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¿Qué pasa si la Policía te mata a un familiar?

por Martín Estévez
Fotos: Agustina Salinas
14 de octubre de 2021

Detrás de cada asesinato por represión estatal, decenas de personas viven un infierno y solo piden justicia. Maga Morales, Lucas Verón, “Caniska” Bravo: repetir sus nombres es la mejor forma de acompañar las luchas de quienes les amaron.

Si supieras el alivio que sienten cuando alguien dice sus nombres, nunca dejarías de nombrarles. No dejarías de decir Maga Morales, Lucas Verón, “Caniska” Bravo. Y los nombres de decenas, centenas de personas asesinadas por el brazo armado del Estado, la Policía, cuyas muertes todavía no tienen condenas ni justicia.

Después del horror del asesinato de un familiar, llega el horror del encubrimiento judicial, de las amenazas policiales, de una herida que no para de sangrar mientras hay impunidad. Nombrar a una persona asesinada es evitar el horror detrás de los horrores: que su nombre quede en el olvido colectivo, que su muerte quede en la nada, que la lucha en medio del infierno nunca encuentre justicia.

“Se arruinó mi vida, la de los hijos de Maga, la de toda mi familia. Vivo con tristeza y miedo”, dice Andrea. “Nos robaron la alegría, Lucas era la luz de nuestra casa”, dice Cintia. “Sin Alejandro, aunque estoy destruida por dentro, tengo que hacerme cargo sola de nuestro hijo”, dice Laura.

Aunque parezca absurdo, ayudarles está a nuestro alcance. De eso habla este texto: de aprender cómo.
 

 
Maga Morales, “una gran mamá que siempre sonreía”

Florencia Magalí Morales fue asesinada por la Policía el 5 de abril de 2020. Esa mañana, Maga salió de su casa, donde vivía con dos hijos y su nieta. A las 5 de la tarde la mataron en la comisaría 25ª de Santa Rosa de Conlara, provincia de San Luis. Tenía 39 años. La policía intentó simular un suicidio, pero las pruebas confirmaron lo que las calles ya gritaban: “Nadie se suicida en una comisaría, a Magalí Morales la mató la Policía”. Sin embargo, todavía no hay condenas.

“Es muy difícil explicar lo que pasa cuando la policía te mata un familiar. Entrás en una película horrible, empezás a desconfiar de todo, se te arruina la vida –cuenta Andrea, una de las hermanas de Maga–. Esperábamos ayuda y respuesta del Estado, del Gobierno, y nos ignoraron. ¡Abandonaron a mis sobrinos, a los que les mataron a la mamá! Ni siquiera un psicólogo para ellos nos ofrecieron. Los chicos no van a olvidar que a su mamá la mató la Policía, pero tratamos de darles mucho amor. Sufren en el Día de la Madre, en Navidad, en el Día del Niño, siempre. Nadie del Gobierno hizo nada por nosotros. Solicitamos audiencia con funcionarios de la Nación y no tuvimos respuesta. Y encima no permiten que organizaciones internacionales puedan investigar”.

Andrea vive en Mendoza y no quiere viajar a San Luis: “Vivo con miedo de que me hagan algo a mí o a mi familia. San Luis es una provincia llena de corrupción e impunidad. Ruego por mis hermanas cada vez que van a testificar. Yo no voy, no iría, esa provincia es el Triángulo de las Bermudas para mí. Jamás la pisaría porque me da terror. Admiro a mis hermanas, a mi viejo, a mis sobrinos, por el valor que están teniendo. ¡Hay que tener coraje para ir al lugar donde asesinaron a tu hija! Vivo con rabia, con la sensación de que estoy en un país en el que nadie nos cuida. Si algo me pasa a mí o a alguien de mi familia, hacemos responsables a Rodríguez Saa y a Alberto Fernández, porque nos dieron la espalda. Ninguno nos dio una audiencia, ni siquiera por compromiso. ¡Hasta nos exigieron que pagáramos la reautopsia de mi hermana!”.

La responsabilidad policial en el femicidio de Maga es evidente: “Si entrás en una comisaría y aparecés muerta, es obvio: te mataron los policías. Lo dicen todas las pruebas. Es una red de encubrimiento: el comisario encubrió a los policías, el gobernador encubrió al comisario y el Presidente encubre al gobernador. Todo está lleno de trabas y trabas para ocultar la verdad. El forense que hizo la primera autopsia había ocultado montones de pruebas. ¿Cómo puede ser que todo el mundo sepa que la mató la Policía pero los jueces no lo sepan? ¡No puede ser!”.

"Si algo me pasa a mí o a alguien de mi familia, hacemos responsables a Rodríguez Saá y a Alberto Fernández, porque nos dieron la espalda."

El Estado abandonó a la familia, pero no las organizaciones sociales: “CORREPI (la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) fue la primera que nos ofreció ayuda. Y muchas organizaciones del colectivo feminista y de derechos humanos nos han dado un apoyo incondicional que agradeceremos eternamente”.

¿Quién era Maga Morales? “Era una loca linda, le gustaba juntarse con la familia, le gustaba bailar. En circunstancias en las que otras personas se hubieran dado por vencidas, ella no. Todo por sus hijos. Era una gran mamá que siempre sonreía. Me quedaron muchas cosas pendientes con ella. Iba a ir a verla en Semana Santa. Mi hija de 14 años es su ahijada, y todo quedó en la nada por esos policías inmundos. La recordamos siempre, siempre, siempre”.

¿Cómo ayudar? “Compartiendo todos los pedidos de justicia, y exigiendo una audiencia con el Presidente de la Nación, o que se permita la intervención de organismos internacionales. Que todo el mundo sepa lo que le pasó a mi hermana. Hoy siento que es una quimera, pero si les dieran perpetua a todos los responsables, sería un gran alivio y perdería el miedo a vivir en este país”.

Después del horror del asesinato de un familiar, llega el horror del encubrimiento judicial, de las amenazas policiales, de una herida que no para de sangrar mientras hay impunidad.

 

 
Lucas Verón, “era todo luz, la alegría de la casa”

Lucas Nahuel Verón fue asesinado por la Policía el 10 de julio de 2020. Esa madrugada festejaba su cumpleaños número 18 en el barrio Villa Scasso, de González Catán. Cuando salió de su casa junto a un amigo, fueron perseguidos y baleados por el agente Ramón Ezequiel Benítez, que se encontraba acompañado de su pareja, la oficial Cintia Duarte. 

Lucas murió. Su amigo, que era menor de edad, fue encerrado en un calabozo y obligado a declarar que habían robado un celular. Las pruebas confirmaron que la bala que mató a Lucas la disparó Benítez. Sin embargo, todavía no hay condenas.

“Lucas era la alegría de la casa, era todo luz, siempre estaba sonriente. Esperó mucho el momento de cumplir 18 años, tenía toda la vida por delante, nos arruinaron –cuenta su hermana Cintia–. Cuando te matan a un familiar te sorprendés de muchas cosas: cuando pedía justicia los policías se me burlaban, se me reían en la cara”.

Como en el caso de Maga Morales, la ayuda llegó desde otros lugares: “Sin la gente de la Comisión Provincial de la Memoria, la familia de Luciano Arruga y muchas otras organizaciones de derechos humanos, no hubiésemos llegado a nada. Estamos muy agradecidos a todos los que nos ayudaron, a los que me bancaron llorando, estamos todos juntos en esta causa. También recibimos buen trato en la fiscalía”.

Como en la familia de Maga, el miedo está presente: “Cuando la Policía mató a Lucas yo empecé a hablar, a dar notas. Después, por pedido de mi mamá, bajé un cambio, pero no porque no quiera exponerme, sino porque mi mamá tiene miedo de que nos hagan algo”.

"Sin la gente de la Comisión Provincial de la Memoria, la familia de Luciano Arruga y muchas otras organizaciones de derechos humanos, no hubiésemos llegado a nada."

¿Quién era Lucas Verón? “Un chico que recién empezaba a vivir, una excelente persona. Todo el barrio lo dice. Apenas había cumplido 18 años, ¡era un nene! Ayudaba mucho a todos, siempre con una sonrisa, era una persona hermosa, con un montón de proyectos por delante”.

¿Cómo ayudar? “Sumándose a las marchas, dándonos fuerza a los familiares ese día y todos los días. Nos hace bien que la gente nos acompañe. Compartiendo la imagen y el nombre de Lucas por todas partes. Y, especialmente, tenemos que ser muchos el día del juicio. Que todas las personas estén atentas a la fecha del juicio y ese día, por favor, se acerquen a acompañarnos. Que los jueces sepan que no nos vamos a dejar pisotear por la Policía. Sé que, por más que les den perpetua, la vida de mi hermano no va a volver, pero sería una caricia para Lucas, porque le prometimos que haríamos justicia, y sería un alivio para todos nosotros”.
 

 
Alejandro “Caniska” Bravo, “un artista muy querido”

Alejandro Bravo tenía 44 años y fue asesinado por la Policía el 22 de enero de 2021, en el Barrio Nueva Esperanza, provincia de La Rioja. Esa madrugada, “Caniska” iba caminando desde la casa de un amigo a su casa, donde vivía con su pareja Laura. A las 5:40 se lo ve en el video de una cámara de seguridad huyendo de alguien y pidiendo auxilio. A las 6:05 ingresó detenido en la Alcaidía y murió camino al hospital Vera Barros. La Policía simuló que se trató de un paro cardíaco. Las pruebas confirmaron que murió por golpes en la cabeza. Sin embargo, todavía no hay condenas.

“No hay forma de explicar lo que se siente, tendrían que estar en mis zapatos –dice Laura–. Es muy triste y doloroso, difícil. Tenemos un hijo de 16 años, en una edad complicada, y tratar de sostenerlo emocionalmente cuando estás desgarrada internamente es otro golpe más. ¿Cómo le explico que la Policía mató a su papá? Hace unos días me llamaron del colegio para que fuera a retirarlo, porque estaba muy triste. Él está en proceso de duelo, yo también. Por mi hijo tengo que afrontar la situación como pueda”.

Como en los casos de Maga Morales y Lucas Verón, el encubrimiento policial fue grotesco: “Jamás me avisaron que Alejandro estaba muerto –recuerda Laura–. Me enteré de casualidad, por una persona que tenía un conocido en la morgue y le dijeron que había un Alejandro Bravo muerto por golpes. Quisieron hacerlo pasar como NN cuando todos sabían su nombre. Encima, la Policía empezó a autoinvestigarse, ¡los mismos que lo mataron llevaron adelante la investigación! Usaron a los medios de comunicación para encubrir el asesinato, generando prejuicios negativos y manchando su nombre, dijeron que era un ladrón que quiso ingresar a robar una casa. Todo eso para tapar sus prácticas nefastas de golpes y torturas”.

A todos nos lastimó mucho que los medios difundieran mentiras –remarca Diego, amigo de 'Caniska’–. Sus amigos nos miramos a los ojos y supimos que teníamos que juntarnos para pedir justicia. Las circunstancias nos ubicaron en marchas, o en roscas judiciales, pero no podíamos aflojar”.

"Quiero que conozcan la parte humana de Alejandro, que no lo tomen como un caso más, un número más, un expediente más, que todos sepan que la Policía mató a una gran persona, un laburante que la peleaba día a día."

El encubrimiento continúa. “La causa está estancada –sufre Laura–. En agosto hicimos una marcha para pedir la designación de un juez, ¡porque no había ninguno designado! Faltan testimoniales, hay testigos que todavía no declararon. Falta explicar qué pasó con la llamada al 911, porque antes de que lo mataran llamó al 911. Falta la reconstrucción del hecho. Tantas demoras nos hacen volver a pasar el dolor nuevamente, todo el tiempo”.

“Es un mecanismo de la provincia lo que sucede: cambian jueces, fiscales, todo vuelve a cero y eso hace que se pierdan pruebas –afirma Diego–. Acá hay muchos implicados: no solo los policías detenidos, sino los que los encubrieron. A la Policía le jugó en contra que Alejandro era muy conocido en La Rioja, era un gran tatuador, todos saben que no era un delincuente”.

¿Quiénes te ayudan cuando te matan un familiar? “Lo que estuvo desde el principio fue el apoyo de las organizaciones de derechos humanos –agradece Laura–. Después, a nivel del Estado, del Gobierno, nadie más. Se borraron, todos se lavaron las manos”.

¿Quién era Alejandro “Caniska” Bravo? “Quiero que conozcan la parte humana de Alejandro –pide Laura–, que no lo tomen como un caso más, un número más, un expediente más, que todos sepan que la Policía mató a una gran persona, un laburante que la peleaba día a día. Una persona que tenía planes, proyectos y, sobre todo, familia y amigos. Hice un video sobre él y quisiera que todos lo vieran. Es muy duro saber que Alejandro no va a volver, que no va a entrar por la puerta agradecido el día que condenen a los que lo mataron. Deseo que donde esté pueda descansar en paz. Dejó una huella muy grande”. 

"A todos nos lastimó mucho que los medios difundieran mentiras. Sus amigos nos miramos a los ojos y supimos que teníamos que juntarnos para pedir justicia."

Diego lo recuerda con emoción: “Era un laburante con códigos, principios. Laburaba para parar la olla en su casa. Un artista muy querido, hacía de su arte, su trabajo. Logró que todos sus amigos nos unamos como hermanos. Es lo que mejor define a Cani: eso solo lo logra una gran persona”.

¿Cómo ayudar? “Con difusión de todo lo que compartimos en la página de Facebook –pide Laura–. Sabemos que la única forma de que haya justicia es con difusión y presión”. “Los procesos judiciales son caros –suma Diego–, por eso hacemos rifas, actividades, colectas para pagar los gastos. También pueden ayudarnos de esa manera”. “Aunque nada de lo que pase me puede dar alegría –siente Laura–, que haya condena para sus asesinos, al menos, nos daría calma”.

Maga Morales, Lucas Verón, ‘Caniska’ Bravo son solo tres de las centenas de personas asesinadas por la Policía y cuyas causas continúan impunes. Ayudar, lo dicen sus familias y quienes les amaron, está a tu alcance: conocé sus historias, difundilas en tu mesa familiar y en tus grupos de whatsapp, enviá mensajes de apoyo, acercales una palabra de aliento en una marcha o en la puerta de un juzgado

Y nombralos, todo el tiempo. Si supieras el alivio que sienten cuando alguien dice sus nombres, nunca dejarías de nombrarles.