómo opera este prejuicio racial, que se expresa como si fuera de clase pero que tiene un componente racial fuerte. No es solamente que escucha cumbia o que habla de determinada manera. Acá está clara la división: blanco y no blanco. Aunque sabemos que no hay razas, sí hay tipos físicos diferentes, sí hay “niveles de blanquedad”, y eso es lo que lo hace difícil de comprender, porque es una acusación que tiene muchos efectos perjudiciales en la vida de las personas, pero que nunca está enunciada explícitamente. Entonces, decimos “portación de rostro”, “buena presencia”, todos eufemismos para referirnos a ese fenómeno que tiene que ver con tipos físicos de la persona. La gente que es morocha lo sabe porque lo vive, sabe que es algo que resta.
- Si se demostró que las razas no existen, ¿por qué seguir utilizando el término?
- Las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana. En cada sociedad la raza se construye de forma diferente. En América Latina, en general la raza es una categoría acusatoria. Salvo cuando se la usa con fines políticos reivindicativos. En Argentina por ejemplo se ha empezado a usar “afro-descendiente”; sin embargo, en Brasil siguen usando “negro”, porque dicen que afro-descendientes son muchos, pero los discriminados son los negros. Uno tiene que hablar de raza o de racialización porque te permite llegar a un nivel del prejuicio y la discriminación que lo étnico no llega. Yo digo que en Buenos Aires había un orden racial espacial que se quebró con el 2001, porque antes había lugares de la ciudad en los que era obvio que si andabas por ahí eras el portero o la mucama, porque con ese fenotipo seguro no vivías ahí, ni estabas visitando amigos o pareja. Con el 2001 aparecen los cartoneros, los piqueteros? de repente la ciudad blanca casi no existe. Eso a mucha gente le molestó mucho y explica parte del éxito de Macri, un tipo que también venía a poner a los negros en su lugar, a terminar los cortes de calles o las manifestaciones. La ciudad blanca se llenó de negros, todo lo que era un orden muy clarito ya no funciona tan bien y la gente se siente amenazada por esta presencia que no debería estar en el corazón de la Buenos Aires blanca. Es la barbarie dentro de la civilización.
Santo Mandela
- Me llamó la atención esta santificación que se hizo de una forma tan pasteurizada, Mandela pasó a ser el gran perdonador, casi un tío Tom. Se enfatizó todo el tiempo que había perdonado a sus enemigos, como si esa fuera una actitud natural, como si no hubiera que remarcar el acto del racismo primero. El problema es el racismo. Entonces en vez de enfatizar toda la lucha de Mandela, se eligió mostrar el perdón. Que se enmarca en la tradición de mostrar la nobleza del negro esclavo, que sigue siendo bueno? en contraposición al negro revoltoso que se rebela, que es el negro malo o el negro de mierda directamente. Este negro bueno y fiel es el deseable y es la imagen que se vio muy patente en lo que se dijo sobre Mandela, lo transformaron en un santo como si el tipo no hubiera tenido que luchar, no hubiera tenido que recurrir a la violencia. Es mucho más que un gran perdonador. Y también la contradicción o el divorcio entre el elogio a Mandela y la actitud que uno tiene frente a las situaciones que Mandela hubiera denunciado. Hubiera sido interesante que la muerte de Mandela nos llevara a otra discusión? ¿qué pasa con el apartheid porteño? Con este orden espacial que se rompió porque ahora hay negros en la ciudad blanca? pero hay que pensar en cómo son vistos y tratados, y cómo muchos están intentando que se vuelvan a sus lugares “naturales” y que no invadan nuestra ciudad blanca.
-¿Cómo es esto de que los argentinos somos blancos, europeos y modernos?
El argentino típico se considera blanco. El momento fundacional de nuestra historia y nuestra cultura empieza con la inmigración europea, todo lo anterior se ve como poco importante, quedó subsumido bajo el aluvión cultural europeo. Se toma lo que sucede en algunos barrios de Buenos Aires como lo que representa a la Argentina toda. Tenemos esta idea de que los argentinos somos básicamente blancos, entonces la gente que no es tan blanca como creemos que somos, es extranjera o directamente no existe. Hay un racismo muy fuerte, no es solo xenofobia, sino que tiene que ver con una cantidad de argentinos que son invisibilizados, y cuando se los visibiliza son extranjerizados o patologizados, porque no son el argentino que queremos ser. Esto muchas veces se disfraza de un prejuicio sociocultural, esta cosa de los “negros de mierda” o “negros villeros”, pero también hay un trasfondo racial muy fuerte, porque es toda gente con un tipo físico parecido, generalmente es gente “insuficientemente blanca”. Entonces esa gente es sospechosa y es la representante de la barbarie, no los queremos en el centro, en la ciudad blanca que creemos que es Buenos Aires. Tenemos que darnos cuenta cómo opera este prejuicio racial, que se expresa como si fuera de clase pero que tiene un componente racial fuerte. No es solamente que escucha cumbia o que habla de determinada manera. Acá está clara la división: blanco y no blanco. Aunque sabemos que no hay razas, sí hay tipos físicos diferentes, sí hay “niveles de blanquedad”, y eso es lo que lo hace difícil de comprender, porque es una acusación que tiene muchos efectos perjudiciales en la vida de las personas, pero que nunca está enunciada explícitamente. Entonces, decimos “portación de rostro”, “buena presencia”, todos eufemismos para referirnos a ese fenómeno que tiene que ver con tipos físicos de la persona. La gente que es morocha lo sabe porque lo vive, sabe que es algo que resta.
- Si se demostró que las razas no existen, ¿por qué seguir utilizando el término?
- Las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana. En cada sociedad la raza se construye de forma diferente. En América Latina, en general la raza es una categoría acusatoria. Salvo cuando se la usa con fines políticos reivindicativos. En Argentina por ejemplo se ha empezado a usar “afro-descendiente”; sin embargo, en Brasil siguen usando “negro”, porque dicen que afro-descendientes son muchos, pero los discriminados son los negros. Uno tiene que hablar de raza o de racialización porque te permite llegar a un nivel del prejuicio y la discriminación que lo étnico no llega. Yo digo que en Buenos Aires había un orden racial espacial que se quebró con el 2001, porque antes había lugares de la ciudad en los que era obvio que si andabas por ahí eras el portero o la mucama, porque con ese fenotipo seguro no vivías ahí, ni estabas visitando amigos o pareja. Con el 2001 aparecen los cartoneros, los piqueteros? de repente la ciudad blanca casi no existe. Eso a mucha gente le molestó mucho y explica parte del éxito de Macri, un tipo que también venía a poner a los negros en su lugar, a terminar los cortes de calles o las manifestaciones. La ciudad blanca se llenó de negros, todo lo que era un orden muy clarito ya no funciona tan bien y la gente se siente amenazada por esta presencia que no debería estar en el corazón de la Buenos Aires blanca. Es la barbarie dentro de la civilización.
Santo Mandela
- Me llamó la atención esta santificación que se hizo de una forma tan pasteurizada, Mandela pasó a ser el gran perdonador, casi un tío Tom. Se enfatizó todo el tiempo que había perdonado a sus enemigos, como si esa fuera una actitud natural, como si no hubiera que remarcar el acto del racismo primero. El problema es el racismo. Entonces en vez de enfatizar toda la lucha de Mandela, se eligió mostrar el perdón. Que se enmarca en la tradición de mostrar la nobleza del negro esclavo, que sigue siendo bueno? en contraposición al negro revoltoso que se rebela, que es el negro malo o el negro de mierda directamente. Este negro bueno y fiel es el deseable y es la imagen que se vio muy patente en lo que se dijo sobre Mandela, lo transformaron en un santo como si el tipo no hubiera tenido que luchar, no hubiera tenido que recurrir a la violencia. Es mucho más que un gran perdonador. Y también la contradicción o el divorcio entre el elogio a Mandela y la actitud que uno tiene frente a las situaciones que Mandela hubiera denunciado. Hubiera sido interesante que la muerte de Mandela nos llevara a otra discusión? ¿qué pasa con el apartheid porteño? Con este orden espacial que se rompió porque ahora hay negros en la ciudad blanca? pero hay que pensar en cómo son vistos y tratados, y cómo muchos están intentando que se vuelvan a sus lugares “naturales” y que no invadan nuestra ciudad blanca.
Extracto de la nota publica en Nos Digital.
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