Sonia Sánchez se prostituía en la plaza de Once. Una realidad a la vuelta de la esquina.
Así empieza el calvario de las sin nombre. “Lo primero que hace en vos la prostitución es sacarte la identidad y convertirte en objeto de uso y abuso. Para sobrevivir a esa violencia cotidiana debes maquillarte y mentirte”, dice la militante Sonia Sánchez, con la sabiduría que da la experiencia. Y sin embargo sus ojos todavía dicen mucho más. Transparentes en su negrura, nos cuentan la sensación de un cuerpo apropiado: “Te bañas hasta 20 veces por día, pero no te miras. Recién cuando salís empezás a conocer tu cuerpo, a sentir que es tuyo y no del proxeneta”.
Sonia se define como rebelde y militante por los derechos humanos de las mujeres, niños y niñas. Recorre diferentes provincias dando charlas preventivas a adolescentes sobre la prostitución y los métodos de la Trata de Personas.
“Las chicas sonríen cuando notan que una ex puta les viene a hablar. Es natural a esa edad, se creen que se la saben todas. Pero cuando le muestro la otra foto: Yo también estuve sentada ahí, fui a la secundaria y tenía sueños, y terminé en la calle prostituyéndome. Ahí empiezan a escucharme”, explica Sonia.
En ese camino encontró otra forma de transitar su suerte. Asegura que quiere contarle a las pibas y pibes que cualquiera puede ser parte de un “sistema de prostituidas y prostituyentes”. Ella lo fue y así lo cuenta en la misma plaza de Once donde trabajó como prostituta.
Desde la Fundación María de los Ángeles -la ONG dirigida por Susana Trimarco que lleva el nombre de su hija Marita- confirman que son miles las mujeres sin identidad, literalmente desaparecidas y esclavizadas en un colchón viejo de algún rincón del país, escondidas a la vista de todos /as.
Y las estadísticas de la Fundación María de los Ángeles confirman las afirmaciones de Sonia. Definen a la trata como un"delito de crimen organizado" que tiene la característica de no cometerse en un solo lugar. Es decir puede pasarle a cualquiera y en cualquier lado. Y que te puede llevar a cualquier lado. Una vez capturada te realizan un traslado y, con el respaldo de estructuras, giras en una rueda interminable. Una red delictiva con ramificaciones en todo el país, que se prolonga en el tiempo y muta a métodos de sometimiento diferentes.
En Argentina, el 98% de las víctimas de la trata con fines de explotación sexual son las mujeres. También se encontraron en los lugares allanados travestis, transexuales y transgénero. En los últimos cinco años y tras la aprobación de la ley de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a las víctimas (N° 26.842), se rescataron más de 6 mil mujeres. En 2013, 1746 personas fueron liberadas de explotación sexual y laboral.
“Como sociedad vivimos una sexualidad precaria y violenta, pero naturalizada. Tenemos que de-construir esto, y solo desde la educación es posible. Educando a los varones que no se conviertan en prostituyentes y a las chicas para que no sean las putas del futuro. Hay que entrar en las escuelas y decir las cosas por su nombre”, alerta Sonia Sánchez como combatir a la trata de personas.
Cómo las tratan los medios de comunicación
Los que no dicen las cosas por su nombre suelen ser los medios de comunicación.
Generalmente, la cobertura periodística que se le da a los casos que implican trata de personas Ósea por una decisión editorial o por mero desconocimiento- no hace más que reproducir esquemas de estigmatización y victimización de las mujeres atrapadas por la red, lo cual aumenta la situación de vulnerabilidad de ellas y de sus familias.
“El circuito de la información, la vorágine y la propia lógica de una redacción llevan muchas veces a no chequear lo que se dice. Empieza a jugar la necesidad de sacar la noticia rápido, un desconocimiento terrible y el uso de un lenguaje sexista en los medios, además de la estigmatización que eso genera”, comenta María Florencia Alcaraz, periodista de Infojus e integrante de Red Par.
Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista (Red Par) es un colectivo conformado en 2006 por más de 100 periodistas de distintos lugares del país, que trabajan por la erradicación de cualquier tipo de violencia de género e igualdad de oportunidades entre varones y mujeres. La Red publicó en 2008 la primera edición del Decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres, traducido a diversos idiomas y difundido en varios países a través de redes e instituciones de comunicación y periodismo.
“Como comunicadores/as tenemos que dar información útil, capacitarnos, conocer la ley, usar conscientemente el lenguaje, con una perspectiva de género. Ese debe ser el objetivo, pero cuesta”, agrega la periodista de Red Par.
Algunos medios parecen no dispuestos a comprender el rol que cumplen a la hora de informar. De acuerdo a las cifras que publica el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, del 100 % de medios de comunicación monitoreados, el 85 % continúa publicando avisos de comercio sexual. El 37% del total de los clasificados que contienen esos anuncios, aparecen en el Diario Clarín. Aún cuando está prohibido por decreto desde 2011.
Para Alcaraz, el lenguaje, muchas veces avalado por los medios de comunicación, juega una carta fundamental. “Cuando hablamos de whiskería en vez de decir en este lugar se explota mujeres estamos informando incorrectamente. Y todavía hay cierta resistencia a llamar proxeneta al cliente. Un editor no siempre te lo deja pasar. Ese es otro signo del patriarcado que nos atraviesa”.
La militante y ex prostituta Sonia Sánchez coincide con que se debe llamar proxeneta al cliente. Pero amplía la mirada y responsabiliza también al Estado: “Los prostíbulos son ilegales en Argentina pero cada intendencia lo legaliza como bailanta, whiskería y hasta pizzería. Cuando hablo de un Estado proxeneta hablo de eso. Un negocio que se sostiene con la explotación de millones de mujeres”.
En Argentina, el 98% de las víctimas de la trata con fines de explotación sexual son las mujeres. También se encontraron en los lugares allanados travestis, transexuales y transgénero. En los últimos cinco años y tras la aprobación de la ley de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a las víctimas (N° 26.842), se rescataron más de 6 mil mujeres. En 2013, 1746 personas fueron liberadas de explotación sexual y laboral.
“Como sociedad vivimos una sexualidad precaria y violenta, pero naturalizada. Tenemos que de-construir esto, y solo desde la educación es posible. Educando a los varones que no se conviertan en prostituyentes y a las chicas para que no sean las putas del futuro. Hay que entrar en las escuelas y decir las cosas por su nombre”, alerta Sonia Sánchez como combatir a la trata de personas.
Cómo las tratan los medios de comunicación
Los que no dicen las cosas por su nombre suelen ser los medios de comunicación.
Generalmente, la cobertura periodística que se le da a los casos que implican trata de personas Ósea por una decisión editorial o por mero desconocimiento- no hace más que reproducir esquemas de estigmatización y victimización de las mujeres atrapadas por la red, lo cual aumenta la situación de vulnerabilidad de ellas y de sus familias.
“El circuito de la información, la vorágine y la propia lógica de una redacción llevan muchas veces a no chequear lo que se dice. Empieza a jugar la necesidad de sacar la noticia rápido, un desconocimiento terrible y el uso de un lenguaje sexista en los medios, además de la estigmatización que eso genera”, comenta María Florencia Alcaraz, periodista de Infojus e integrante de Red Par.
Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista (Red Par) es un colectivo conformado en 2006 por más de 100 periodistas de distintos lugares del país, que trabajan por la erradicación de cualquier tipo de violencia de género e igualdad de oportunidades entre varones y mujeres. La Red publicó en 2008 la primera edición del Decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres, traducido a diversos idiomas y difundido en varios países a través de redes e instituciones de comunicación y periodismo.
“Como comunicadores/as tenemos que dar información útil, capacitarnos, conocer la ley, usar conscientemente el lenguaje, con una perspectiva de género. Ese debe ser el objetivo, pero cuesta”, agrega la periodista de Red Par.
Algunos medios parecen no dispuestos a comprender el rol que cumplen a la hora de informar. De acuerdo a las cifras que publica el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, del 100 % de medios de comunicación monitoreados, el 85 % continúa publicando avisos de comercio sexual. El 37% del total de los clasificados que contienen esos anuncios, aparecen en el Diario Clarín. Aún cuando está prohibido por decreto desde 2011.
Para Alcaraz, el lenguaje, muchas veces avalado por los medios de comunicación, juega una carta fundamental. “Cuando hablamos de whiskería en vez de decir en este lugar se explota mujeres estamos informando incorrectamente. Y todavía hay cierta resistencia a llamar proxeneta al cliente. Un editor no siempre te lo deja pasar. Ese es otro signo del patriarcado que nos atraviesa”.
La militante y ex prostituta Sonia Sánchez coincide con que se debe llamar proxeneta al cliente. Pero amplía la mirada y responsabiliza también al Estado: “Los prostíbulos son ilegales en Argentina pero cada intendencia lo legaliza como bailanta, whiskería y hasta pizzería. Cuando hablo de un Estado proxeneta hablo de eso. Un negocio que se sostiene con la explotación de millones de mujeres”.
El camino de la trata
Miles de mujeres resultan víctimas de la trata de personas con fines sexuales en el país. Una realidad a la vuelta de la esquina.
Por la erradicación de la trata de personas
En el centésimo aniversario de la primera ley argentina para combatir los delitos sexuales, el Senado reconoció con la distinción Alfredo Palacios a organizaciones y personalidades por su lucha contra el delito que inválida Derechos Humanos de niñas, niños, adolescentes y adultas.
“Yo le digo no a la trata”
La Fundación María de los Ángeles organizó un festival de rock en Plaza Independencia, en el centro de Tucumán. Se presentaron bandas nacionales y locales.