A 50 años de la Noche de los Bastones Largos, dialogamos con Jorge Albertoni, un testigo de la golpiza que terminó con el sueño de acercar la universidad a los barrios.
El profesor adjunto de la universidad de IngenierÃa Jorge LuÃs Albertoni se acercó a la puerta de la Facultad de Exactas del Universidad de Buenos Aires con su compañera embarazada, Amanda Toubes. IntuÃan que la presencia de las Fuerzas Armadas era inminente. Y asà fue: se pasaron toda la noche del 29 de julio de 1966 buscando compañeros detenidos y heridos.
“Lo más importante no fue la golpiza sino que con esa noche se terminó una época importante de la universidad que serÃa muy difÃcil de recuperar. Fueron mucho más que unos bastonazos, fue la liquidación de un proyecto que hubiera abarcado todo el paÃs. Una ideologÃa progresista que se terminó esa noche”, dice Jorge LuÃs Albertoni, quien fue director nacional de Industria durante la presidencia de Arturo Illia.
Una de las cosas que se terminó fue el trabajo de proyección social surgido en 1956 en la Isla Maciel. Se trataba de un movimiento que veÃa la necesidad de que la universidad esté al servicio de los intereses populares. Ya no alcanzaba con formar profesionales, se necesitaba que los académicos estuviesen al tanto de los problemas del paÃs. Y se involucraran. Amanda Toubes estaba al frente del Departamento de Extensión Universitaria, que durante 10 años se hizo cargo del proyecto.
“Cuando las Fuerzas Armadas aparecieron tenÃan en claro que ese era un proyecto contrario a sus ideas. Lo del 66 fue la antesala de la dictadura del 76 -la más sangrienta y asesina- pero respondió a los mismos intereses que empiezan a asomar otra vez”, explica Albertoni y traza un vÃnculo con la actualidad socio-polÃtica.
Las ideas e intereses son los mismos. En el 66, el 76 y ahora. Los que las ejecutan y los cómplices, también: “Illia fue derrotado por los grandes medios de comunicación y los laboratorios farmacéuticos mundiales. Los medios tomaron el hecho como un caso policial nada más. Fueron cómplices de los laboratorios farmacéuticos y las multinacionales. Cambiaron algunos actores pero no la ideologÃa que motivó ese hecho”.
Por último el profesor destaca que los homenajes, a 50 años de esa fatÃdica noche no muestran lo que realmente sucedió. Fue mucho más que golpes y bastones. Fue la destrucción de un tipo de educación: “Los actos que se hicieron ayer y hoy no están mal, pero tampoco están bien porque una paliza no refleja el derrumbe de una educación universitaria progresista. Este era un proyecto que hubiera abarcado al paÃs”.

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