El frío vuelve a matar en las calles, mientras el Estado mira para otro lado. Con cifras que escalan cada invierno, la sociedad puede hacer algo hoy: donar abrigo, exigir respuestas y romper la indiferencia. Un llamado urgente a la acción y una crítica frontal a la ministra Petovello por su inacción. La calle no es lugar para vivir, ni para morir congelado.
*Por Horacio Ávila, referente de Proyecto 7 en la Ciudad de Buenos Aires.
Otra vez el invierno golpea, y otra vez la misma historia: gente en la calle, frío que mata y un Estado que mira para otro lado. Las olas polares ponen en evidencia lo que muchos prefieren ignorar: hay personas que sobreviven a la intemperie todo el año. Rotan, los corren, y con suerte algunos logran escapar de ese infierno. Pero la mayoría sigue ahí, abandonada por respuestas que nunca llegan o terminan siendo miserias insuficientes.
Las cifras duelen. El invierno pasado hubo 11 muertes en CABA y 28 en todo el país. Este año, ya suman tres en la capital, dos en Mendoza, una en Misiones, otra en General Roca y una más en Santa Fe. Y esos son solo los casos que conocemos. ¿Hasta cuándo vamos a naturalizar esto?
Hoy podés hacer algo. Esa campera con los puños gastados que ya no usás, esas bufandas olvidadas en el placard, esas zapatillas que ya no combinan… lleválas con vos y entregálas con tus manos. No hace falta buscar mucho: están en cada esquina. Mirales a los ojos y vas a ver la angustia callada, las lágrimas que no se animan a caer porque, si lo hacen, se congelan en perlitas de cristal.
Basta de muertes evitables. ¡Abramos subtes, parroquias, clubes! Que los bares no tiren comida porque estar alimentado ayuda a soportar el frío. ¿Y el Estado? Maduremos: que deje de importar si "este pobre es de tu jurisdicción o de la mía". Hace tres años que el Gobierno de la Ciudad no entrega ni frazadas ni colchones, pero la gente igual se rebusca. Ministra Petovello, si en algún rincón de ese cuerpo tenés algo parecido a un corazón, repartí las miles de frazadas que se pudren en tus depósitos. Hacé como que te importa, cumplí tu función que para eso se te paga. Hoy puede ser el día en que cambiemos esta historia. La calle no es lugar para vivir, mucho menos para morir.

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