“El enemigo es el régimen patriarcal, homofóbico y capitalista”

por Revista Cítrica
Fotos: Federico Imas
10 de abril de 2019

Judith Butler, la reconocida filósofa estadounidense y referente ineludible del feminismo, visitó la Universidad Tres de Febrero, en el marco de una conversación con integrantes del colectivo Ni Una Menos denominada Activismo y Pensamiento. Aquí compartimos su intervención completa.

"Es un honor para mí estar acá junto a Ni Una Menos y a tantas activistas y militantes tan interesantes de la Argentina. Quiero reiterar mi agradecimiento a la UNTREF por darnos este espacio para una conversación tan crucial.

Ni Una Menos ha tenido gran éxito como movimiento, pero no sería correcto decir que es un movimiento único o uniforme. Creo que su éxito también se basa en la capacidad de generar diferentes movimientos; que por un lado están relacionados, pero por otro lado también generaron una importante independencia. Y esta independencia importante se relaciona con la lucha feminista y con la construcción de nuestro lugar en el mapa geopolítico. No todas las luchas son las mismas. Algunas tienen al neoliberalismo como su principal oponente, otras en cuanto a cómo deberían organizarse los poderes del Estado, pero lo importante aquí es cómo definen los poderes, no solo los poderes a los que se oponen sino también los poderes que ejercen

El feminismo es un movimiento que busca la igualdad pero que a su vez tiene que luchar con sus desigualdades internas porque no hay un feminismo sin las mujeres pobres

Entonces, una pregunta que surge es cómo un movimiento puede ser transversal, cruzar fronteras sin volverse un movimiento imperialista, y mi país, por ejemplo, se la pasa cruzando fronteras, desde el mercado, desde el control territorial, también asistiendo a otros países en los sistemas carcelarios respecto de cómo enseñar vigilancia y tortura. Pero las fronteras existen, y cruzar las fronteras está relacionado con la traducción; de hecho si no fuera por la traducción yo no estaría acá. Me parece que la traducción se relaciona justamente con esta solidaridad transnacional, pero la traducción es lingüística, como dije, pero también es cultural y es social, y los paradigmas dentro del feminismo no son siempre los mismos. También tiene que ver con cuán arraigados estén el liberalismo y el capitalismo, y a su vez con la censura; qué se permite decir, qué se permite expresar. Hay países, por ejemplo, que siguen insistiendo o dictando cursos donde está mal ser gay, ser lesbiana. Entonces, es muy importante que podamos encontrar la forma de poder con la que nos queremos identificar

Foto: Fede Imas

Foto: Fede Imas

Todo gran movimiento -y el movimiento feminista que es un gran movimiento y que está creciendo cada vez más con el tiempo, y de hecho las más grandes estamos shockeadas con lo que ha crecido últimamente, así que gracias a las militantes más jóvenes- va teniendo lugar de esta manera. Entonces la preocupación con este crecimiento del movimiento es cómo evitar la fragmentación, cómo evitar la división. Y quiero sugerir que no evitemos la fragmentación; la fragmentación es un conjunto inevitable de conflictos, pero si queremos ser un movimiento más fuerte tenemos que aprender a convivir con ella

El feminismo representa a todo tipo de mujeres, pero si tuviéramos un grupo de mujeres que está luchando por la igualdad en el trabajo y vienen las mujeres pobres y se rebelaran contra ellas, nosotras no lo llamaríamos fragmentación; esto es un desafío, uno de los tantos desafíos que surgen dentro del feminismo. En este caso, lo que tiene que entrar a jugar es la solidaridad entre todas las mujeres, ricas o pobres. El feminismo es un movimiento que busca la igualdad pero que a su vez tiene que luchar con sus desigualdades internas porque no hay un feminismo sin las mujeres pobres.

Algunos dicen que el feminismo es un movimiento para las mujeres, sobre las mujeres y que representa a mujeres; sí, esto es así, pero a su vez es un movimiento para combatir la violencia, también contra trans y travestis. Entonces, si defendemos a las trans y travestis, y a aquellas que no nacieron mujeres pero se sienten mujeres y son vulnerables a la discriminación; todas ellas son feminismo. Pero un feminismo trans excluyente no es feminismo.

Y por último, quiero aclarar, que no tenemos que amarnos entre todas para ser sororas, para ser solidarias. El conflicto existe, el conflicto va a estar y tenemos que aprender a convivir con él pero siempre con el mismo compromiso. Por supuesto, no vamos a estar siempre alineadas, vamos a pelearnos, vamos a arreglarnos, vamos a pelearnos de vuelta, como en el amor, si es que es así.

Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que el proceso neoliberal capitalista está haciendo ahora, más que nunca, que hayan más y más pobres, que se intensifique la vida precaria; vivir, trabajar, tener obra social, estar en el sistema de salud. Todo eso se ha convertido en incertidumbres en la actualidad, y esto, esta precariedad, afecta a las mujeres de una forma muy desproporcionada. Las afecta en el ámbito laboral, las afecta en el analfabetismo. Toda esta precariedad afecta, como dijimos, a las mujeres.

Y  la Iglesia católica, la iglesia de derecha, que criminaliza el deseo, restringe el género, está en contra de las madres solteras, sostiene la idea patriarcal de familia, crean fantasmas alrededor de los géneros diferentes, por ejemplo, a mí me hicieron una vez cuernos... nada lindo; es lo que tenemos que tener en cuenta como feministas. Feministas incluye mujeres, trans, queer, géneros no binarios, las estructuras que no sean "la" familia tradicional porque a las que no están, a las que no estamos en ese tipo de estructuras no tradicionales familiares, nos cuesta adoptar chicos, nos cuesta criar, tenemos más restricciones económicas, culturales. Por eso, lo que tenemos que estar es unidas para luchar con esas fuerzas, esas fuerzas de opresión, de reacción, de violencia. Y lo que tenemos que recordar también es que no somos enemigas, o enemigues, el enemigo es el régimen patriarcal, homofóbico y capitalista.

El proceso neoliberal capitalista está haciendo ahora, más que nunca, que hayan más y más pobres, que se intensifique la vida precaria

Los derechos del feminismo, del movimiento LGTBQI, de alguna manera, tienen sus argumentos o sus demandas políticas enmarcadas en la libertad individual, en el sujeto que plantea esa libertad individual: me hago un aborto si quiero, me caso con una persona del mismo género -si es que descifran su género, o el mío- si quiero. Entonces, me parece que enmarcar el movimiento político o el problema político en los derechos individuales pone al sujeto en el medio, y el movimiento Ni Una Menos, así como otras militantes, como las indígenas por ejemplo, y otros grupos o colectivas tienen un montón de temáticas involucradas: el aborto, la sexualidad, el movimiento entre fronteras, las tierras que son sagradas. Entonces, lo que quiero decir es que estos movimientos, todos estos temas, representan a comunidades enteras, a poblaciones, según se ha dado a llamar desde la política internacional. Estos son grupos que de alguna manera forman poder con sus modos de resistencia, sus modos de autodefinición, sus modos o sus formas para estar en el mundo. Pero estos modos que vienen de grupos no son individualistas, no se basan en lo individual. Obviamente, yo podría contarles mi historia, mi historia de cómo salí del closet, o la historia de mis amigas que abortaron; a mí me encantan las historias, no hay política sin historias, pero las historias no son la clave acá. Lo que es la clave es el vínculo entre ellas, el vínculo entre las historias y los individuos. Cómo estas activistas representan, desde lo comunitario, una comunidad política y no al individuo individualmente.

Foto: Fede Imas

Foto: Fede Imas

Por ejemplo, si yo quisiera cambiar de género puedo hacerlo, ¿por qué? Porque hay otras personas que ya lo hicieron, ya existe; hay un movimiento social que cambió la idea de género, la idea detrás de una ley de género o idea detrás de una intervención quirúrgica. Todo esto tiene una especie de carácter institucional. Entonces que yo venga a decir, 'yo quiero esto', es solo un pedacito de ese activismo. El individuo es importante, pero toda esta capacidad del individuo se basa en estas luchas grupales. El yo, como en el “yo quiero”, planteando al sujeto como sujeto de derecho, de alguna manera, opaca a ese movimiento, a esa comunidad que fueron las que posibilitaron ese individualismo. Y todo esto está basado en las relaciones políticas y las obligaciones afectivas que aparecen en nuestra lucha. Obviamente, no estoy diciendo que el colectivo tiene que aplastar al individualismo; lo que sí quiero decir es que lo individual, el individuo, el sujeto es parte de un colectivo, y de alguna manera, todos pertenecemos a otros, y tenemos deudas, no económicas, deudas emocionales con aquellos que vinieron antes de nosotros.

Una característica muy importante del neoliberalismo es que retira el apoyo estatal en todo lo que es servicios sociales, familiares, médicos, básicamente como que privatiza casi todo. Entonces, en una sociedad neoliberal para cuidar a los hijos hace falta un salario, para poder pagar los cuidados de salud o alguna obra social hace falta un salario; en una sociedad neoliberal hay cada vez menos apoyo para la vivienda, vivienda pública o viviendas de bajos ingresos. O sea que, de alguna manera, los aspectos privados como tu casa o como tu cuidado médico se pierden y la gente termina contrayendo deudas, deudas inmensas, que no pueden pagar, terminan pidiendo préstamos con intereses altísimos y lo único que pueden ver en su futuro es pobreza, pobreza, pobreza y más deudas. Entonces, esto genera que se dé una situación de desesperanza e inseguridad muy grande entre las personas que terminan recurriendo a la iglesia; van a la iglesia pidiendo ayuda, pidiendo apoyo, y tratando de tener algún tipo de estructura segura, y la iglesia les dice ‘sí, dale, vení que yo te recibo’. Y la iglesia termina recibiendo a las familias abandonadas por el Estado, que de alguna manera los está mandando a la iglesia. O sea que la iglesia termina sirviendo a ellos y a otros neoliberales, como en el caso de Brasil donde los evangélicos dicen ‘no vayan a fiestas’, ‘no tengan relaciones homosexuales’, ‘no tomen’, ‘solo trabajen’, ‘cuiden a la familia’. La familia como unidad económica, y sin dudas la división de trabajo del género también está basado en el liberalismo. Por eso no decimos que haya un desplazamiento acá, sino una condensación de ese abandono en el que la familia es el lugar necesario para su operación.

El yo, como en el “yo quiero”, planteando al sujeto como sujeto de derecho, de alguna manera, opaca a ese movimiento, a esa comunidad que fueron las que posibilitaron ese individualismo

Lo que dicen los neoliberales y los opositores a nosotras, los que tienen la ideología antigénero, nos acusan a nosotras de destruir la sociedad, la familia, la base de nuestra identidad; dicen que tenemos sexo con cualquier cosa que se mueve, o que no se mueve; dicen que nosotras les enseñamos a los chicas o chicos a masturbarse, créanme que no hace falta enseñarles nada, y esto termina generando una inseguridad. Por eso nosotras tenemos que mostrar una solución, y esa solución no es volver a la familia tradicional obligatoria, o en los casos de la familia tradicional obligatoria esta viene acompañada de penalizar el aborto, la homosexualidad o parte del feminismo. Nuestra solución tiene que ser producir sistemas de cuidados y de interdependencia que vayan más allá de la familia, que podamos generar nodos de apoyo, de soporte, que con el ejemplo mostremos cómo podemos enfrentar al neoliberalismo. Por eso tenemos que generar la invitación hacia el cuidado recíproco y hacia la intra dependencia para ser una alternativa económica al neoliberalismo. Tenemos que ser una alternativa poderosa  y tenemos que expresarnos como tal de manera pública.

Foto: Fede Imas

Foto: Fede Imas

Me gusta la figura de la Marea. Me gusta porque en USA, en el Reino Unido, Alemania, Australia se habla de la Primera Ola del feminismo, la Segunda, de la Tercera, que nunca sé muy bien cuando empieza. Pero me parece que muchas veces la historia se circunscribe a un área geopolítica particular y en inglés. Así que me gusta este concepto, esta figura, porque la marea viene, resiste, viene de nuevo, es dinámica y tiene un futuro impredecible. Pero la solidaridad transversal o transnacional tiene que tener en cuenta la frontera, la frontera como ese espacio en el que hay un encuentro, donde hay una lucha en lo que es la nación o Estado contra lo militar. Tenemos que pensar que no podemos ser transnacional e ir de país en país saltando las fronteras, tenemos que tener en cuenta el impacto y el movimiento de lo transnacional, y por supuesto la transversalidad.

Hay algunos movimientos feministas, por ejemplo en Palestina, donde las feministas están luchando contra otras cosas, contra el colonialismo, contra la ocupación territorial; o en la India, donde las feministas luchan contra el sistema de castas y la censura del Estado; o en Turquía donde las feministas están saliendo a la calle con las trans y los trans, hombres o mujeres que están en una situación muy vulnerable, que pueden perder su trabajo, que pueden perder su casa. Entonces, entre todos estos movimientos feministas tiene que existir la solidaridad, tienen que existir las alianzas para poder enfrentarnos al autoritarismo que es muy semejante o se acerca mucho al neoliberalismo. Los kurdos o las kurdas que están luchando con la autodeterminación territorial, es también debe aparecer en la lucha. Y respecto de los tipos de terror mencionados, el terror financiero, político, militar, yo agregaría el sexual también; estos tipos de terrores son muy complejos y no se puede trasladar la lucha de un lugar a otro, dada la complejidad, pero la marea como tal, por definición, vuelve, es un movimiento dinámico, es un movimiento que puede cambiar su nombre, puede cambiar la dirección por la que está yendo, puede empezar a hablarse en otros idiomas. El hecho de que todo esto se está dando es una señal de éxito. Esto se convierte así en un movimiento hermoso, que se puede trasladar, que vibra y que llega a donde viven otros y otres.

Otro tema importante a nombrar es la relación entre el neoliberalismo y el fascismo, que de alguna manera está tomando una forma nueva que emerge del centro del neoliberalismo, y no estoy segura de que los trabajos del pasado que analizaban al fascismo puedan ayudarnos con su lucha hoy. Por eso me parece que el feminismo está en la mejor posición para ser el movimiento que se opone al fascismo.”

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