“Este Gobierno nos maltrata, nos encarcela y nos golpea”

por Estefanía Santoro
Fotos: Juan Pablo Barrientos
17 de julio de 2019

Vendedorxs ambulantes y trabajadorxs de la economía popular la mayoría de ellxs de la Ciudad de Buenos Aires, se organizan y defienden el derecho a trabajar, que la Policía de la Ciudad y los funcionarios porteños se empeñan en negarles con métodos violentos.

"¿Que significa la soberanía y la libertad para una trabajadora y un trabajador de la economía popular?”, se pregunta Marina, referente de la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), frente a más de 100 personas.

Y responde: “Tiene que ver con la construcción histórica que nos caracteriza a los y las trabajadores de la economía popular, la posición comunitaria de las herramientas de trabajo, socializarlas. En el caso de los trabajadores de la vía pública, la herramienta es el espacio público que el Gobierno Nacional y el de la Ciudad se ocupan permanentemente de privatizar y entregar a los que más tienen. Soberanía también implica una historia colectiva, que cada día nos sintamos hermanos con el compañero y la compañera que no está en mi misma parada u organización pero que está siendo reprimido vendiendo pañuelos”.

El 9 de julio, el patio de la sede de la CTEP (seccional Capital) amaneció poblado de laburantes de la calle, en su mayoría mujeres jefas de hogar, algunas muy jóvenes y otras que llevan más de diez años desarrollando esta actividad. Venden en el espacio público lo que pueden, lo que consiguen, van cambiando de rubro, probando suerte: comida, ropa usada, perfumes, lencería, pañuelos, bufandas, zapatillas. Con sus hijos e hijas pequeños en brazos, sin poder dejarles a cargo de nadie, salen a buscar el mango todos los días para subsistir.

Soberanía también implica una historia colectiva, que cada día nos sintamos hermanos con el compañero y la compañera

Pamela Gamonal, en representación de lxs trabajadores de la vía pública y vocera del Colectivo Cultural Defensa, cuenta: “Este Gobierno sin dudas nos ha declarado la guerra, nos maltrata, nos encarcela, nos golpea, nos trata como delincuentes, por eso surge la necesidad de encontrarnos para darles soluciones a estos problemas. Solo organizándonos vamos a poder resolverlos”.

Organizadxs para defender el trabajo

Algunxs de estxs trabajadorxs se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema, viven en la calle y con suerte comen una vez al día. Lxs más experimentadxs han tenido que mudarse de barrio porque la Policía les corre, les roba la mercadería, les demora, les pega y hasta a algunas mujeres las amenazan con sacarles a sus hijxs si no se van del lugar. Vienen de Mataderos, Liniers, San Telmo, Lanús y muchas otras localidades.

En el Día de la Independencia, manterxs, artesanxs, artistas, feriantes, cuidacoches, vendedores ambulantes y trabajadores de la vía pública, se congregaron en un plenario para fundar las bases de una nueva organización. Una jornada para discutir y consensuar estrategias que les permitan enfrentar la violencia policial e institucional que sufren a diario como trabajadores que integran el sector de la economía popular. 

Se unieron para articular acciones en defensa de su derecho a trabajar. Ramiro Geber, representante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, asegura: “Decían que es imposible organizar al trabajador de la vía pública, que no tenía la posibilidad de generar colectivo. Desde los medios de comunicación nos quisieron vender que era una mafia, con operativos de la fiscal Verónica Guanilo y algunos otros que ejercen la Fiscalía de Estado en la Ciudad de Buenos Aires, de la mano de Martin Ocampo”.
Sin embargo, contra todos los pronósticos lo lograron. Ahí están unidxs, para dar pelea, despertando en la solidaridad de cada compañerx.

Historias marcadas por la violencia

Inés Trindades es una de las referente de vendedores ambulantes de Liniers. Tiene 32 años y hace once que vende en la calle. Cuenta que en esa zona, donde diez años atrás podían subsistir con la venta, hoy ni siquiera pueden caminar porque la Policía reconoce a lxs vendedores y automáticamente les roban la mercadería y lxs llevan presxs, sin mediar palabras ni una acta para interceder: “A algunos compañeros además de detenerlos y robarles la mercadería los golpean. A un cuidacoches le pegaron y lo dejaron todo quebrado”, asegura.

La Policía reconoce a lxs vendedores y automáticamente les roban la mercadería y lxs llevan presxs

Nosotros para vender en Liniers -cuenta- nos organizamos, nos unimos, nos defendemos entre todos, estamos comunicados. Cuando hay un compañero en problemas vamos todos juntos a ayudarlo para evitar que le lleven la mercadería y negociamos con el policía. Tenemos dos delegadas, yo soy una de ellas”.

Esa misma violencia, Inés la vive en carne propia todos los días: “Hace poco estaba vendiendo juguetes con mi nena de tres años y se acercó un policía y me dijo que tenía que llevarse a la nena porque la tenía en la calle. Por suerte vinieron mis compañeros a defenderme y después nos tuvimos que ir. Los vendedores senegaleses no pueden ni siquiera pasar con un carrito porque enseguida los paran, aunque no estén vendiendo”.  Desde hace años, lxs vendedores ambulantes han forjado una amistad con lxs comerciantes que tienen locales al público; la gran mayoría lxs apoya y quiere que vuelvan, pero hay otro pequeño sector que rechaza la venta ambulante.

Todxs las historias de estxs trabajadores están marcadas por la violencia que reciben solo por defender su derecho a trabajar, los relatos que se escuchan en el plenario coinciden en que este último año la violencia de la Policía ha aumentado y por eso decidieron poner en prácticas algunos mecanismos de defensa.

Inés cuenta: “Hace varios años atrás trabajábamos tranquilos, aunque la Policía te pedía plata a cambio. El jefe de calle pasaba puesto por puesto cobrando todos los fines de semana y cuando era Navidad o algún día festivo nos cobraban el doble, pero ahora ni siquiera podemos estar, y si no nos vamos nos llevan presos”.

Lxs vendedores están cansadxs de recibir palos por intentar trabajar para llevar un plato de comida para su familia. “Tenemos muchos compañeros que no tienen para comer y hay otros que no pueden mandar a sus hijos al colegio porque no tienen plata para comprarles los útiles; ahora estamos tratando de ayudarlos, que es lo más urgente”, dice Inés.

¿Qué valor tiene el plenario? “Intentamos unir fuerzas para lograr trabajar dignamente como antes. No somos delincuentes, aunque nos traten como tales”.

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