En la misma semana en que el macrismo le puso precio a la confitería ubicada frente al Congreso, los trabajadores del hotel se organizan ante la orden de desalojo, que llegó después del veto presidencial que impidió la cesión del edificio. Una doble vara difícil de argumentar.
Hay tres cuadras de distancia. Apenas tres: Mitre, Perón y Sarmiento. Pero esa distancia mínima, para el Gobierno de Cambiemos parece ser kilométrica y determinante. Las cuadras necesarias para un cambio de discurso y de postura: mientras avanza en la recuperación de una confitería abandonada, quiere desalojar un Hotel que le genera trabajo a 200 personas y dárselo a los antiguos dueños que lo abandonaron, vaciaron y lo cerraron.
Las dos noticias llegaron en la misma semana, con pocas horas de diferencia, como para que la comparación surja de manera instantánea. Porque el viernes 3 de marzo, a través de la resolución 15-E/2017, el Gobierno le puso precio –182 millones de pesos– al edificio de la histórica Confitería del Molino. Vale aclararlo, por las dudas: no nos oponemos a esto, sino todo lo contrario: era necesario hacerlo porque esa confitería, creada en 1916 y cerrada en 1997, es parte de un patrimonio arquitectónico y cultural que la clase dirigente debe salvaguardar. Lo curioso –y lo irritante– es la doble vara del Gobierno. ¿Qué dirá de la expropiación de esta confitería la senadora cordobesa Laura Rodríguez Machado, quien en diciembre se había opuesto al proyecto del Bauen con una frase que sintetizó el pensamiento de Cambiemos en el Senado. “No tengo cara para volver a mi provincia y decirle a los cordobeses que se usaron 30 millones de dólares para una hotel en la Capital Federal”, dijo.
Un revés judicial
El jueves 2, un día antes de que se fijara el precio del emblemático inmueble de Rivadavia y Callao, los cooperativistas del Bauen se enteraron de que la orden de desalojo del edificio en el que trabajan tiene como fecha límite el 19 de abril. La jueza Paula Hualde, al frente del Juzgado Comercial N°9, Secretaría 18, ordenó la restitución del inmueble de la Avenida Callao 360 a la empresa Mercoteles, propiedad de Hugo Iurcovich.
La doble vara del Gobierno: tasó en 182 millones de pesos el edificio de la Confitería del Molino, pero vetó la expropiación del Hotel Bauen, que le da trabajo a 200 personas
La disposición de la jueza Hualde se concretó 62 días después de que el presidente Mauricio Macri vetara una ley aprobada por las dos cámaras del Congreso, que disponía la compra del hotel por parte del Estado para dárselo en comodato a los trabajadores que lo vienen gestionando desde 2003. Aquella vez, los argumentos que usó Macri para suspender la expropiación fueron motivo de indignaciones y cuestionamientos de todo el arco político nacional. “Favorece exclusivamente a un grupo particularizado, sin traducirse en un beneficio para la comunidad en general”, aludió el presidente desde una chacra en Villa La Angostura, donde pasaba sus vacaciones. Ese veto diluyó el sueño que persiguen desde hace más de 13 años los trabajadores del Bauen, quienes convirtieron a ese hotel en un símbolo de autogestión, de dignidad y de éxito empresarial.
La ley de recuperación de la Confitería del Molino, como sucedió con la del Bauen, nació durante el kirchnerismo. En 2014, Cristina Fernández de Kirchner expropió el edificio con el objetivo final de cedérselo al Congreso. Ahora, el macrismo intentará finalizar el proceso: el precio que pagará el Estado ya está estipulado. Sólo falta restaurar la fachada (que actualmente está cubierta por una malla protectora para evitar accidentes por los desprendimientos de mampostería) y activar su reinauguración: el edificio tendrá una confitería, por supuesto, y en los pisos superiores estará dedicado a actividades culturales. Mientras, a tres cuadras de distancia, el Bauen busca la manera de sobreponerse al veto presidencial: tienen argumentos bastante más sólidos que los esgrimidos por el presidente. Porque desde 2003, el hotel no es sólo un hotel: es una meca social, turística y cultural en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.
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Un plan de acción para defender el hotel
“Reafirmamos nuestra convicción de seguir gestionando el hotel de forma cooperativa, tal como lo hemos hecho durante los últimos 14 años e insistiremos para que este año el Congreso Nacional vuelva a acompañarnos, tanto en la cámara de diputados, como en la de senadores, para rechazar el veto presidencial”, fue la respuesta casi inmediata de los trabajadores del Bauen cuando se enteraron de la orden de desalojo. La primera señal de apoyo masivo sucedió durante la marcha docente, el lunes 6. Allí, cada grupo de personas que pasaba por Callao 360, entonaba una canción que podría ser el himno de un nuevo capítulo de esta resistencia: “Ay ay ay ay que risa que me da, ay ay ay ay, que risa que me da, ay ay ay ay que risa que me da, si Macri toca el Bauen que quilombo se va armar”.
“El Bauen es una gran casa de cooperativas”
La presidenta y el vice de la cooperativa que gestiona el Hotel Bauen desde hace 16 años comparten sus reflexiones en un contexto de nueva amenaza de desalojo judicial. En una charla en el emblemático edificio de Callao 360, que hoy alberga también otras experiencias de autogestión, entre ellas a Cítrica.
La cocina de una noche histórica
Eva Losada, presidenta de la cooperativa del Bauen, narra las horas más largas y felices de su vida. Qué pasa ahora con la expropiación. La mano de Dios de los trabajadores autogestionados.
El Bauen: un Hotel de puertas abiertas
Lejos de lo que implica “el negocio hotelero”, la cooperativa que gestiona el Bauen, ubicado en Congreso, Ciudad de Buenos Aires, brinda hospedaje gratuito a personas que llegan a Buenos Aires para realizarse tratamientos y no pueden afrontar ese gasto. Una función social invisibilizada, que tiene su correlato en la solidaridad con las otras cooperativas que funcionan en el edificio de Callao y Corrientes, un emblema de autogestión, trabajo y cultura que nuevamente está en peligro por oscuros intereses empresarios, el cinismo político y la complicidad judicial.