El 25 de septiembre de 1997 se sancionó la ley provincial N° 9.092, que sirvió para proteger a los ríos Paraná y Uruguay del represamiento. Se logró con resistencia en las calles y un pueblo movilizado en defensa del agua y la vida. ¿Qué enseñanzas deja ese proceso para este presente complejo?
Año 1996. Gobierno de Carlos Menem. El país es saqueado de manera galopante por los capitales extranjeros y padece la privatización de todo lo que existe. En ese escenario, un consorcio de tres firmas estadounidenses (Energy Developers International) aprovecha la oportunidad y presenta en Argentina un proyecto para generar energía eléctrica por medio de una obra faraónica: la represa del Paraná Medio, donde confluye el río Paraguay hasta la línea imaginaria que une la provincia de Santa Fe con la capital entrerriana, Paraná.
El proyecto, que además dejaba abierta la posibilidad de una segunda represa aguas arriba a la altura del río Reconquista con la promesa de empleo y desarrollo –y que Menem declaró de “interés nacional”–, suponía una prometedora inversión inicial de dos mil millones de dólares.
Ahora bien: ¿Cuáles serían las consecuencias que semejante obra tendría sobre las poblaciones que habitaban el Litoral? ¿Qué pasaría con los pescadores, con las miles de personas que a diario trabajaban y vivían del río? ¿Qué ocurriría con el ambiente?
¿Acaso pondría en peligro al río Paraná, uno de los reservorios de agua dulce más importantes del planeta, un ecosistema con una biodiversidad riquísima, con vegetación circundante, con humedales y bosques nativos, con flora y fauna, con más de 300 especies de peces?
La respuesta es sí.
Ese contexto despertó conciencias y puso en movimiento a miles de ciudadanos críticos que coparon las calles en repudio a la represa. Marcó un antes y un después en la región. Músicos, poetas, pescadores, profesionales, docentes, estudiantes y algunos medios de comunicación locales formaron parte de la epopeya por la defensa de la libertad y la vida del río Paraná. Se animaron a enfrentarse a los intereses del poder económico real y de un proceso de concentración que se apropiaba de todo.
Hubo dos pescadores que tuvieron un gran protagonismo en esa causa social: Luis Romero y Raúl Rocco. El 25 de mayo de 1996, Rocco y Romero emprendieron un viaje épico en canoa (una embarcación llamada “La Enamorada del Río”) desde Yacyretá a Paraná, con algunas provisiones y kilos de folletería para advertir a la comunidad costera, a las miles de familias isleñas y ribereñas.
El reclamo incesante de la masa crítica se cristalizó en un colectivo: la Asociación de Entidades Ambientalistas. Lo hicieron bajo el lema “Entre Ríos, Sí; Entre Represas No”, y con el ímpetu y la necesidad urgente de transmitir saberes y conciencia ambiental sobre los posibles impactos sociales, políticos y económicos del proyecto de represamiento en el Paraná: 800.000 hectáreas quedarían bajo el agua, 50 mil familias serían desplazadas, además de una pérdida brutal del paisaje y el acceso al río, entre otros males.
Finalmente, producto de la lucha y la resistencia de los territorios, el 25 de septiembre de 1997 la Cámara de Diputados sancionó por unanimidad la Ley Nº 9.092 (más conocida como la Ley Anti Represa), que declaró a la provincia de Entre Ríos libre de nuevas obras de represamiento sobre los ríos Paraná y Uruguay.
Otras conquistas que trajo la aprobación de la ley: los ríos, arroyos y cursos de agua fueron declarados “bienes de la naturaleza y recursos naturales de especial interés para su cuidado, conservación y aprovechamiento sostenible”; mientras que se consideraron de interés “todos los proyectos de conservación y recuperación de suelos, bosques, vegetación y fauna, especialmente nativas, en riberas, barrancas y zonas aledañas a ríos, lagos, arroyos e islas”.
La continuidad de la lucha
Cuando era joven, Andrés Petric (82) participaba de la escuela de canotaje y andaba siempre metido entre las islas del Paraná. Fue una de las personas que se puso en “pie de guerra”, que se movilizó y llegó hasta las escuelas para visibilizar el problema.
“La instalación de la represa hubiese significado un desastre ecológico sin precedentes en el noreste argentino y en todo el continente”, dice Andrés. “Nos dimos cuenta que el impacto hubiese sido irreparable. Toda la actividad de pesca se iba a ver arruinada. Somos naturaleza, el 70 por ciento del cuerpo humano es agua. Cuidemos el agua. El agua es fuente de vida, si matamos el agua, matamos la vida. Al mismo tiempo iba a desaparecer una inmensa cantidad de bosque nativo, hoy lo sufrimos con las deforestaciones. A estos ecosistemas no se los puede modificar así, libremente”.
“Es muy importante no perder de vista la memoria, la resistencia a esa obra faraónica que venía impuesta por una lógica productivista que ya conocemos y que se profundizó”, reconoce Horacio Enríquez, director de la ONG Eco Urbano, y otra de las personas claves en esta historia. Enriquez tuvo un rol crucial en lo que se refiere a la militancia desde la comunicación social. Participaba de las asambleas, tomaba registro y filmaba todo para que se difundieran los temas ambientales en las radios y los canales de televisión.
Sostiene: “Los capitales extranjeros ponían la inversión inicial, pero los entrerrianos, los santafesinos, los vecinos y vecinas del Litoral íbamos a sufrir un impacto enorme. Es fundamental poner en valor esta fecha. La educación nos parece fundamental en las infancias más tempranas para que a los chicos y las chicas les atraviese este paradigma del cuidado. Son temas que llegaron para quedarse, como la crisis hídrica que vivimos en estos últimos años. Se trata de entender cuáles son las amenazas y los riesgos, ésa es la reflexión que hacemos a 25 años de la sanción de la ley”.
Cambio de paradigma
Hasta ahora sabemos que el modelo extractivista imperante piensa en el río como una autopista de transporte de materias primas y que por eso desde hace años está en marcha el proyecto de Hidrovía Paraná-Paraguay. Sabemos que además avanza la frontera agropecuaria, motivada por el paquete tecnológico de la soja transgénica, como así también el ecocidio de la quema de los humedales.
Un claro ejemplo de las consecuencias directas que tiene la acción del hombre sobre el ambiente se da en el tramo Alto del Paraná, en la confluencia con el río Paraguay. En esta zona abundan los campos que se utilizan para la explotación de la agricultura y la cría de ganado; y, constantemente, se alteran los regímenes fluviales del río por la presencia de las represas hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá.
Petric considera que en estos tiempos resulta imprescindible “estar alertas” porque lo único que prima es “el poder político y económico”. “Corremos peligro. No destruyeron las islas con las represas, pero las están destruyendo con las quemas de los humedales. En los campos se fumiga con glifosato que es cancerígeno. La gente se enferma y muere. Hay muchos chicos con problemas oncológicos. Si no nos damos cuenta de que el humano es una parte nada más de todo un orden natural, y nos creemos seres superiores que los demás elementos del cosmos, si quienes tienen grandes poderes no dejan de sacrificar a la naturaleza, a corto plazo vamos a desaparecer como especie. Por eso decimos que uno de los principales objetivos es generar conciencia ambiental”.
"Somos naturaleza, el 70 por ciento del cuerpo humano es agua. Cuidemos el agua. El agua es fuente de vida, si matamos el agua, matamos la vida".
“A través de la acciones, como las que impulsa la Multisectorial Humedales, las luchas traccionan procesos que son políticos y que son necesarios”, dice Enríquez. “Esa demora en la aprobación de la Ley de Humedales, de más de diez años, demuestra la fuerza de los sectores que tienen intereses y no quieren reglas claras de uso y conservación, de uso sustentable y racional de estos ecosistemas. Estos temas no hacen más que reflejar la necesidad de fortalecer políticas públicas que sean el resultado de un consenso, que apunten a la promoción del cuidado para que tengamos una visión crítica de la manera en que vivimos, y podamos construir un territorio con todos los actores responsables. Hablamos de actores del sector privado, asociaciones civiles, la Academia”.
¿Cuál es la salida? “Necesitamos converger, necesitamos procesos que sean diferentes e históricos. Los gobiernos tienen los desafíos de frenar la topadora que es el mercado y distribuir oportunidades”.
Su mirada sobre el presente: “El mundo se ha vuelto un lugar difícil. Tenemos que repensar qué tipo de sociedades, qué tipo de comunidades y provincias queremos. Eso debe despertarnos. Esta globalización presiona mucho sobre nuestros bienes naturales y territorios. Somos un pueblo donde el agua es el principal componente. Uno cuida lo que conoce y siente como propio. Hablamos de salud ambiental, de cuidado de las personas y la cultura en sí misma. Esto termina impactando en nuestra calidad de vida. Hay que ponerse de un lado en esta historia porque el mundo está pidiendo a gritos un cambio civilizatorio y de paradigma”.
Ingresá al siguiente link y reviví la lucha por la defensa de la libertad y la vida del Paraná: cauceecologico.org/fluirinfinito
Fluir Infinito es un micrositio que impulsan CAUCE, FARN, Taller Ecologista y Casa Río, cuatro organizaciones argentinas que, junto a otras de Bolivia, Brasil, Paraguay y Países Bajos, integran Humedales sin Fronteras, un programa comprometido con la sustentabilidad de la Cuenca del Plata.
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