Incendios forestales deliberados, realizados por la agroindustria intensiva en el Delta del Paraná, rememoran las nubes de humo y cenizas que agobiaron al Litoral en 2008, y que llegaron hasta Buenos Aires. Laura Prol, integrante del Área Humedales del Taller Ecologista de Rosario, realizó minuciosas investigaciones sobre las quemas y señala las afectaciones que producen sobre los humanos y los ecosistemas.
Desde febrero de 2020 se vienen generando una serie de quemas, las cuales se prolongan hasta hoy. En un comienzo se observaban en las inmediaciones de la conexión vial Rosario-Victoria. Y en esa oportunidad, las autoridades manifestaron que el origen era por personas que iban a pasar el día o hacían pequeñas visitas turísticas a las islas -todavía era el verano- y el argumento era que esos visitantes encendían fuegos, y que por esa causa comenzaban a provocarse pequeños incendios.
Más tarde, las autoridades del municipio de Victoria manifestaron que el origen de las quemas había que buscarlo en la actividad de los pescadores o de cazadores furtivos, porque algunos de estos implementan el fuego como método para acorralar a la fauna y cazarla. Se sabe que en épocas de bajante -como la que estamos viviendo- se incrementan algunas actividades típicas de las islas, y la caza furtiva es una de ellas. Esta actividad impacta sobre algunas especies como el carpincho, por la carne y por la piel. Y si bien está prohibido cazar, esta actividad se realiza.
Sin embargo, progresivamente, las quemas fueron propagándose, y generaron grandes incendios, como los que estamos padeciendo hoy. Estos están vinculados a la actividad ganadera. Históricamente, en el Delta del Paraná, se desarrolló una ganadería que fue complementaria a la producción agropecuaria pampeana; entonces ya se implementaban quemas para el manejo de pasturas naturales.
HISTORIA DE LAS QUEMAS
Las islas eran un nicho complementario de pasturas naturales para alimentar y engordar el ganado en una determinada estación del año. Y se complementaba ese engorde o alimentación en tierra firme. En los 90', luego de la agriculturización de la producción agropecuaria pampeana -que estuvo en franca expansión con la soja- y luego de la implantación del agronegocio, se produce una reconfiguración territorial de la ganadería.
En esta reconfiguración, el delta recibe el ganado que fue expulsado de las tierras agrícolas usadas para agricultura en la Pampa. Y a su vez, inversores de ganado también se dedican a la producción ganadera, lo que da lugar a lo que llamamos la Expansión Ganadera en el Delta, a partir de la primera década de 2000.
La expansión tuvo que ver con una intensificación de una actividad habitual en las islas, y lo que sucede es que se produce un salto en la escala productiva: aparece más ganado y más productores en relación al período anterior. Hemos registrado que entre 2002 y 2009, en el departamento Victoria, se produjo un salto en el sector de las islas de alrededor de 5 veces la cantidad de cabezas de ganado. Posteriormente la actividad se estabilizó y luego transitó un declive relativo en cuanto a la cantidad de cabezas y de productores.
Durante el período de expansión, la actividad se tornó permanente. Esto significa que se volvió diferente a cómo se practicaba previamente, la cual era estacional. En esas condiciones diferentes los productores implementaron la práctica de la quema.
Antes se implementaba a finales del invierno, para quemar los pastos que se secaban y así renovar las pasturas naturales para la temporada de engorde de verano. Lo que sucedió con la expansión ganadera es que los productores comenzaron a quemar en cualquier momento del año, y eso fue muy claro en 2008, cuando se produjeron estos grandes incendios que las nubes de humo llegaron hasta Buenos Aires.
Las quemas fueron propagándose, y generaron grandes incendios, como los que estamos padeciendo hoy. Estos están vinculados a la actividad ganadera.
Estos incendios se produjeron a lo largo de todo 2008. Realmente fueron enormes. Se estima que se quemó -como mínimo- un 17% de la superficie de todo el Delta del Paraná. Y a partir de ese momento, cuando el humo llegó a Buenos Aires, el Ministerio del interior convocó a las provincias, y se firmó un Acta Acuerdo para crear un plan de aprovechamiento sostenible del Delta y de conservación de los humedales.
Este plan -en un primer momento- se enfocó en controlar el fuego, y en tratar de prevenirlo. En algunas provincias, como fue el caso de Entre Ríos, mejoraron la legislación del fuego. Lo interesante de este plan -que se forjó en 2008 y se concretó entre 2010 y 2014- fue que hubo todo un proceso institucional y participativo, el cual dio lugar al Plan Integral Estratégico de Conservación y Aprovechamiento Sostenible (PIECAS) del Delta del Paraná.
Allí se incorporó una serie de lineamientos y recomendaciones, propuestas y acciones, que debían incorporar las provincias en la gestión ambiental de sus jurisdicciones en el Delta. Y los lineamientos son muy importantes por que incorporan una visión ecosistémica, la cual es bastante novedosa, porque lo que se plantea es que las actividades productivas y también las obras de infraestructura deben conservar y mantener la integridad ecológica de los humedales.
Esto significa que no se pueden producir modificaciones, ni alterar los entornos ni sus características ecológicas, y sobre todo las funciones ecosistémicas que prestan los humedales, es decir que la producción debe incorporar la conservación de los ambientes.
En ciertos sectores del Delta, sobre todo en las porciones Superior y Media, las condiciones de los pobladores son muy duras y difíciles.
Esto fue un logro muy importante para las organizaciones, los académicos, los técnicos y demás personas que estábamos trabajando en el área, porque -trazando un paralelo- sería lo mismo que decir que en tierra firme, en las tierras usadas para agricultura se debían incorporar criterios de conservación. Entonces esto abriría lugar a la expansión de la agroecología. Pero lamentablemente esto todavía no sucede en tierra firme. Sin embargo, en el Delta sí se planteó, y fue un avance muy importante.
El plan también incluye consideraciones de equidad social, de atender a las necesidades de la población isleña. En ciertos sectores del Delta, sobre todo en las porciones Superior y Media, las condiciones de vida los pobladores son difíciles.
LOS AÑOS POSTERIORES
Más tarde, entre 2015 y 2016, la provincia de Entre Ríos tomó los lineamientos del plan y elaboró otro plan para implementar en su jurisdicción del Delta. A éste se le conoce con el nombre de Plan Delta Sustentable. Una vez finalizado este proceso, suceden las elecciones de 2015 y se producen recambios en los gobiernos, y estas experiencias -que venían desarrollándose lentamente pero de manera continuada- no tuvieron avances.
El Plan Delta Sustentable en Entre Ríos no se implementó y el PIECAS tampoco. Desde entonces empezaron a sucederse quemas de menor magnitud, hasta llegar a la actualidad, que estamos dentro del contexto de una bajante histórica, y es muy importante remarcarlo. Varios especialistas sostuvieron que esta bajante -que viene de mediados de 2019- hace unas pocas semanas llegó a niveles mínimos. Por ejemplo, en el puerto de Rosario, donde la altura regular del río es de tres metros, llegó a 24 centímetros apenas, por lo que se considera una bajante extraordinaria. Desde 1971 no se registraban valores tan bajos.
Esto provocó que en todo el Delta haya menos agua, y sin agua el ecosistema se resiente considerablemente. Toda la vida se debe adaptar a esta condición de sequía. En este contexto, la propagación de incendios es muchísimo más factible, entonces cualquiera que haga un pequeño fuego puede llegar a desencadenar en un incendio.
El problema fue que -en este contexto- el gobierno de Entre Ríos -en particular, que es el que tiene más tierras en la zona- autorizó las 'quemas controladas'. La temporada de quemas autorizadas comenzó en marzo.
Pedimos en repetidas oportunidades que convoquen urgentemente a una mesa de trabajo de los gobernadores, municipios y el Estado Nacional para atender esta situación.
Desde varias organizaciones que trabajamos en conjunto le solicitamos al gobierno de Entre Ríos que suspenda la autorización de quemas porque preveíamos que podían desencadenarse grandes incendios debido al contexto de sequía y de bajante extraordinaria en la región, además de las escasas lluvias, situación que también agrava el panorama.
También le solicitamos al Ministerio de Ambiente y a las provincias que implementen medidas urgentes para que -además de prevenir suspendiendo las quemas, se controlen los focos de incendio- y pedimos en repetidas oportunidades que convoquen urgentemente a una mesa de trabajo de los gobernadores, municipios y el Estado Nacional para atender esta situación, pensando en soluciones de fondo.
En las dos primeras semanas de junio se produjeron más focos de incendio que en cada uno de los meses anteriores de 2020. Cabe destacar que en las islas que se encuentran en frente a Rosario, que pertenecen al municipio de Victoria (Entre Ríos) las dos terceras partes son propiedad privada, y la restante tercera parte es propiedad fiscal.
EL FUEGO, EL HUMO, Y LAS AFECTACIONES
Las afectaciones que producen estos incendios son múltiples, y son de dos tipos: en primer lugar, para las poblaciones humanas, las afectaciones directas son a la salud, tanto en las islas como en las ciudades, por la presencia de humo y cenizas, lo cual trae problemas respiratorios. Sobre todo para las personas que tienen enfermedades crónicas, esto se torna más complejo. En momentos de grandes humaredas hay disminución de la visibilidad, lo cual es un hecho para tener en cuenta en referencia a la seguridad vial, y también hay que dimensionar que estamos en una situación de pandemia, y si bien en Rosario no tenemos circulación local del virus, de todos modos es complejo; además el humo llega al norte de la provincia de Buenos Aires, como San Nicolás y San Pedro, ya que también hay incendios en las islas bonaerenses.
Con respecto a las afectaciones en los ecosistemas de humedales, el fuego arrasa con las diversas comunidades de vegetación donde, además de los pastizales, están los bosques. En las islas más altas prosperan los bosques mixtos, que son un complejo de árboles de distintas especies, muy bonitos y que tienen muchos años. Los fuegos también alcanzan los espacios más bajos, donde las aves acostumbran a nidificar. Por supuesto afecta directamente a los roedores de la zona, como los carpinchos y coipos. También los ofidios son violentados ya que no pueden escapar de las llamas. Se afecta además a la provisión de alimento de la fauna y el consecuente refugio, por esto es que también es más fácil la caza del carpincho, ya que no tienen dónde escapar.
El fuego arrasa con las diversas comunidades de vegetación donde, además de los pastizales, están los bosques.
Después hay otros impactos que tienen que ver con la erosión, porque al perderse la cobertura vegetal, se facilita la erosión de los suelos durante las crecidas, y también hay una importante emisión de dióxido de carbono. Con respecto a otros efectos indirectos, cabe destacar el que se produce sobre la floración y germinación de especies vegetales -debido al humo y al calor- y también sobre la germinación y el crecimiento futuro de la vegetación inducidos por el microclima post fuego.
Y esto podría traer a colación el aumento del ingreso de especies exóticas. Al perder capacidad las nativas, las exóticas pueden prosperar. Esto también genera otros impactos en otras actividades como por ejemplo la apicultura. En la zona de todo el Delta se desarrolla esta actividad -sin agroquímicos, en general- y obviamente el impacto en las floraciones genera directamente una repercusión en la actividad de los apicultores.
* Laura Prol, integrante del Área Humedales del Taller Ecologista de Rosario.
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