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La primera vez de Quino

por Revista Cítrica
04 de febrero de 2014

El creador de Mafalda nos contó sobre sus primeras experiencias en el mundo del dibujo.

“Mi primera inspiración fue mi tío, y después me fijé en todos los dibujantes de humor que había en la Argentina en ese momento. Porque yo leía las revistas de humor, de historietas y todo eso. Uno no sale de la nada”, confiesa Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino. 
 
Habla con la voz pausada. No necesita acelerar su relato. Nadie lo interrumpirá. A los sabios se los escucha. “Comencé dibujando casitas, árboles y animales. Las cosas que puede dibujar un niño a los tres años”, recuerda con la certeza de decir lo obvio, aquello que nunca se olvidará. 

Quino, con sus más de ochenta años de magia, se maravilla de su determinación para saber -a los tres años- lo que quería para su futuro. Su tío le trasladó el amor por el dibujo y  le enseñó a hacer sus primeros trazos. “Descubrí que con un lápiz se podía hacer cualquier cosa”, dice, con el mismo asombro de un chico.

Tan convencido estaba de su vocación que -siendo adolescente- Joaquín recorrió redacciones con su carpeta de dibujos bajo el brazo. Golpeó muchísimas puertas sin suerte. Se mudó de Mendoza a Capital Federal para intentar cumplir con el sueño del pibe. Las editoriales rebotaron sus trabajos, y con sus padres ya fallecidos, vivió en malas condiciones económicas. Sin embargo nunca se dio por vencido.
 
Luego de tanto esfuerzo, llegó el día que tanto añoró: en 1954, el semanario 'Esto es de Buenos Aires' le publicó su primera página de humor gráfico sin palabras. Para Quino, ese fue el momento más feliz de su vida. 
 
“Yo tenía 22 años y me conmocionó mucho ver un dibujo mío publicado en una revista”, recuerda sobre aquella imagen mágica. Desde entonces, sus publicaciones continuaron en distintos medios como Vea y Lea, Leoplán, Damas y Damitas, TV Guía, Usted, Che, Panorama, Atlántida, Adán y Diario DemocraciA, entre otros. Recién con la creación de Mafalda, en 1964, Quino cobró reconocimiento a nivel nacional y mundial. Con el tiempo, le fue agregando a la tira a los amigos y familiares de la pequeña. “Y el cariño se los tengo a todos por igual, fueran personajes fijos o no”, asegura.
 
Quino ya no traza sus dibujos ni le pone diálogos a sus personajes. Simplemente porque sus costumbres han cambiado con la edad. Ahora pasa las horas del día acompañado por películas, discos y libros. Aunque admite que las dificultades para dibujar también llegaron unidas con las dificultades para leer. 
“Lo malo de los reportajes es que uno tiene que contestarle en el momento a un periodista todo lo que no supo contestarse a sí mismo en toda la vida... Y encima pretenden que uno quede como inteligente...”, decía Mafalda. Sin embargo, su creador transmite la sabiduría de una persona que consiguió contarle al mundo todo lo que quería. Con su lápiz hizo cualquier cosa, y todas las cosas.